Como era presumible la actividad económica reaccionó positivamente al incremento de los ingresos personales causado ante todo por el retiro del 10% del fondo de pensiones, que al finalizar la semana sumaba más de US$12.000 millones. Fueron numerosos los hechos que lo registraron, entre ellos el Índice de Percepción de la Economía de GfK Adimark, que redujo en un movimiento inusual por su magnitud el nivel de pesimismo existente que ya se extiende por 25 meses. Es un incremento positivo, pero transitorio, a una violenta contracción, que se produce después de una larga etapa de bajo crecimiento, de la cual el país requería salir.
En agosto, consecuencia ante todo del fuerte estimulo contracíclico del acceso al 10% del fondo de pensiones -que nunca había sido utilizado hasta ahora en beneficiar a los imponentes- se produjo un viraje importante en la evolución de la actividad económica del país, caracterizada hasta ese momento por una violenta caída del producto causada por la pandemia y las políticas públicas implementadas para enfrentarla. Al 28 de agosto, el 85% del total de afiliados del sistema habían solicitado retirar sus fondos, de acuerdo con las cifras de la Superintendencia de Pensiones, más de 9.3 millones de personas. El monto cancelado alcanzaba a US$12.018 millones, percibidos por 8,3 millones de afiliados.
Una de las primeras cifras en constatarlo provino de las ventas del comercio minorista. El indicador elaborado por la Cámara Nacional de Comercio (CNC) de la semana del 10 al 16 de agosto online y presencial aumentó en un 26,5% en relación con el mismo lapso en 2019. Si se excluye a los supermercados, que experimentaban un alza anual de 43,9%, el incremento fue de 10,9%. En esa semana también registraron un gran movimiento los mercados de artículos tecnológicos y bienes durables, especialmente por el canal online. La cantidad de transacciones efectuadas con tarjetas de débito aumentaron en los primeros veinte días de agosto un 35%, comparándolo siempre con los mismos días del año anterior. El Director General de Mercado Abierto informó que “el día 13 de agosto alcanzaron un peak histórico vendiendo diez veces más que en igual fecha del año pasado”.
Ya en la semana previa. cuando con relación a estos ingresos estaban actuando las expectativas, las ventas del comercio minorista aumentaron en comparaciones anuales en 14,4%. Desde luego también incidió el grado menor de confinamiento y la apertura de más locales comerciales. La recuperación total del consumo se deberá producir cuando la actividad económica repunte y, por tanto, se produzca recuperación de la fuerte caída del empleo. La CNC percibe el efecto positivo en las ventas como acotado y que el estímulo creado por el 10% desaparecerá hacia el último trimestre del año.
Los mayores ingresos personales se registraron también en las cuentas de ahorro para la vivienda del BancoEstado. El promedio mensual de apertura de cuentas en enero-julio fue de 14.997. En agosto subió a 30.179. Otro tanto ocurrió en el monto promedio de ahorro el cual efectuando la misma comparación pasó de $3.446 millones a $6.584 millones. “Uno de los efectos del retiro del 10% -comentó Sebastián Sichel, su presidente- fue duplicar el monto de ahorro mensual total en el banco”.
La operación de la entrega de recursos contó con el apoyo del financiamiento otorgado por el Banco Central, lo cual les permitió a las AFP manejar con menor impacto la liquidación de activos internos necesarios para concretar la operación. El instituto emisor al 24 de agosto había comprado US$3.512 millones en bonos bancarios. Esta operación se hizo con un pacto de compra posterior por los bancos, sin que se haya publicado el plazo en que se efectuará. Además, adquirió US$134 millones en depósitos a plazo. Con anterioridad el Banco Central ya había efectuado otras operaciones de mercado abierto. Hasta mediados de agosto había adquirido US$6.014 millones en títulos de deuda propia y bonos bancarios por US$1.411 millones en pesos y en UF. El instituto emisor ya cuenta con la autorización para adquirir títulos fiscales en el mercado secundario.
De otra parte, desde que se produjo el acceso al 10%, la cantidad de dinero en poder de las personas aumentó. El denominado M1, componente de dinero constituido por el circulante, así como los recursos en cuentas corrientes bancarias y depósitos a la vista experimentaron un aumento. De la misma manera, el Servipag incrementó el número de pagos recibidos, hecho demostrativo de que un porcentaje de la mayor disponibilidad de ingresos se destinó a la cancelación atrasada de servicios.
