La medianoche del 6 de julio fue el momento en que EEUU intensificó su guerra comercial contra China, país con el cual tiene su mayor déficit comercial, estableciendo aranceles sobre importaciones por un monto anual de U$ 34.000 millones. La medida se materializó fijando un arancel de 25% a un listado de 818 productos pertenecientes, entre otros, a la industria aeroespacial, tecnologías de la información y la comunicación, y robótica. Se concentró en bienes industriales buscando que no tuviese efecto en los consumidores, es claro ello afecta a empresas estadounidenses que utilizan insumos del país asiático.
Para Paul Krugman, en un artículo publicado en The New York Times, titulado “Cómo perder la guerra arancelaria”, junto con criticar la formulación de Trump de “que las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, constató que “los aranceles están mal diseñados incluso desde el punto de vista de alguien que comparte su cruda visión mercantilista. De hecho –concluyó-, la estructura de sus aranceles hasta el momento está diseñada para infligir el máximo daño a la economía de EEUU con una ganancia mínima”.
“El punto clave es que la visión (…) parece imaginar -explica el premio Nobel- que el mundo todavía se ve como en la década de 1960, cuando el comercio era fundamentalmente productos finales como trigo y automóviles. En la economía mundial moderna, sin embargo, una gran parte del comercio se realiza en bienes intermedios, no en automóviles, sino en partes de automóviles. Entonces, en el mundo de hoy, los guerreros del comercio inteligente (si es que existen esas personas) centrarían sus aranceles en los bienes finales para evitar el aumento de los costos para los productores de bienes domésticos. Pero ninguno de los aranceles de Trump está en bienes de consumo”. Según su análisis de las “importaciones chinas a EEUU afectadas por los aranceles” el porcentaje en bienes de consumo es solo de 1%. Un 52% está en bienes intermedios y un 43% en bienes de capital.
El ministerio chino de Comercio entregó un comunicado público estableciendo que la determinación pone “en riesgo la cadena de valor global”. “Las medidas estadounidenses –expresó Gao Feng, portavoz del ministerio- están atacando esencialmente a las cadenas de valor y de suministro global. Para decirlo de manera simple –agregó-, Estados Unidos está disparando contra todo el mundo, incluso contra sí mismo”. El comunicado destacó que Washington lanzó “la mayor guerra comercial de la historia económica hasta la fecha. La parte china –añadió- prometió no realizar el primer disparo, pero para defender los intereses fundamentales del país y los de su gente, nos vemos forzados a contraatacar». Señalando, además, que buscarán con otros países “salvaguardar conjuntamente el libre comercio y el sistema multilateral”. La respuesta concreta fue aumentar aranceles a 114 bienes importados, por un monto global de US$ 49,8 millones. Los gravámenes por una suma mayor se impusieron a vehículos, aeronaves y buques (US$ 27,6 millones) y productos vegetales (US$ 13,7 millones).
“La represalia de China –constató el ya citado artículo de Krugman- (…) no elimina por completo los aranceles sobre los bienes intermedios, pero se trata fundamentalmente de productos finales. Y también –añadió- está impulsado por una clara estrategia política de lastimar a los votantes de Trump (…) Lo notable de los aranceles de Trump, sin embargo, es que son muy autodestructivos”. Su gráfica sobre “las exportaciones de EEUU a China afectadas por los impuestos establecidos en represalia” consignó que un 38% son productos agrícolas y alimentarios” y un 24% son “equipamiento de transporte”, siendo un 32% “otros bienes intermedios”.
Donald Trump había amenazado con un escalamiento de la ofensiva si sus nuevas medidas dan lugar a represalias. Habló de establecer aranceles a importaciones desde China por US$ 400.000 millones. “Podría incluso –declaró a la cadena Fox- llegar a los US$ 500.000 millones si no alcanzamos un acuerdo”. En 2017, el comercio bilateral fue de US$ 504.000 millones de importaciones efectuadas por EEUU, en cambio las de China alcanzaron a US$ 130.000 millones. Uno de los objetivos de Trump es reducir el déficit comercial en el intercambio mutuo. La conocida táctica del magnate norteamericano se inspira en las aplicadas en sus negocios, amenazar o adoptar medidas, que conduzcan a la contraparte a un entendimiento que le signifique avances en sus objetivos centrales.
Ante la respuesta china, Trump inmediatamente instruyó a la Oficina del Representante de Comercio Exterior para establecer nuevos aranceles sobre 6.000 productos chinos con un monto de adquisiciones ascendente a US$ 200.000 millones anuales. Beijing ya no podría contestar con medidas similares, dado que sus exportaciones anuales hacia EEUU llegan a US$ 116.000 millones en doce meses. Por ello, su respuesta fue que, de implementarse la nueva decisión, que considera “totalmente inaceptable”, procederá a adoptar “las contramedidas necesarias”. Su viceministro de Comercio, Wang Shouwen, manifestó que la escalada en curso podría tener “consecuencias catastróficas. EEUU –puntualizó- ha tomado medidas unilaterales y proteccionistas al imponer aranceles adicionales. Estos actos desafían y pisotean las reglas de la OMC y amenazan seriamente el sistema de comercio internacional. Ciertamente –concluyó- esta es una crisis existencial para la OMC”.
