LA LUCHA SE AGUDIZA

Por Carlos Romeo

Los diputados de la oposición política venezolana que conforman la mayoría, aprendiendo de la Biblia deberían grabar en la pared de la Asamblea Nacional, las siguientes palabras proféticas de Carlos Marx:

“El monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción que ha crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora final de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados”. (Ver Pág.699 de ¨El Capital¨, Primer Tomo, Editora Nacional de Cuba.

Esta conclusión teórica es la explicación del por qué ocurren y han ocurrido revoluciones sociales.

Durante 17 años el proceso revolucionario venezolano se ha llevado a cabo sobre la base de su financiamiento con la renta petrolera que recibe el país al exportar sus hidrocarburos y, por tanto, sin necesidad de expropiar a los expropiadores, caso único hasta ahora en los anales de la historia. Pero bastó con que el precio del petróleo se derrumbara a menos de un 40% de lo que era, para que los capitalistas criollos desencadenaran el mismo proceso “deja vu” que el imperio norteamericano y los capitalistas chilenos llevaron a cabo durante el gobierno de Allende. En dicho caso, las fuerzas armadas chilenas, de ideología fascista por su formación profesional y su origen de clase social, motivadas por los planes y el financiamiento de los Nixon y Kissinger, dieron el golpe de estado que devolvió la “normalidad institucional” a la patria, al costo directo de unos 40.000 muertos, desaparecidos, torturados y encarcelados. Ahora, en Venezuela, se trata de que el país regrese a la Cuarta República.
Pero hasta aquí la analogía. En Venezuela hay algo que falta: los militares fascistas. Y, como se dice y yo digo, el poder político está siempre detrás del fusil. Así lo aprendió Hugo Chávez como oficial del ejército venezolano al presenciar el Caracazo y posteriormente al tratar de llevarlo a la practica el 4 de febrero de 1992 y así lo divulgó e inculcó a unas fuerzas armadas de origen popular, no de “familias bien”, como en su propio caso.

¿Qué tienen que ganar las fuerzas armadas venezolanas en un régimen tipo Cuarta República en el cual su función principal seria reprimir y masacrar al pueblo, al ser mandados por políticos de la talla ideológica de Allup, sobreviviente de la Cuarta República o de un representante de los ricos venezolanos como el tal Capriles? Cuando los jóvenes soldados y oficiales salen de pase y visitan sus familias, claro que se enteran de las dificultades con el abastecimiento, de la violencia en las calles, de los mítines de la contrarrevolución, pero no son unos débiles mentales para hacer suyo el “sambenito” de que todo es culpa del Gobierno, que no es el propietario ni de las empresas productoras de bienes de consumo ni de las comerciales, ni de los periódicos, ni de las radios y televisoras privadas ni organiza asonadas violentas en las calles.

Acaba de concluir una maniobra militar que abarco a 520.000 soldados y, esto es muy importante, milicianos armados, pueblo también uniformado, en una demostración, hay que reconocer que no muy sutil, de donde está situada la fuerza militar en esta contienda política, toda vez que no creo que los militares venezolanos hayan invitado a Allup o a Capriles a presenciarla desde un palco de honor, pero si al Presidente Nicolás Maduro.

Los procesos revolucionarios adquieren su propia dialéctica, vale decir una secuencia de coyunturas transformadoras de la realidad, en uno u otro sentido, hacia adelante, lo que se denomina como radicalización de la revolución, o hacia atrás, que es el camino de la derrota revolucionaria.
Venezuela atraviesa hoy en día una coyuntura de alto nivel de agudeza en que las dos grandes fuerzas políticas luchan una en contra de la otra. Inevitablemente esta coyuntura dará lugar a un movimiento en uno u otro sentido. Si es un sentido de profundización del proceso, entonces ha llegado la hora de “la expropiación de los expropiadores”, pero por que los propios expropiadores capitalistas lo habrán decidido, consciente o inconscientemente. No es inevitable, como no lo fue hasta ahora. Todavía es hora de conversar.

Ayer vi uno de los espectáculos más bochornosos que he presenciado en mi vida. Observé como una turba de varones, financiada por Allup según dicen, apaleaba sin misericordia a una mujer policía. Mi tía me inculco que un hombre que agrede a una mujer no es un hombre, es un cobarde. En este caso ella era policía, miembro de las fuerzas armadas venezolanas. No saben ni se imaginan las consecuencias de este acto: le han declararon la guerra a los militares venezolanos.

La Habana, 22 de mayo del 2016