La invasión militar de Cuba por Playa Girón en abril de 1961 era en esencia una operación quirúrgica en el cuerpo social de Cuba para extirpar a Fidel Castro e implantar en su lugar un nuevo gobierno cubano cuyos integrantes, con un ex Primer Ministro a su cabeza, estaban concentrados en una base de la CIA en la Florida para ser transportados cuanto antes a la cabecera de playa que establecerían los invasores en Playa Girón. Fracasó en Cuba pero funciono 4 años después en República Dominicana, nuevamente en 1983 en Granada, en 1989 en Panamá así como en el 2003 en Irak y en el 2004 en Haití.
Es ya bien conocida la costumbre de los políticos norteamericanos de repetir acciones ya emprendidas por el Gobierno estadounidense en el pasado a pesar de que hubieran fracasado. Tienden a repetirse haciendo gala de una muy baja capacidad imaginativa. Los principales ingredientes que siempre se repiten son aislamiento político internacional del gobierno villano, definición de quien o quienes serán los políticos que sustituirán a los gobernantes a derrotar y el empleo de la fuerza para lograrlo y esta última puede ser el clásico golpe de estado por militares hasta una invasión desde el exterior pretendidamente dirigida por nacionales del país a invadir y siempre con el pretexto de hacerlo para liberar al pueblo cautivo del país en cuestión.
Es a la luz de lo dicho que propongo examinar la siguiente noticia publicada hoy por La Tercera :” El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, habló por teléfono este martes con el líder opositor venezolano Juan Guaidó, en una muestra de respaldo y otra clara señal del descontento de Washington con el mandatario Nicolás Maduro.”
“En la comunicación, Pence reconoció a la Asamblea Nacional como “el único cuerpo democrático legítimo” de Venezuela, según dijo a la agencia de noticias Reuters un funcionario de la Casa Blanca.”
“En un mensaje publicado en la red social Twitter, Guaidó agradeció la llamada de Pence y dijo que “seguimos firmes en la defensa de la democracia; sabemos que contamos con el apoyo de los gobiernos del mundo”.
Guaidó, un desconocido miembro de la Asamblea Nacional venezolana devenido circunstancialmente su Presidente después del fracaso de políticos profesionales como el adeco Henry Ramos, acepta esta misión que el destino pone en su camino y acepta jugar el rol que presumiblemente le tocara desempeñar.
El Primer paso ya se ha decidido, quién será el próximo Presidente de Venezuela. Veamos el segundo, el aislamiento político. Para eso está la OEA con el apasionado agente antichavista Luis Almagro como su Secretario General y el ya conformado Grupo de Lima, la posición de la Unión Europea que se las da de una colección de impolutos gobiernos democráticos, después de haber sido la cuna del colonialismo durante 500 años.
Cumplido el segundo paso, veamos cómo se está preparando el tercero, el uso de la fuerza. Hasta ahora todos los intentos conocidos para ganarse a los militares chavistas a los efectos de que protagonicen un golpe de estado han fracasado. Pero también se insinúa el uso posible de la fuerza externa, vale decir de una invasión, ya sea por el oeste, Colombia, ya sea por el Norte, las bases militares estadounidenses en Caribe, ya sea desde el Sur Este, el Brasil del fascista Bolsonaro, ex capital del ejercito de su país, con 5 militares en su gabinete ministerial.
Ante esta situación Alberto Rojas llega a la siguiente conclusión en su artículo aparecido también hoy en La Tercera:” De modo que, ante un escenario sombrío como éste, pareciera que solo queda esperar que la crisis social y económica —que se agrava día tras día— acabe generando algún cambio en el gobierno. O que dentro de las filas del chavismo se genere una fractura que permita, por ejemplo, reactivar el referéndum revocatorio o adelantar las próximas elecciones presidenciales. Pero, en ambos casos, eso significa tiempo; demasiado tiempo. Mientras tanto, Venezuela parece ser un verdadero callejón sin salida”.
En efecto, es verdad que la economía venezolana está virtualmente fuera de control con una hiperinflación galopante que está llevando el país a una reducción de su PIB y escases de productos ante la demanda monetaria. Pero, y aquí viene lo que la prensa no refleja, pese a esta situación económica los chavistas han ganado todas las elecciones, tanto para gobernar 19 de los 23 Estados, como para elegir una Asamblea Constituyente así como la enorme mayoría de los municipios y finalmente para reelegir a Maduro como Presidente. Esto quiere decir que el pueblo venezolano o al menos más de la mitad, no piensa con el estómago sino que con el cerebro, en el cual ha brotado la semilla sembrada por Hugo Chávez desde finales de 1999, de que otro mundo mejor era posible para Venezuela. Esa actitud de la mayoría de los venezolanos, más la voluntad de respaldar el objetivo perseguido por Chávez por parte de los militares venezolanos, vale decir la existencia de una alianza cívico-militar para llevar a cabo un objetivo revolucionario, constituye una fuerza que está en condiciones de pasar de la defensiva estratégica a la ofensiva revolucionaria, el paso que se dio en Cuba en los inicios de su Revolución, el control de la economía nacional por la vía de las intervención estatal. Ese hecho es inexplicable para los politólogos y políticos estadounidenses, quizás porque cuando tuvieron una experiencia similar por última vez fue en 1776 y lucharon por su independencia para darse la forma de gobierno que les dio la gana inventar.
Carlos Romeo
La Habana, 16 de enero del 2019