CHILE: EL SECRETO DEL SECUESTRO ELECTORAL

*Max Oñate Brandstetter

“Quien define la distribución de las circunscripciones,
define el resultado electoral”
(Dieter Nohlen)

El desarrollo y modernización del Estado no solo contempla una profundización en el marco de derechos y deberes (en teoría), sino que además, al enfrentarse a problemas de tipo demográfico, debe preocuparse también de los procesos de redistritación.

La redistritación consiste en el proceso de redefinición del mapa electoral, incorporando con ello, nuevas unidades geográficas de representación, con el objeto de asegurar una igualdad categórica en los procesos electorales.
Sin embargo, si se dispone del poder para la delimitación interesada en las unidades geográficas de representación política (distritos y circunscripciones) conviene definir la distribución, quitando al adversario un bastión electoral, porque desde ahí no solamente se define la proporción demográfica por escaño, sino que define que fracción de la población otorga su apoyo electoral y a qué candidatos.

En los procesos de distritación, o redistritación electoral, incurren en algunas oportunidades las manipulaciones en el diseño de las circunscripciones (o distritos). Este tipo de manipulaciones es conocido como “Gerrymandering”.

El Gerrymandering tiene su origen en el año 1812 en Massachusetts, Estados Unidos, a manos de su gobernador, Elbridge Gerry, quien teniendo facultades legales, volvió a trazar las líneas del distrito, con el fin de lograr una ventaja electoral para su partido demócrata-republicano.

Un conjunto de observadores políticos, entre ellos, el periodista Gillbert Stuart, vieron que el distrito quedaba dibujado como algo parecido a una salamandra, entonces el fenómeno fue bautizado como “la salamandra de Gerry”, y el concepto de Gerrymandering, corresponde a una conjugación verbal, el cual describe que se incurre en la trampa de la salamandra de Gerry.

Observemos la lógica de la redistritación en una zona urbana con tendencia social-progresista (por lo general) rodeada de sectores rurales con tendencia conservadora, entonces existen dos formas de distribuir cuatro distritos (o circunscripciones). Una primera delimitación define las cuatro unidades geográficas electorales en la que participan todos los sectores (urbanos y rurales) los resultados son impredecibles:
Resultado 1 = 0 Escaños (partido progresista) V/S 4 Escaños partido Conservador
Resultado 2 = 1 Escaños (partido progresista) V/S 3 Escaños partido Conservador
Resultado 3 = 2 Escaños (partido progresista) V/S 2 Escaños partido Conservador
Resultado 4 = 3 Escaños (partido progresista) V/S 1 Escaños partido Conservador

Pero podemos manipular la organización territorial-electoral, pudiendo crear una sola circunscripción urbana y tres rurales. De este modo el resultado electoral es más que predecible y queda en total evidencia lo importante de esta dimensión arquitectónica en cada sistema electoral.

Si en la misma unidad geográfica, agrupamos una sola gran circunscripción para el sector urbano, y tres pequeñas para el sector rural, el resultado más probable es que el partido progresista obtenga un solo escaño, a la vez que los sectores conservadores obtienen una sobrerrepresentación de dos escaños en disputa, como resultado de la redistritación.

La República de Chile no está ajena a este tipo de fenómenos y a partir del plebiscito de 1988, se realizó la redistritación (con los resultados electorales en mano), los cuales han sufrido leves modificaciones desde su instalación, hasta nuestras últimas elecciones realizadas en el año 2013.

Podemos afirmar que los criterios regionales no han sido respetados a la hora de trazar el mapa electoral, puesto que el distrito 16, compuesto de las comunas de Colina, Lampa, Pudahuel, Quilicura y Tiltil, formaba parte de la Región Metropolitana Oriente para los efectos electorales de 1988, pero en la actualidad forma parte de la Circunscripción N° 6 de Valparaíso.

Para comprender el análisis de la redistritación de la siguiente imagen, es necesario saber que los números marcados en verde representan en número de circunscripción en que están ubicados los distritos (señalados por sus números reales y de color negro)

Nuestro segundo ejemplo, es el distrito 55, que en 1988 pertenecía a la circunscripción 16, en el año 2009 (vigente hasta la elección del año 2013), pertenece a la 17, sin ninguna consulta ciudadana, sin ninguna participación electoral se definen los criterios y ejecución de la redistritación electoral.

Solo en estos dos distritos, ocurre un traslado de pertenencia geográfica a otras circunscripciones, que deja en evidencia el proceso de redistritación desarrollado en Chile, y como estos construyen determinados resultados políticos, correspondientes al cálculo electoral.

La organización territorial de la representación política del Estado tiene directa relación con el funcionamiento económico de una nación, o dicho de otro modo; el poder político es inseparable del poder económico (a veces parecen ser una sola y misma cosa).

Es en esta lógica que, “No parece posible cuestionar, por ejemplo, que la reunión de las comunas de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea en el distrito 23° o Providencia y Ñuñoa en el 21° tiene un claro sentido político, al agrupar territorios en que los partidos políticos de derecha han tenido un mayor sustento en la población”(1).

Es en estas circunstancias que, acabándose el sistema electoral binominal, se armó un proceso de redistritación (que aún no es público) que contiene 28 distritos, pero ¿bajo qué criterios? ¿Por qué la ciudadanía no participa en la dimensión arquitectónica de la conformación geopolítica de la representación? ¿Es este el marco de la tradición “republicana y democrática” que Chile debe seguir, cuando las coordenadas del poder, la organización y la administración obran y se definen sin participación alguna de la ciudadanía? De ser cierto este criterio, el rol del elector no es protagónico, sino que es un espectador pasivo que solo pone su firma, y en esa línea, no es posible constituir una asamblea constituyente o una nueva constitución que la haga esa metáfora tan manoseada, denominada “el Chile de verdad”.

* Cientista Político, Universidad Academia Humanismo Cristiano.
(1) Bronfman, Alan; “Igualdad del voto y configuración del territorio electoral: El caso Chile”. Pontifica Universidad Católica de Valparaíso Chile, Pág. 9