Beijing busca establecer relaciones más estrechas para enfrentar el complejo escenario. Su primer ministro, Li Keqiang, viajó a Bulgaria para participar en la VII Cumbre China-Europa Central y Oriental, 16+1, promoviendo la nueva Ruta de la Seda. En su intervención subrayó el firme respaldo a “la integración europea, y esta posición –subrayó- no cambiará”. Constituye –recalcó- una “fuerza importante para salvaguardar la paz y estabilidad mundiales”, siendo el “mayor socio” en la cooperación económica y comercial de China”. Luego viajó a Berlín para participar en la quinta ronda de consultas intergubernamentales entre China y Alemania, el principal socio comercial del país en Europa. “Hemos acordado –declaró Ángela Merkel- que queremos seguir rigiéndonos por las normas de la OMC y que apostamos por el multilateralismo para las cuestiones comerciales”. Ambos gobiernos han comunicado al organismo internacional que las medidas arancelarias establecidas por Washington infringen los acuerdos de la OMC. En la cita, se pronunciaron además a favor del acuerdo nuclear con Irán, desahuciado por Washington, dejando constancia que puede ser revisado y mejorado. Fortalecer la cooperación en el resto del mundo es uno de los caminos principales de responder a Trump.
Li Keqiang, durante el Foro de Cooperación Económica y Tecnológica germano-chino, efectuado en Berlín, informó que Beijing utilizará los fondos extras recaudados con los aumentos de aranceles a bienes precedentes de EEUU para aliviar el impacto negativo que este incremento tendrá en empresas chinas y en sus trabajadores.
The Wall Street Journal publicó un artículo para demostrar que los exportadores de EEUU son víctimas de la guerra comercial. “¿Quién es –se preguntó el artículo- el mayor perdedor cuando se imponen aranceles a las importaciones? (…) son los exportadores –se contesta- (…) la teoría y las evidencias demuestran que los aranceles a las importaciones actúan (…) como un impuesto a las importaciones”. Para luego explicar el Teorema de Simetría Lerner, que demostró esta relación en 1936.
En EEUU se produjeron inmediatamente anuncios en contra de la acción desatada. La poderosa Cámara de Comercio estadounidense solicitó al Gobierno la reconsideración. Thomas Donohue, su presidente, antes del comienzo de la ofensiva, expresó que los aranceles constituyen “un peaje para los negocios, los trabajadores, los granjeros y los consumidores estadounidenses” porque “los mercados internacionales se cierran a los productos estadounidenses y estos se encarecen aquí”. Los documentos de la Reserva Federal, con anterioridad al 6 de julio, también constataron efectos que se estaban produciendo, particularmente postergando o dejando sin efecto inversiones programadas. Una encuesta efectuada por The Washington Post y la Universidad George Mason reveló que un 56% de los consultados consideró que el conflicto iniciado por Trump es negativo para los empleos en el país y un 72% destacó que producirá un incremento de los precios. Ello incluye a la mayoría de los republicanos encuestados.
En el propio Senado norteamericano, controlado por los republicanos, se expresó preocupación, aprobándose incluso una moción defendiendo el papel del Congreso en el establecimiento de aranceles argumentados por motivos de seguridad nacional. El presidente del comité de Finanzas de la Cámara Alta, Orrin Hatch, anunció que iniciará gestiones para que se recuperen atribuciones delegadas en el Ejecutivo, señalando que las acciones impulsadas por Trump son “temerarias”. En la cámara baja, su presidente, Paul Ryan, expresó: “Nos arriesgamos a que los productos estadounidenses queden fuera de nuevos mercados, que los puestos de trabajo se vayan a otros países y que la influencia estadounidense decaiga”. Concluyendo en que los aranceles establecidos a China “no son la solución”.
De otra parte, para defenderse en el nuevo escenario creado por Trump, empresas estadounidenses han procedido a diversificar geográficamente su producción. Primero, el fabricante de motos Harley-Davidson anuncio su expansión fuera de EEUU. Después la automotriz Tesla, ya en pleno enfrentamiento entre EEUU y China al elevarse recíprocamente los aranceles, dio a conocer un acuerdo preliminar con las autoridades de Shanghai para levantar una planta de ensamblaje que competirá con la que posee en territorio estadounidense. El gobierno chino en el caso de la industria automotriz resolvió permitir que empresas extranjeras sean propietarias del 100% de la producción que efectúen en el país. El país asiático se encuentra en una etapa de un mercado automotriz masivo y de fuerte expansión.
