ESPERAR LO MEJOR Y PREPARARSE PARA LO PEOR

Por Carlos Romeo

La elección de ayer en Venezuela ha sido un triunfo táctico para los chavistas y su actual Gobierno, pero no queda claro si ha sido también un triunfo estratégico como piensan.

La elección ha reiterado que el país está políticamente dividido a la mitad entre quienes quieren que prosiga la revolución chavista y quienes no lo quieren. Solamente un 41,53 % acudió a las urnas, pese a las acciones violentas e intimidatorias de representantes de la otra mitad. La correlación de fuerzas políticas no ha cambiado y de hecho se está conformando un intento de gobierno opositor paralelo que muy bien puede establecerse en alguno de los estados en la frontera con Colombia, que desempeñaría el rol de una profunda retaguardia logística toda vez que en ese país hay 7 bases militares norteamericanas y hay que ser ingenuo para no darse cuenta que la contrarrevolución en Venezuela es dirigida, programada y financiada desde los EE.UU. Nadie dude de que ese y otros gobiernos lo reconocerían como legítimo.

Ante estos acontecimientos que suceden en Venezuela entiendo la preocupación del senador norteamericano Marcos Rubio que, dicho sea de paso, fue elegido senador en los EE.UU. y no en Venezuela, quien ayer dijo “Hemos perdido la democracia en Venezuela” y le pidió al Presidente Trump que tome medidas adicionales en contra de ese país para que cese esa locura. Desgraciada y lamentablemente, no falto la declaración condenatoria del Gobierno de Chile que ha cuestionado la elección de los miembros de una asamblea constituyente en Venezuela.

No es de esperar una agresión militar externa de Venezuela si no que la organización de una confrontación entre venezolanos y con la muy probable participación de paramilitares colombianos. Ya vimos ese guion en Nicaragua cuando el Presidente Reagan bautizó como “freedom figthers”, combatientes por la libertad, a los contrarrevolucionarios nicaragüenses y mercenarios basados en Honduras. Lo volvimos a ver en Libia y actualmente en Siria. No lo vimos en Chile porque los partidos de la Unidad Popular no supieron defender el proceso que encabezaban de los militares golpistas que representaban a la burguesía nacional y a intereses internacionales. No es el caso de Venezuela en donde la Fuerza Armada Militar Bolivariana está del lado del Gobierno de Maduro y no en contra, gracias a su origen popular y a su ideologización revolucionaria lograda por Chávez.

Mis amigos y antiguos compañeros venezolanos me consideraran pesimista. Es posible que lo sea, pero es que yo estaba en Cuba cuando la invasión de Playa Girón en 1961 por cubanos contrarrevolucionarios organizados, entrenados, armados y trasportados hasta Cuba por los norteamericanos, con un nuevo “gobierno democrático” cubano ya preparado y concentrado en La Florida esperando una adecuada cabecera de playa para instalarse en el país y ser inmediatamente reconocido por los EE.UU. y en aquella época, también por todos los gobiernos integrantes de la OEA. Y si bien yo no estaba en Nicaragua, si estaba ahí mi hermano cuando la guerra que acabó con el Gobierno Sandinista.

Los norteamericanos no son tan creativos en política como ellos piensan si no que tienden a repetir sus experiencias, aunque suelen fracasar por falta de objetividad en sus análisis políticos. Sus oficiales de la inteligencia no se atreven a evaluar objetivamente la fuerza del contrario revolucionario para no aparecer ante sus jefes como ideológicamente desviados al hacer su trabajo y no llegar a las conclusiones que sus jefes políticos quieren oír.

Veremos qué pasa y a mis amigos venezolanos les reitero esta recomendación, fruto de la sabiduría china: “esperen lo mejor y prepárense para los peor”.

La Habana, 31 de julio del 2017