UNA INSTALACIÓN DE LA JUVENTUD

Por Carlos Romeo

“Una instalación artística es un género de arte contemporáneo que comenzó a tomar un fuerte impulso a partir de la década de 1960. Las instalaciones incorporan cualquier medio para crear una experiencia visceral o conceptual en un ambiente determinado. Los artistas de instalaciones por lo general utilizan directamente el espacio de exposición, a menudo la obra es transitable por el espectador y éste puede interaccionar con ella.” (Wikipedia)

Anoche tuve la oportunidad de visitar un centro muy especial organizado y operado por representantes de la juventud artística y profesional cubana que se organizaron a los efectos de transformar una vieja fábrica de aceite comestible abandonada, en un centro de exposición de diseños figurativos, objetos de orfebrería, pinturas y de presentación de música moderna, con sus correspondientes salas de concierto, una discoteca que en vez de luces psicodélicas ha sido decorada con expresiones artísticas, bares, cafeterías y comedores, todo ello amoblado de manera utilitaria, o sea no convencional. Y todo ello con el ingenio necesario para aprovechar un diseño interior que una vez obedeció a la lógica de la tecnología para producir aceite y que hoy es una virtual “gran instalación” con la cual los visitantes pueden interactuar durante sus desplazamientos y utilización de sus diversas salas. Sus creadores la denominaron Fabrica de Arte, lugar en donde a la usanza de lo que una vez fue, una fábrica de aceite, ahora en ella se “fabrica” arte bajo diferentes manifestaciones espontaneas que son expuestas para quienes quieran conocerlas y apreciarlas.

Es lógico que un lector de este artículo se pregunte ¿a qué viene esta descripción? En mi caso, participante de lo que ha ocurrido en Cuba desde hace ya 57 años, casi 58, fue una experiencia reveladora sobre cómo se integra el pasado con el presente, que ya apunta hacia el futuro.

Ante todo, es una manifestación de algo que hace muy poco se ha abierto paso en la mentalidad de los cubanos como en la de sus dirigentes, y es que el aparato del Estado con todo su poder, no es capaz de lograr ciertas cosas a pesar de haber creado las condiciones para ello. Fue capaz de crear una juventud y una población educada, identificada con su cultura sin ignorar las de otras latitudes, en la cual se encuentran miles de artistas de las diferentes disciplinas del arte, pero con dificultades para lograr crear las condiciones para que la expresen y para que todos a quienes interese y pueda interesar, logren apreciar sus realizaciones. Porque esta fábrica de arte no es la creación de una burocracia de la cultura, sino que de la actitud innovadora y creadora de los propios artistas interesados en lograrla. Concebida para existir en la medida en que el público que acuda permita financiarla, su permanencia y creciente aceptación popular no solamente han asegurado su existencia y desarrollo, sino que, además, han logrado expresar hasta qué punto ha devenido una actividad socialmente necesaria y apreciada.

Cuba está iniciando su marcha hacia un socialismo en el cual, conservando y mejorando todo lo que ha logrado para su pueblo, que es mucho, deje a los propios cubanos decidir y producir por su cuenta lo adicional que consideren necesario para su nivel y modo de vida. Ello lleva a transitar de un espacio económico y cultural en donde solamente se puede hacer lo autorizado, a otro en el cual se pueda hacer, dentro de lo posible, todo lo que no está prohibido.

La Habana, noviembre del 2016