A LA ECUACIÓN REACCIONARIA LE FALTA UN ELEMENTO

Por Carlos Romeo

En Chile se demostró una vez más en 1973, la eficacia de la ecuación reaccionaria que dice: Parlamento + Empresarios + Fuerzas Armadas = Golpe de Estado, empleada con éxito durante mucho tiempo en la América Latina para acabar y sustituir gobiernos progresistas o al menos poco manejables para el imperio del Norte.

Pero la validez general de esta ecuación empezó a fallar ya en 1959, cuando a muy corto andar el Gobierno Norteamericano llego a la conclusión de que Fidel Castro no era manejable y que por tanto debía ser eliminado. Nuevamente fallo en Venezuela en el 2002 en donde se la aplicó para acabar con el Gobierno de Hugo Chávez. Ambos fracasos llevaron a los “científicos políticos” del Imperio a concebir una nueva formulación que, sin descartar la anterior, se aviniera a los nuevos tiempos y a nuevas formas más aceptables en el siglo XXI. Se utilizó con éxito en el 2009 en Honduras para sacar al Presidente Manuel Zelaya y posteriormente en el 2012 para también derrocar al Presidente Fernando Lugo. Nuevamente está siendo utilizada en estos momentos en Brasil para acabar con la Presidencia de Dilma Rousseff .

Es una variante de la antigua y clásica ecuación, pero mediante la cual se logra demostrar “formalmente” que el elemento fundamental que explica sus resultados es el Parlamento, teóricamente expresión de la voluntad popular, aunque el resultado solo es posible por un desempeño “pasivo” del elemento Fuerzas Armadas.

Llama la atención de que pese a la abierta y declarada actitud inamistosa de Washington con el Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, y al empeño obsesivo de la oposición, que ganó mayoritariamente la Asamblea Nacional venezolana, para acabar con su Gobierno, no esté funcionando en ese país la ecuación reaccionaria, ni bajo su forma clásica ni mediante su variante moderna. En un intento por explicarlo es necesario concretar el comportamiento de todos sus elementos.

No hay duda del motivo que explica la forma militante de comportarse tanto del Empresariado venezolano como de la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional: acabar cuanto antes con el Gobierno de Maduro. La explicación debe estar, por lógica, en el del tercer elemento, las Fuerzas Armadas, sin el cual el resultado de la ecuación es nulo. En este caso, para explicarlo, hay que remitirse a una larga entrevista que en la televisión le concedió el General Ministro de la Defensa de Venezuela al periodista y ex Vicepresidente venezolano Vicente Rangel, durante la cual dejo muy claramente establecido que las fuerzas armadas venezolanas no estaban para participar en golpes de estado de cualquier tipo que fueran. Esa declaración de propósito en la presente coyuntura política venezolana obedece a un factor muy peculiar del proceso revolucionario que ha transcurrido en ese país, que no es otro que la vigencia de una alianza cívica-militar que el propio Hugo Chávez construyó desde el seno del ejercito del cual era un destacado oficial, mediante su doctrina de que las fuerzas armadas debían ser patrióticas y populares y que nunca más utilizarían sus armas en contra de su propio pueblo.
La frase “Las fuerzas Armadas son el pueblo uniformado” se hizo realidad en Cuba cuando el Ejército Rebelde, núcleo fundacional de las actuales Fuerzas Armadas Revolucionarias, se constituyó por civiles que se alzaron en armas en contra de una dictadura. En el caso venezolano, su raíz es la procedencia popular tanto de la oficialidad como de sus clases y soldados, explicación de cómo llego a ser su máximo representante un venezolano pobre que tenía que vender en la calle los dulces que hacia su abuela para ayudar a su familia a sobrevivir.

Digamos de paso, que obviamente ello es inconcebible en Chile, en donde solamente se puede llegar a ser oficial si se proviene de una “familia Bien”, que en otras palabras significa complacencia con el orden tradicional establecido y se confunde amor a la Patria con amor a ese orden, idea que se cultiva y desarrolla en la cultura propia de ese segmento social que vive en sí mismo y aparte del resto de la sociedad a la cual pretende representar.

Entre las razones por las cuales Hugo Chávez hizo historia y muy posiblemente cambió el futuro de su país, está la construcción de esa alianza cívica-militar que le ha sobrevivido y, digámoslo con franqueza, de la cual depende el futuro del proceso revolucionario venezolano, en la actualidad atravesando una etapa de resistencia estratégica.

La Habana, mayo 2016