Por su parte, el Índice de Percepción de la Economía de agosto, que publica mensualmente GfK Adimark, disminuyó en 4,3 puntos el nivel de pesimismo. cambio absolutamente inusual en la disposición de la población hacia el consumo, alcanzando a 22,5 puntos, muy lejos aún de los cincuenta donde se produce el equilibrio con el optimismo. “La historia estadística de este índice -subrayó Max Purcell, gerente general de GfK Adimark- muestra pocos saltos tan importantes como el visto en el mes. En este caso fue fundamental – añadió- la inyección de liquidez que percibió un alto porcentaje de la población por el retiro del 10% de las AFP, así como por otros planes de subsidios en efectivo que se concretaron en el mes”.
Durante agosto, los sectores socioeconómicos que más recuperaron fueron el C3 y el C2, claramente favorecidos con el retiro del 10%, que llegaron a 27, 6 puntos. “Se trató, de todos modos. -anotó Purcell-, de un avance transversal que llegó a todos los sectores”. La menor recuperación se produjo en las capas de la población de menores ingresos, el D/E. Por grupo etario la mayor recuperación se produjo entre las personas más jóvenes. La disposición de comprar artículos para el hogar mejoró en nueve puntos. “Claramente no está claro si esta recuperación de la confianza -comentó finalmente Purcell- gatillará una recuperación sostenida o solo será un veraniego de San Juan”. El índice completó así 25 meses en terreno negativo.
No existen dudas que la estimación de caída en el nivel de actividad en el año será menor al proyectado oficialmente. Es difícil estimar el efecto concreto a producirse. José de Gregorio, decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, adelantó algunos números, dejando constancia que existe mucha incertidumbre. “Esto es algo –detalló- que debiera continuar el próximo año, porque no solo tiene el impacto directo de que se está gastando más, sino que tiene efectos multiplicadores, y por eso el impacto se va a extender todo 2020 y 2021. Podrían ser tres o cuatro puntos perfectamente que nos reducen la caída del PIB. Es muy difícil estimar cuanto será la caída del PIB –observó– debido a que no sabemos qué va a pasar con la evolución del virus”.
El Director de Presupuestos Matías Acevedo, adelantó algunas modificaciones a producirse, aunque el próximo Informe de Finanzas Públicas (IFP) debe ser presentado a fines de septiembre y se está preparando el proyecto de presupuesto 2021, que debe considerar un conjunto de estimaciones macroeconómicas claves. El déficit fiscal del presente año que el IFP de junio lo estimó cercano al 10% o de dos dígitos consideró “que hoy día estamos pensando en un rango entre 9% y 9,5%. Pero – anotó – para no perder la perspectiva sigue siendo el valor de déficit más alto desde el año 1973”. La modificación se produce con la deuda pública, que se estimaba alcanzarían al 35% del PIB y se reducirían a 34%. Igualmente tienen previsto efectuar una nueva estimación en el precio del cobre, considerando el repunte registrado en su cotización. Todo ello conduce a un retroceso en el 6,5% de disminución de la actividad económica proyectada en junio. “Deberíamos esperar –resumió- algo mejor, sí. Algo que refleje el impacto de las últimas medidas que se han aplicado de trasferencias de ingresos a las personas con el bono de la clase media, el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) el retiro del 10% que sin duda tiene un efecto en el consumo”.
Acevedo le asigna una gran importancia al proceso de aprobación del presupuesto del año 2021, en el cual deben efectuarse en su elaboración proyecciones de crecimiento económico, precio del cobre, tipo de cambio e inflación, por incidir en los ingresos fiscales o en el gasto. Acevedo espera que el presupuesto 2021 constituya “el primer paso para demostrar que el compromiso de convergencia fiscal (establecido en el acuerdo de junio del Ejecutivo con la comisión de Hacienda del Senado ampliado) sigue vigente”.
En el proceso de aprobación presupuestaria deben considerarse también los menores ingresos a producirse. “Eso también -recalcó- es parte del acuerdo. No solamente estamos hablando de mayores gastos también de menores ingresos. Lo que se acordó es una combinación de ambos, medidas de gasto y medidas de ingreso. Se fijó –insistió- que el monto máximo del presupuesto 2021 será el mismo que estábamos proyectando para este año (…). Estamos trabajando en esa línea que el presupuesto más el Fondo Covid cumpla con ese compromiso d que está establecido en el acuerdo”. Por tanto, parte de la base que la discusión más general del presupuesto ya se hizo y el parlamento debería limitarse a refrendarlo, lo que en la discusión del Fondo Covid ya se puso en duda.
