Por Aníbal Ricci
Una de las primeras películas que sigue los postulados de unos cinéfilos, reunidos hacia fines de los años cincuenta bajo el nombre de «Nouvelle Vague», la respuesta francesa al Neorrelismo Italiano, que volcará a un puñado de directores a un cine de autor, principalmente rodado en exteriores, persiguiendo la libertad de la existencia humana, utilizando novedosos movimientos de cámara y privilegiando el montaje para obtener mayor verosimilitud en las imágenes. Cinta tributaria de Cero en conducta (1933) de Jean Vigo, su protagonista (Antoine Doinel) es un chico castrado por el sistema de educación imperante, rígido y autoritario, que lo castigará escribiendo cuatrocientas veces «ofendo a los muros de la clase». Antoine es un hijo concebido fuera del matrimonio, alguna vez escuchó tras las paredes que su madre se lamentaba de haberlo procreado. No le prodiga caricias ni palabras de aliento, sólo cuando Antoine descubre accidentalmente que engaña a su padrastro con otro hombre, ella se acerca al hijo en actitud cínica, temiendo que Antoine cuente la verdad. La pareja pelea constantemente delante del niño y la mujer encuentra que su marido es un perdedor bueno para nada. Una célebre frase de Buda dice: «Una familia es una relación entre varias mentes diferentes. Si esas mentes se aman entre ellas, el hogar será tan bonito como un jardín de flores. Pero si esas mentes no viven en armonía, será como una tempestad que arrasa el jardín». Refleja el espíritu de la película, en el sentido negativo, Antoine vive sumido en un infierno desprovisto de amor y palabras de afecto. Se equivoca como todos los seres humanos, pero él recibe castigos cada vez más severos. Hace la cimarra debido a que los profesores lo odian, sólo su amigo René parece comprenderlo. Roban dinero, van al cine y a juegos de feria, pero luego de robar una máquina de escribir, su propio padre lo encierra en una correccional. Quiere desentenderse de Antoine, le estorba, cuando Antoine le escribe para confidenciarle sobre la relación con su madre, el padrastro lo abandona a su suerte, su madre lo visita y se ríe en su cara, está deseosa de que el chico sufra los embates de la vida. Antoine anhela su libertad, escapa y la cámara lo sigue en un hermoso travelling por los alrededores del pueblo, siempre huyendo, sin mirar atrás, hasta llegar a orillas del mar en búsqueda de su lugar en el mundo.
FICHA TÉCNICA
Título original Les quatre cents coups
Año 1959
Duración 94 min.
País Francia
Dirección François Truffaut
Guion Marcel Moussy, François Truffaut
Música Jean Constantin
Fotografía Henri Decae (B&W)
Reparto Jean-Pierre Léaud, Claire Maurier, Albert Rémy, Guy Decomble, Georges Flamant, Patrick Auffay,
Jeanne Morea