Max Oñate Brandstetter
“…Ésta siempre fue la base de cualquier política antidemocrática:
usar al pueblo contra los derechos del pueblo,
usar al pueblo para hurtarle su derecho al autogobierno”
(Ralf Dahrendorf)
El proceso de organización territorial electoral y política de la nación en lo respectivo a la redefinición del mapa electoral (que se realizó en Chile con criterios que no fueron expuestos a la discusión pública, y del cual no circula aún el documento público por las calles) incorpora con ello, nuevas unidades geográficas de representación, con el objeto de asegurar una igualdad categórica en los procesos electorales.
Sin embargo, si se dispone del poder para la delimitación interesada en las unidades geográficas de representación política (municipalidades) conviene definir la distribución, quitando al adversario un bastión electoral, porque desde ahí no solamente se define la proporción demográfica por cupo de representación, sino que define que fracción de la población otorga su apoyo electoral y a qué candidatos.
Debemos tomar en consideración algunos tópicos de la muestra que señalaremos a continuación, esto nos permitirá observar el valor cuantitativo del voto y su relación demográfica en la configuración del mapa electoral:
1.- El comportamiento “bipartidista” del electorado Chileno:
El formato correspondiente a las elecciones municipales, corresponde a uninominal para alcaldes, un solo asiento de representación, y proporcional para concejales, relativo en cada comuna el número de asientos, pero si un partido obtiene un 30% de votos para esa elección, obtiene 3 concejales para su partido o lista de partidos en una comuna que tenga 10 concejales. Dado que existe un modelo de dos grandes coaliciones, para el caso de los alcaldes es elegido un candidato de la “Nueva Mayoría” o de “Chile Vamos”; sin embargo para el caso de los concejales, es posible que una tercera fuerza o más, obtenga un escaño; pero en esta señal investigativa, nos referiremos estrictamente a la elección de alcaldes.
2.- La influencia de la deserción electoral:
El año 2012 (últimas elecciones comunales) operó el formato del “voto libre y voluntario”, lo que señaló la tendencia de una baja hacia la participación electoral en todas las dimensiones de la política estatal.
Una vez aclarado esto, procederemos con el análisis electoral.
Observemos el mapa físico de la distribución demográfica, en cuanto a la configuración geopolítica de la representación pública (Fotografía)
La comuna más grande, físicamente hablando es Lo Barnechea (nuestra primera muestra), que contiene los siguientes resultados y datos para la elección de alcaldes del 2012.
Lo Barnechea, alcalde electo Felipe Guevara, del partido RN, resultó electo con 18.616 de un total de 27.287 votos realizados.
Lo Prado (una de las más pequeñas comunas del mapa), salió elegido el alcalde PPD, Luís Navarrete, con 21.974 de un total de 35.181 votos
La Florida (nuestra última muestra del grupo de control), alcalde electo fue Rodolfo Carter, militante de la UDI, con 50.676 de un total de 113.647 votos.
Si bien, en lo que concierne al mundo académico de la ciencia política, la mayoría de los autores señala que “la igualdad del voto es una imposibilidad matemática”, cabe señalar que no existe una relación directa entre tamaño geográfico de la comuna y cantidad de población votante dentro de la misma (dato que podría eventualmente encontrarse intervenido por la contingencia del voto voluntario y la variabilidad del voto), sin embargo en términos de representación, una comuna que tiene 113.647 votos en total, tiene un alcalde, que goza de la misma representatividad que uno con un total de 27.287 votantes.
Este paradigma del voto, se instala bajo la perspectiva del cálculo electoral, a través de las interrogantes como, ¿dónde es más “caro el voto”? ¿Dónde debo obtener menos cantidad de voto para salir electo? ¿Dónde será más rentable para el partido instalar mi candidatura?”
Este tipo de intervención electoral, ha llevado a elaborar candidaturas express para modelos y rostros televisivos, con el fin de que alguna coalición obtenga más representación política en este escenario electoral, cuando pareciera ser, que los partidos por su trayectoria eligiesen a los candidatos que saldrán electos y donde lo harán; por lo que la participación ciudadana en estos términos, resulta totalmente irrelevante.
¿Habrá cambiado el mapa electoral a nivel de comunas o solo lo habrá hecho para efecto de las elecciones parlamentarias? ¿Se hará transparente y participativa alguna vez la configuración política a nivel territorial?
Todo esto debe ser tomado en cuenta, no solo para las elecciones, no solo para medir la calidad de la democracia, sino también para observar el proceso de transformación política (como el cambio constitucional) si es que lo fundamental está en juego o se conserva y si la ciudadanía es solo una pieza en el juego democrático.
(1) El autor es Cientista Político, licenciado de la Universidad Academia Humanismo Cristiano.