Con cargo al fondo, detalló, “se han ejecutado US$ 2.600 millones, que incluyen una parte del IFE (su incremento). El Bono Clase Media, Fondo de Apoyo a los Municipios y el Fondo Especial de Salud (…), entre las principales medidas. Estos recursos se suman a los ya ejecutados desde abril a la fecha, como parte del Plan Económico de Emergencia. Hay una serie de leyes que están con gastos comprometidas para el fondo y otros contra el presupuesto regular, y hay otras iniciativas que se han anunciado y que podrán cargarse al fondo”.
Los hechos son evidentes. Como consecuencia ante todo del retiro del 10%, pero también del complejo proceso de desconfinamiento y medidas fiscales de apoyo a sectores vulnerables se produjo en agosto la reducción en la caída proyectada de la actividad económica. Se trata de fenómenos transitorios mientras la actividad no se normalice, lo cual hace muy importante la discusión del presupuesto 2021 para que alcance efectivamente un impulso fiscal reactivador. Las presiones restrictivas del gasto crecieron luego que la Dirección de Presupuestos informó del cálculo efectuado del PIB tendencial, con un crecimiento de solo 1,5% en 2021, que constituye la más baja estimación desde que se efectúa esta medición y que sirve de insumo para la elaboración presupuestaria. “Si el PIB tendencial continúa siendo bajo – manifestó Guillermo Le Fort, uno de los partícipes en su determinación-, vamos a tener que acostumbrarnos a niveles de gasto más reducidos. Sin crecimiento no hay desarrollo -sentenció-, es así de simple”. Ello cuando la realidad del país exige utilizar el gasto público como un factor que lo saque de la brecha recesiva.
De otra parte, debe tenerse en cuenta que antes de los efectos de la pandemia y las políticas públicas para enfrentarla, el país vivió una larga fase de recesión con crecimiento, fenómeno que se produce cuando la economía aumenta insuficientemente por debajo del nivel en que lo hacen los factores productivos.
En la clase magistral efectuada con motivo del 25 Aniversario del Cenda, el destacado economista Gabriel Palma afirmó que desde 1998 la economía nacional está en problemas, después de una etapa de crecimiento que se extendió desde 1986 a 1998, señalando como un gran factor que lo origina el largo estancamiento de la productividad. En 2017, en el libro “Chile: su larga fase de recesión con crecimiento”, refiriéndonos al periodo que se extendió desde “el cuarto trimestre de 2013 en la fase final del gobierno de Sebastián Piñera hasta el primer trimestre de 2017”, lapso en que “el producto crece ininterrumpidamente por debajo del 3%, cifra que tanto el ministerio de Hacienda como el Banco Central consideran que, a lo menos, es el ritmo al cual se incrementan anualmente los factores productivos. El Fondo Monetario Internacional en su informe del año 2016 sobre Chile -agregamos- establece su aumento en 2,8%. (…) en el periodo señalado tampoco se superó esa cifra. En los momentos de una mayor expansión del PIB solo alcanzó el 2,7% durante los primeros trimestres de los años 2014 y 2015. Si se promedia su nivel en los años señalados –concluimos- (…) hasta el cuarto trimestre de 2016 se registró un crecimiento promedio de 2%” (1).
Si prolongamos lo señalado hasta antes que estallase la pandemia y empezaron a registrarse cifras de caída de la actividad económica, constataríamos que desde el segundo semestre de 2017 hasta mediados de 2018, es decir la última etapa del gobierno de Michelle Bachelet y el inicio de la segunda administración de Piñera se produjo un crecimiento mayor por un momento más favorable del ciclo mundial y por expectativas positivas en sectores empresariales por el nuevo gobierno, que después no se cumplieron. Desde mediados de 2018, o sea cuando Piñera llevaba pocos meses de gobierno se inició una nueva fase de bajo crecimiento, antes del estallido social y de la pandemia. Durante este largo lapso la productividad del país permaneció estancada.
Los bajos niveles de productividad no son solo un fenómeno chileno. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, en su presentación efectuada en la reunión anual de bancos centrales en Jackson Hole, cuando anunció una modificación de la política monetaria admitiendo que la inflación “puede permanecer sobre el 2% durante algún tiempo”, tuvo en cuenta la evolución de la economía. “La crisis económica provocada por la pandemia -subrayó– no es más que la continuidad de un periodo en que las expectativas de crecimiento no han dejado de caer y lo que es más preocupante, una ralentización de la productividad”.
Hugo Fazio
(1) Véase, Chile su larga fase de recesión con crecimiento. Ediciones Cenda 2017, pág. 11.