EL ARMA SÓNICA ANTIPERSONAL CUBANA

Por Carlos Romeo, desde Cuba

La reducción en un 60% del personal diplomático norteamericano en Cuba y la suspensión de la concesión de visas a ciudadanos cubanos para visitar ese país han sido las últimas medidas tomadas por el gobierno estadounidense en contra de Cuba. Se especula sobre el verdadero motivo de esas acciones. Y gana terreno una explicación francamente extraordinaria, aunque no confirmada.

De fuentes innombrables se ha sabido que los científicos cubanos habrían desarrollado una especie de “rayo de la muerte” de efecto regulable, que únicamente ataca al personal diplomático norteamericano en Cuba. Al parecer el rayo solo actúa cuando detecta a una persona con pasaporte diplomático norteamericano que se encuentra en Cuba, esté en donde esté, su casa, su oficina en la embajada y hasta en un hotel. El FBI, el Buró Federal de Investigaciones norteamericano, ha realizado sus investigaciones al respecto en territorio cubano y no ha logrado ningún progreso, lo cual es francamente frustrante conociendo la gran capacidad investigativa de esa organización policial norteamericana asesorada por los mejores científicos de ese país.

Por ello, se especula que en el fondo las presiones que está ejerciendo el gobierno de Trump sobre las autoridades cubanas persiguen el objetivo de que Cuba traspase esa nueva arma, supuestamente sónica, a las autoridades estadounidenses, porque el presidente Trump ha llegado a la conclusión de que sería una forma de ahorrarse el costo de construir un muro en la frontera de su país con México de emplearse en contra de los inmigrantes latinos.

De poder sintonizar el rayo de la muerte cubano con las características genéticas o en su defecto documentales de las personas, despertaría también el interés de los gobiernos de Italia y de Grecia para con ello detener la irresistible ola de inmigrantes africanos que llegan a sus territorios.
Todo ello es, lo repetimos, una versión no confirmada del fenómeno que ha alterado las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba. Pero al menos, es una explicación científica racional y no una burda maniobra que obedece a oscuros intereses dentro de la política estadounidense.

La Habana, 30 de septiembre del 2017