LA NECESARIA UNIDAD SOCIAL

Diversas marchas estudiantiles se realizaron en varias regiones del país. Miles fueron los estudiantes universitarios y secundarios que demandaron una reforma educacional profunda que conlleve gratuidad y calidad.

Los estudiantes marcharon por sus demandas pero también en apoyo a la lucha de Chiloé. Y ello es importante, pues señala un camino necesario y urgente de solidaridad y apoyos mutuos entre diversos actores sociales y que debiera abrir caminos a la unidad social más amplia y también la imprescindible unidad política de quienes aspiran a transformar nuestro país.

Entre las pancartas portadas por los estudiantes se podía leer: “No estudiamos para replicar el pasado…lo hacemos para transformar el futuro”, “Los estudiantes contra la educación de mercado” y muchas otras demandas y consignas. Todas ellas referidas a la necesidad de una profunda transformación social, una verdadera revolución de lo existente.

Ese espíritu transformador queda plenamente reflejado en las palabras de la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Austral, Nicole Cornejo, quien señaló “creemos en la necesidad de una reforma a la educación superior, pero no queremos cualquier reforma. Esperamos un cambio que garantice realmente la educación pública como un derecho; la creación de un marco regulatorio que elimine el mercado y las universidades-empresas que lucran con la educación y, por último, un plan de desarrollo nacional que genere una educación que responda a las necesidades de la sociedad”.

Y las necesidades de la sociedad, según indican todas las señales sociales y las movilizaciones, superan por mucho el modelo económico y político actualmente vigente. La lucha que realizan por estos días la comunidad de Chiloé y que incluye ya a la totalidad de la Región de Los Lagos es una muestra evidente de las consecuencias sociales y ambientales de una economía centrada en el mercado y el lucro, a la cual no le importa el ser humano y su entorno.

En medio de los cuestionamientos a la elite política por su colusión con las empresas y sus dueños; en medio de la soberbia de algunos ministros para enfrentar las conversaciones con los movimientos sociales; las movilizaciones estudiantiles y las diversas movilizaciones en apoyo y solidaridad con quienes luchan por sus derechos en el sur del país constituyen un signo esperanzador.