Asumió el gobierno del Presidente Gabriel Boric. Se instala en el poder ejecutivo tras un triunfo electoral sobre las fuerzas conservadoras que fue celebrado por amplios sectores del movimiento social y popular. Un gobierno que reúne esperanzas y expectativas y que genera un ambiente favorable a su gestión
Claro está que, tras las señales simbólicas, que son bien recibidas por todas y todos, llega la hora de los hechos.
Antes que todo, no hay que olvidad que las alianzas políticas de las fuerzas conservadoras, si bien aparecen fracturadas y carentes de liderazgo, no descansan tras su objetivo inmediato que es frenar todo sentido de cambio, por mínimo que éste sea.
De allí que los poderosos empresarios y sus representantes políticos tradicionales de todos los colores intentan frustrar los resultados de la Convención Constitucional; encauzar al nuevo gobierno por los caminos neoliberales ya recorridos por todos los gobiernos civiles desde el término de la dictadura. Asimismo, se proponen -haciendo uso de la desinformación y otros recursos- dificultar la constitución de un movimiento social y político con capacidad movilizadora que empuje las transformaciones tras la superación de un orden social y económico injusto y abusivo.
Los tiempos que se avecinan no serán fáciles, armados de sus expectativas y esperanzas los sectores sociales y populares debiesen favorecer procesos unitarios que hagan posible el logro de sus demandas de justicia, alentar que la nueva Constitución establezca las bases de una real institucionalidad participativa y garantice derechos y también ejercer la crítica y un rol activo respecto a lo que el gobierno realice.
Pero en lo esencial, ha llegado la hora de que la izquierda fragmentada, dispersa, aquella de claro sentido anticapitalista, asuma a plenitud un proceso generoso de reflexión, unidad y acción en tiempos de tanta potencialidad como los actuales.