CUBA Y EL AÑO 2100

Por Carlos Romeo

A pesar de haber vivido tantos años en Cuba, un país socialista latinoamericano, ayer me sorprendió una manifestación del potencial de esta forma de organizarse y operar de una sociedad que, como sabemos, no deja también de tener sus defectos. Pero posee la capacidad de dirigir la acción de todos sus recursos humanos y materiales hacia un objetivo común.

Ayer pude seguir por la televisión la comparecencia ante la Asamblea Nacional Popular, el parlamento cubano, de la Ministra para el control del medio ambiente, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba, más conocido por las siglas CITMA, que es el órgano estatal que se encarga de dirigir, ejecutar y controlar la política del Estado y del Gobierno en la actividad científica y tecnológica, la política ambiental y de uso pacífico de la energía nuclear, asegurando su desarrollo y evolución de una manera coordinada para contribuir al desarrollo sostenible de la República. Y subrayo precisamente eso de desarrollo sostenible cuando ya prácticamente todo el mundo, con la excepción de ignorantes y de oportunistas, están de acuerdo en que el ambiente de este planeta está cambiando peligrosamente para peor. Entre sus manifestaciones afectan particularmente a Cuba, que es una isla de 110.000 kilómetros cuadrados, la elevación del nivel del mar y la disminución de las lluvias. Investigaciones que empezaron durante los últimos años del siglo pasado indican sin lugar a dudas que la elevación del nivel del mar en las costas de Cuba cubrirá más de 2000 kilómetros cuadrados en las próximas décadas y más de 6000 en el año 2100 afectando decenas de asentamientos humanos en las costas y la pérdida de más de 30.000 viviendas. Más aun, este fenómeno está y seguirá causando la invasión de los mantos acuíferos subterráneos que proporcionan el agua para la agricultura y la población humana y la eliminación de playas hoy en día destinadas al turismo. El mensaje es muy claro: están en proceso de deterioro nada menos que las condiciones naturales que sustentan en Cuba la vida de los cubanos.

Lo significativo es que desde hace más de dos décadas existe en Cuba un ministerio encargado de esta problemática tan trascendente y hasta ahora tan desconsiderada en la conciencia de los hombres y de muchos gobiernos en el mundo, empezando por el actual de los EE.UU. que acaba de retirarse del consenso de Paris para enfrentar las consecuencias del cambio climático en el planeta que todos habitamos. Pero lo que me sorprendió fue que hubiera ya un plan de acción para combatir y tratar de neutralizar los efectos de ese proceso en Cuba con un horizonte temporal que llega hasta el año 2100, plan que fue expuesto ante el parlamento cubano para su aprobación y puesto en vigor, continuando así las medidas que ya han sido tomadas al respecto.

No dejo de tener una connotación muy especial el que la Ministra hiciera mención al hecho de que se consideran acciones y medidas a realizar mucho después de que los participantes en la reunión que las aprobaron, hayan completado su vida. En efecto, se trata de la preservación de la vida humana en Cuba, la sobrevivencia de futuros representantes de la especie homo sapiens que habitan y habitaran en esta isla del Caribe.

Cuba tiene el potencial científico y la capacidad organizativa para enfrentar una problemática natural tan compleja y trascendental. Pero ¿y los pequeños países insulares que existen en el Caribe, uno de ellos de solamente veintitantos por treinta y tantos kilómetros de ancho y de largo? ¿Qué será de ellos? En un mundo en el cual los países desarrollados ya hoy impiden la inmigración de quienes quieren escapar de la miseria y del hambre, ¿quiénes los recibirán cuando tengan que abandonar sus islas como si fueran barcos que naufragan? ¿Que se impondrá, la solidaridad o el egoísmo humano? ¿Habrá que agregarle al respecto un capitulo a la declaración de los derechos humanos de las Naciones Unidas, de la que tanto se habla y que tan poco se cumple en la mayoría de este planeta?
La Habana, 19 de julio del 2017