Existe una elevada volatilidad, en un comienzo de año favorable para las empresas estadounidenses debido al efecto en el corto plazo de la reducción de los impuestos corporativos de 35% a 21%. En el primer trimestre, de acuerdo a estimaciones de Bloomberg, las ganancias empresariales aumentaron en un 23,5%, considerando las compañías del índice S&P 500, y en el segundo un 19,7%. En gran parte, la volatilidad fue consecuencia de las constantes declaraciones sobre medidas proteccionistas comerciales, a lo que se agregó el fortalecimiento global del dólar.
Las medidas de incrementos arancelarios de Trump afectan también directamente a un abanico de países, los cuales a su vez responden con medidas similares. La Unión Europea el 21 de junio por unanimidad lo hizo contra decenas de productos estadounidenses. Canadá el 30 de junio aplicó recargos a productos que representan un monto de unos US$ 12.600 millones. México aplicó aranceles equivalentes a diversos bienes procedentes de EEUU, como respuesta a medidas adoptadas por la Casa Blanca. Japón informó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que debido a los aranceles colocados en marzo al acero y al aluminio procedería a establecer cargos a mercancías estadounidenses por US$ 450 millones. Rusia denunció, al igual que otros países, a la OMC la acción proteccionista de Washington y procedió a imponer tasas adicionales a un listado de bienes. En el caso de Irán, a principios de mayo la Casa Blanca comunicó su retiro del acuerdo nuclear con Irán suscrito por Barack Obama y acordó sanciones a aplicar desde el 6 de agosto tanto a Teherán como a empresas que tengan relaciones comerciales con el país islámico. En cambio, a Corea del Sur le impuso un tratado por medio del cual Seúl se obliga a abrir más su mercado a automóviles norteamericanos y reducirle sus ventas de acero en un 30%.
Un escalamiento del conflicto estimó Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, considerando que los enfrentamientos desatados por Trump se producen, además de China, con numerosos otros países, podría significar una reducción del 2,5% en el producto estadounidense y en el 1% a nivel global. Expertos del Bank of America consideran que las consecuencias internas en EEUU conducen a una desaceleración de la actividad y podrían “llevar a una recesión”. “Todo economista sabe –comento Martin Wolf en Financial Times- que la manera efectiva para reducir el déficit comercial en un país cercano al pleno empleo es la recesión. Este no es, presumiblemente –añadió- el objetivo de EEUU, pero podría ser el resultado de la incertidumbre creada por sus políticas”.
Dadas las consecuencias globales que necesariamente comienzan a producir efectos, ellos tenderán a registrarse más rápidamente en aquellos países que son más dependientes de sus exportaciones, entre los cuales se encuentra Chile. El principal recurso de colocaciones en el exterior del país, el cobre, experimentó en lo transcurrido de julio sucesivas caídas. “Una liquidación en los metales industriales y otras materias primas –destacó The Wall Street Journal- se intensificó (…) a medida que las amenazas más recientes de aranceles (…) aumentaban la preocupación por el impacto de una batalla comercial en la economía global. China –fundamentó- es el consumidor más grande de materias primas del mundo y responde por la mitad aproximadamente de la demanda de diversos metales como el cobre, por lo tanto, las preocupaciones por su economía pueden hacer oscilar los precios de los ítems”. Desde luego la repercusión concreta anual dependerá de la profundidad y evolución que alcance el conflicto en curso. Entre los impactos más directos que produce el descenso en la cotización del metal rojo están el tipo de cambio y los ingresos fiscales. Según las estimaciones oficiales por cada centavo en que se reduce su cotización anual estos descienden en US$ 60 millones.
El presupuesto 2018 se elaboró con un precio promedio en el ejercicio de US$ 2,77 la libra, el 6 de julio promediaba en el año US$ 3,13 la libra. A su vez, si la devaluación del peso se ubica por encima de la estimación con que se calculó el presupuesto los ingresos fiscales en moneda nacional, al cambiar las divisas, aumentan. En la revisión de las estimaciones presupuestarias en el año, el ministerio de Hacienda lo calculó en US$ 3,12 la libra. El presupuesto del país tiene su déficit en moneda nacional y superávit en moneda extranjera. En la nueva proyección presupuestaria el aumento de los ingresos fiscales durante 2018, que se había calculado en 7,4%, se elevó a 9,6% como consecuencia de un mayor crecimiento del producto de 3.5% a 3,8%, y del precio promedio superior del metal rojo. Paralelamente se actualizó el incremento del gasto público anual de 4,1% a 4,8%, reduciéndose el déficit fiscal proyectado en el año a 1,7% del PIB.
Las nuevas estimaciones presupuestarias fueron efectuadas sin considerar el impacto en el país de la guerra comercial. “(…) lo que hemos visto –manifestó Felipe Larraín refiriéndose a la caída en la cotización del cobre- tiene mucho que ver con la guerra comercial, y es claro que probablemente quienes comenzaron este proceso no tienen interés en generar estos efectos, pero se están generando, porque sabemos cómo empieza, pero no cómo termina”. A mediados de mes, el cobre había descendido un 14% en relación a los US$3,35 la libra registrados al comenzar el año. Paralelamente otros metales también durante julio experimentaron caídas.
Hugo Fazio
Julio 2018