LO QUE ENSEÑAN LOS HURACANES

Por Carlos Romeo

Acaba de pasar por Cuba un huracán fuerza 4, vale decir con vientos de hasta 250 kilómetros por hora, atravesando la isla por su extremo este, después de amenazar a toda la región oriental de Cuba en donde viven no menos de 3 millones de personas. De ese total, la Defensa Civil, léase el instrumento supremo coordinador de todos los recursos en una región, reubico en lugares seguros a 1, 3 millones de orientales. El resultado ha sido que no hubo ninguna víctima, demostración de una preocupación extrema por el bienestar de su pueblo, por el calumniado” Estado totalitario” cubano controlado por un partido político único. Tampoco fue el resultado de una movilización militar de la Guardia Civil y del ejército, únicos dispositivos a los cuales pueden acudir las autoridades políticas norteamericanas, pese a lo cual ocurrió el desastre humanitario de Nueva Orleans cuando el ciclón Katrina en el 2005: los 1.833 ciudadanos de esa ciudad, negros la mayoría, que se ahogaron, lo hicieron en democracia y en libertad. En esa ocasión el Gobierno Cubano ofreció enviar en ayuda a la brigada médica Henry Reeves, de 2.500 médicos y personal de la salud, que tiene el nombre de un joven norteamericano que combatió durante la guerra de independencia cubana y que murió con el grado de general, pero su aceptación habría sido un insulto para la administración del Presidente Bush hijo.

El socialismo tiene defectos, incluso el cubano que por algo lo están reformulando, pero lo que si nadie le puede negar es su capacidad de coordinar y dirigir toda la fuerza de la sociedad hacia un objetivo común. En esos momentos se aprecian las ventajas de que buena parte de los recursos materiales estén bajo la potestad de un propietario común, de haberse preparado desde hace más de medio siglo para una eventual invasión militar de su vecino en el norte “revuelto y brutal” como lo caracterizo José Martí que vivió en sus entrañas, y de haber confrontado muchas veces peligros de esa naturaleza. Casualmente, el 4 de octubre de 1963 el ciclón Flora estuvo dando vueltas durante cinco días sobre el oriente de Cuba y descargo además de sus vientos, 1.840 milímetros de lluvia que transformaron el modesto rio Cauto en un “amazona” de 30 kilómetros de ancho. Murieron ahogados más de 1.000 orientales.

De esa terrible experiencia los cubanos aprendieron dos cosas. En primer lugar, a construir una red hidráulica de represas que hoy permiten embalsar a más de 9000 millones de metros cúbicos de agua y controlar cualquier inundación. En segundo lugar, a movilizar mediante la Defensa Civil a la totalidad de los recursos en cualquier región de Cuba y a asegurar la vida no solamente de la población si no que también de cuanto animal de crianza se encuentre en la región y a proteger al máximo posible los recursos materiales.

No hay otro método mejor que la práctica para dilucidar cuestiones conflictivas en materia social. En mi caso, por ejemplo, la discusión sobre medicina social o medicina privada se acabó cuando a raíz de un infarto masivo al miocardio, el personal del dispositivo cubano de la salud, sin siquiera consultarme al respecto, me puso dos tubitos en las arterias que alimentan mi corazón, me tuvieron una semana en cuidados intensivos y me remitieron después a mi casa, sin siquiera tener la deferencia de un “recordatorio” del percance, entregándome al respecto una factura por los servicios recibidos. Solamente tuve que decir “muchas gracias”.

La Habana, 5 de octubre del 2016