LA SOLIDARIDAD ABRE ESPERANZAS

Hasta la fecha (26 de abril), el contagio se ha diseminado por todo el orbe, afectando territorios de Este a Oeste, en forma escalonada. El virus, al parecer, surgió en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei. China inició las cuarentenas en enero de 2020 y a comienzos de abril logró controlar el avance del virus (actualmente existe un segundo foco de contagio, en la parte noroeste que limita con Rusia, específicamente en la ciudad de Harbin, capital de la provincia de Heilongjiang). El siguiente país afectado fue Irán, para luego azotar a Italia y España, Francia e Inglaterra. Este último país todavía no ha alcanzado el peak de contagios y diariamente informa alrededor de 800 muertos. Italia, España y Francia recién esta semana mostraron una positiva evolución cuando el número de contagiados diarios fue inferior a los pacientes dados de alta.

Posteriormente, los estragos se trasladaron a los Estados Unidos, que ha superado largamente el número de fallecimientos de los países europeos. Para el 26 de abril contabilizaban 56.000 muertos y solamente en el estado de Nueva York alcanzaban los 17.000 decesos.

Dentro de esta semana, Brasil superaba los 3.700 fallecidos, en tanto que Ecuador bordea los 1.500 muertos (concentrados en la ciudad de Guayaquil).

Resulta evidente que en aquellos países donde sus líderes se mostraron escépticos de la magnitud de la pandemia (Reino Unido, Estados Unidos y Brasil) han sido aquellos que hasta la fecha (26 de abril) no muestran signos de estar alcanzando alguna disminución en la cantidad de contagios. Boris Johnson estableció confinamientos recién a fines de marzo y el gobernador y el alcalde de Nueva York tuvieron que ir contra los lineamientos de Donald Trump, razón que explicaría la paulatina disminución del número de fallecidos diarios. Es decidor que las autoridades de California establecieron un confinamiento de la población con anterioridad y sus resultados fueron notoriamente más auspiciosos que los del resto del país.

Otro aspecto llamativo, es que Johnson, Trump y Bolsonaro (sobre todo estos dos últimos) están más preocupados del deterioro de sus economías que de la salud de sus habitantes, argumentando que no se pueden paralizar esos países ante un puñado de muertos comparables con accidentes de tránsito o los que año tras año son víctimas de la gripe común.

No sólo están preocupados por sus economías, sino además estos líderes han demostrado su egoísmo ante el sufrimiento de sus aliados europeos, incluso incautando cargamentos de material sanitario con destino a esos países y, en definitiva, prohibiendo la exportación de mascarillas y respiradores artificiales hacia esos destinos.

En cambio, tres países han destacado en procurar ayuda técnica y de suministros médicos a los distintos lugares afectados por la pandemia: China, Rusia y Cuba.

China ha asegurado que «no hay consideración geopolítica» en su apoyo a otros países para combatir el coronavirus. Superada la primera ola de contagios en Wuhan, China ha puesto a disposición de otros países su experticia en el manejo de confinamientos y de tratamientos a los enfermos. «El virus no conoce fronteras y sólo fortaleciendo la solidaridad y la asistencia mutua puede la comunidad internacional ganar la batalla contra nuestro enemigo común”, han declarado sus autoridades. China es el país que mejor aprendió la lección y que marcó, probablemente sin saberlo, la pauta a seguir para todos los demás. Una pauta en la que Europa o Estados Unidos han fracasado. China ha enviado delegaciones de científicos y personal médico no sólo a Italia y a España (sus autoridades han agradecido públicamente la generosidad del país asiático), actualmente está apoyando a países con economías más vulnerables como las Latinoamericanas y decididamente al continente africano. Sin contar con el apoyo decidido que efectúa hacia la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el caso de Rusia, hacia fines de abril un equipo de médicos desembarcó en Italia (Lombardía) para ayudar a detener la crisis sanitaria. Primero, participaron en la desinfección de las residencias de ancianos en la provincia de Bérgamo. En una segunda fase, 32 virólogos rusos junto con sus colegas italianos implementaron un hospital de campaña para tratar pacientes infectados. Los especialistas rusos llegaron a Italia con 29 respiradores y los equipos de cuidados intensivos para organizar dicho hospital temporal. Semanas antes, Rusia había enviado un avión con 60 toneladas de mascarillas y ventiladores mecánicos al estado de Nueva York (China también había enviado insumos médicos a Estados Unidos, en ambos casos el propio Trump agradeció por el material sanitario).

Cuba por su parte, envió a fines de marzo una brigada de médicos y enfermeros a la región de Lombardía (Italia), prestando colaboración en el Hospital de Crema. A mediados de abril, ha enviado una segunda brigada médica, esta vez a la región de Piamonte. Otro grupo de 200 sanitarios cubanos arribó posteriormente a Sudáfrica, el cuarto país africano al que acuden profesionales cubanos en medio de la pandemia.

Convengamos que al estar frente a una pandemia que afecta a todos los territorios del planeta, no pareciera muy conveniente que cada país considere el cierre de sus fronteras y las medidas sanitarias internas como las únicas para superar este flagelo. No se saca mucho con contener al virus en un país, si en el territorio de al lado los contagios se expanden. La lucha contra el Covid-19 se extenderá por lo que resta del año y quizás prosiga por otro, por lo que el apoyo de los países con mayor riqueza con aquellos con sistemas sanitarios más precarios no sólo resulta un acto humanitario, sino el accionar lógico para vencer al coronavirus en todo el mundo.

Incluso entre países del primer mundo, esta colaboración no está fluyendo como debería. Francamente, la oposición de Holanda y Alemania a prestar ayuda a Italia y España (no préstamos, sino hacer comunitarios los perjuicios de la crisis) no parece ir en la dirección correcta. ¿Qué saca en limpio Alemania con contener el virus en sus fronteras, si sus vecinos europeos no disminuyen la tasa de contagios? Si la Comunidad Económica Europea no está haciendo la tarea, qué se espera en países como Estados Unidos que han dado muestra de un proteccionismo a ultranza (“America First”). Incluso, este último país ha retirado su financiamiento a la OMS, aduciendo que este organismo multilateral vela por los intereses de los chinos, justo en momentos en que el apoyo hacia los países más pobres será crucial para superar el flagelo a nivel global.

Po lo anterior, la ayuda brindada por China, Rusia y Cuba al resto del mundo abre la esperanza de una nueva forma de afrontar esta pandemia y otros retos que se presenten a futuro.

Dilemas
Bitácora 3 (26/04/2020)