CUIDADO CON LA CLASE MEDIA

Por Fernando A. Torres. Desde EE. UU.

Cuidado con la clase media. Es la clase que hace las reflexiones filosóficas sobre lo que seremos después del virus, es la clase que tiene el tiempo de pensar y meditar, que escribe los poemas, las canciones, las películas y los cuentos y nos dicen cómo comportarnos frente a las crisis sociales y las protestas. Las clases altas están ocupadísimas tratando de hacer más dinero y las clases bajas ocupan su tiempo tratando de sobrevivir; de ahí viene el olor a sobacos (axilas dicen algunos) que traspasó nuestras máscaras en el autobús colectivo. Los únicos que se las arreglan para tener tiempo son los de la clase media – algunos le dicen pequeños burgueses. Son los paternalistas de las clases bajas y muchos de ellos tratan de entrar a alguna clase social que no les pertenece mientras que los de las clases altas contratan a especialistas para evitar que los de abajo suban hacia ellos. El metro ya está demasiado lleno y no cabemos todos. Pero estos porfiados – conocidos también como arribistas – insisten. La clase media es peligrosa para cualquier movimiento social progresista porque no le gustan los cambios, son los reyes del statu quo, prefieren subyugarse a la calma, a la esperanza del diálogo y buscan por todos lados sacar lo bueno de los humanos. Pueden ser feroces sanguinarios y masacrar a su propio pueblo, como en Chile en donde traicionaron a Allende y sacaron a los militares a la calle dándoles “trigo” que comer. Por lo general la clase media le habla a la clase baja como reglamentando su comportamiento; como una especie de policía de la culpa, es un diálogo bastante reducido, casi un monólogo, como si esta clase fuera la conciencia de la clase baja; su representante moral y abogado en algunos casos. La clase media está a un paso de la clase baja mientras que la clase alta está a dos pasos de la clase baja. Por lo tanto, la clase media tiene un poco más de conciencia de clase (la conciencia de clase es reconocer de donde uno viene) porque la gran mayoría desciende de la clase baja, de los pobres. No pasa igual con los ricos porque estos heredan sus opulencias, se pasan sus riquezas de una familia a otra y no tienen un ápice de idea de lo que pasa por abajo de ellos. Los ricos siguen prefiriendo el sistema capitalista, pero como este sistema ha sido tan incongruente e ineficaz, le cambiaron el nombre y lo llamaron “economía de mercado”. El capitalismo ha sido incapaz de resolver hasta los más pequeños problemas de su sociedad, pongamos la pandemia como ejemplo, y los ricos lo saben muy bien, por eso practican la limosna, la compasión, la misericordia, la piedad, el altruismo, la filantropía y la generosidad magnánima. Todas estas palabritas son casi sinónimos entre ellas y son usadas de acuerdo con el interés detrás del donativo. Los Estados Unidos son expertos en estas materias; incluso tiene leyes que regulan la limosna y que han logrado una aprobación, un determinado comportamiento de beneplácito y aceptación hacia el sistema mismo (sobre todo de nuestra clase media). La filantropía organizada y regulada ha creado una fortaleza para detener el descontento popular, para que la clase baja no se subleve. $1.200 dólares no son nada. Pero no es la clase alta la que hace el trabajo sucio, no señor, es nuestra clase media la que le hace el trabajo sucio al capitalismo. Este proceso ha generado una capa de organizaciones “no-gubernamentales” sin fines de “lucro” y una casta de expertos que se entienden entre ellos utilizando un lenguaje “aceptable” y un comportamiento a la “altura” de los que ponen el billete. Si tienes contento a la clase media, tienes casi contentos a los pobres. Estas organizaciones filantrópicas son producto del capitalismo y tienen sus vidas en un hilo porque viven en los bordes, en las favelas del capitalismo. La clase media (los profesores, enfermeros, panaderos, artistas, etc.), lograron educarse gracias al esfuerzo de sus padres que por lo general fueron mucho más pobres, entonces los de la clase media quieren respetar y conservar esa “posibilidad” de educarse y avanzar. Se niegan profundamente a romper con esa situación, a no perturbar el “orden”. Por tal razón, es la clase media la que llama a la cordura, al dialogo, a respetar el medio ambiente, al entendimiento, a la paz y a comer verduras orgánicas caras. La clase media históricamente ha sido una clase temerosa pero tenebrosa, llena de miedos y traumas. Si, la clase media es timorata y siempre actúa como un freno a las luchas de liberación, a las luchas del “darse cuenta”. Sin conciencia social, la clase media es traicionera porque estar en el medio (hay que reconocerlo) es difícil. Como ya superó el dilema de “que es lo que tenemos para comer mañana”, la clase media se ha olvidado de sus padres y/o abuelos pobres y alejado de las luchas reivindicativas porque la gran mayoría de sus miembros se niegan a perturbar un sistema hipócritamente bondadoso. Claro la clase media ha dirigido revoluciones inconclusas, pero aquellas revoluciones triunfantes han sido la de los campesinos, los obreros y los pobres de la ciudad y el campo. Mis padres salieron de la pobreza y escalaron con éxito hacia la clase media. Esto me convierte en la segunda generación de clase media dentro de mi familia, y como un buen descendiente de la clase baja, traté por todos los medios de no convertirme en un arribista y luché durante toda mi juventud y después, pasando de adulto a anciano, me fui para la casa; como un buen miembro de esta clase maldita.

Mayo de 2020.