ACIERTOS Y ERRORES

Por Cristian Cottet

Cerco infinito

Entre los muchos testimonios que se han escrito sobre la cárcel en el periodo dictatorial, existe uno que cuenta de cómo los presos políticos habían logrado ingresa a la Penitenciaria de Santiago el libro Así se templó el acero, como un texto de mecánica, pero que en otra oportunidad se les prohibió ingresar Historia de cubismo por hacer apología de la Revolución Cubana.

No puedo asegurar que esto sea o no verdad. En definitiva, todo texto parte de una verdad y no seré yo quien se rebele sobre tamaña realidad. De todas formas, debido más a un empeño laboral que a una desesperación por la verdad, años después de escrito este testimonio me encontré con el autor y, entre otras cosas, me contó que fue a razón de un libro de Pablo Neruda que le castigaron a quince días de solitario. Todo el tiempo que estuvo sin luz y un plato de sopa al día, lo dedico a repetir, uno por uno, los poemas del libro requisado.

Hoy los declama en los actos por Chile que organizan los exiliados en Europa.

Verdades invisibles

Abrir la puerta y escuchar a Simón gritando fue un solo hecho.

-¡Papá! ¡Papá! La Francisca se puso a dibujar en los libros que nos regalaste.

Recordé la falta que hicieron cuando niño, de cómo a escondidas sacaba las enciclopedias y revistas Ercilla para leer. La vieja colección de biografías, de la cual sólo alcancé a leer dos veces una de Rommel antes de ser sorprendido “leyendo cosas de adultos”. Se me vino a la memoria la cantidad de libros robados en los allanamientos, los que debe distanciarme al momento de la separación. Algo muy parecido a la ira comenzó a inundarme.

-Venga para acá Francisca -dije mientras hacía esfuerzos por controlarme y no cometer algún error del cual me arrepentiría luego-. ¿Es verdad lo que dice su hermano?

-Si papá.

Fue lo único que salió entres sus primarios dientes. Su pequeña cabeza, gacha y con síntomas de temor, llegó oculta entre su enredoso pelo negro.

-¿Acaso no sabe lo valioso que son los libros que le trajo el papá? Se los compré para que los leyera… ¡y usted los rompe!

No dijo “esta boca es mía”, sólo levantó la cara para buscar a su madre entre las cosas. Ese silencio, esa lejanía de no estar siquiera escuchando, me dejó sin palabras y, en menos de un minuto de conversación con mi hija, no supe qué decir. Parecía que las palabras leídas y escuchadas se fugaron de mi boca, la frase oportuna tomó pasaje a otro sitio y, sin darme cuenta, los minutos pasaban y pasaban sin una sola palabra entre los dos.

-¿Por qué lo hizo mi amor? No ve que al papá le cuesta traerle estos regalos.

Finalmente puso fin a la búsqueda de algo donde asirse y dijo:

-Yo no sé leer, papá. ¿Qué otra cosa puedo hacer con los libros?

Sus cuatro años hablaron más que una biblioteca.

Las cosas del siglo veinte

Hoy desperté con mi perro Cosaco atropellado por un auto (en recuperación) y mi gata Patana pariendo tres bellos gatitos, me serví un café medio vestido, medio en pelotas, prendí el televisor para saber si pusieron o no una bomba en mi casa, pasé por Argentina y sus elecciones, un par de modelos y un mago del zodiaco.

Entonces volví sobre mis pasos y me instalé en TVE… ¡No! Estoy soñando… pero si es la Cristina, si eras tú, enterita tú, un poco más española, eras tú… corrí donde mi hija Magda que dormía.

-Mangui, mira esa es la amiga que te he hablado… ¡Está en la tele española! Mangui, abre los ojos de una vez.

-¿Cual amiga, esa que tienes su foto en el comedor?

-Esa, esa misma… mira está en la tele… está en la televisión española… ¡Mangui, mira!

-¿En la televisión española? ¿Eso es Siria?

-No po’ Mangui, es mi amiga… mira…

Y terminó la canción y comenzaron los créditos y recordé los solidarios y se me vino el Coordinador Cultural y pensé en el Pelao Kadima y en Ismael y se me cayó un lagrimón.

-¿Dónde está tu amiga? -Preguntó Magda media dormida media despierta.

-Está en España, respondí.

Las vueltas de la vida

Ella no entendía por qué estaba a oscuras su casa y la casa del vecino, miraba desde la ventana de su dormitorio los movimientos de su padre, de los tíos y vecinos. Empinada en la punta de sus pies olía la carne y las voces silenciosas le prometían otra vida. Desde su espalda escuchó unos pasos, leves pasos que eran los de su madre empaquetando trozos de vacuno.

Gente que entraba y salía anunciaban una fiesta, pero no era una fiesta.

-¡Apuremos! No tenemos toda la noche –dijo susurrando don Luis-. La señora María, ¿recibió? Y don Pedro, ¿se llevó su parte?

Las sombras conversaban, no se miraban, era urgente distribuir el animal entre los pobladores.

-Papá -preguntó la niña-, ¿qué están haciendo?

Don Luis se limpió las manos con un trozo de género y le dijo:

-Hija venga, le voy a explicar. Al jutre se le escapó un animal y lo estamos repartiendo entre los pobladores…
-Pero eso no es bueno, es un robo, papá.

-No mi niña, no es un robo, es una recuperación.

Recuperar, recuperación… la niña entendía poco, pero esas palabras de su padre le quedaron grabadas en sus recuerdos de adulta.

Don Luis se nos fue hace unos años. La niña dirige un sindicato de trabajadores de la educación.

Reunión post once

Ponle que más de una vez ella nos invitó a las marchas de la upé. Ya, ¿qué más? Que andaba siempre con una camisa roja. Pero eso no es pecao, po’ gúeón. No será pecao pero muestra como era ella. No sé… pónle que tiene un culo de miedo. Pero ¿qué chuchas importa eso? ¡Importa, po! No veí que a los pelaos les encantan esos platos. Pónle entonces que tiene unas tetas ¡de miedo! Cierto, tiene unas tetas que dan miedo, ya pongámosle que nos tentaba con sus protuberantes tetas… “protuberante” ¿es con ve corta o larga? Pónle como querai, si esos güeones no saben ni escribir. Lo voy a poner con b larga, por si acaso.

Ya, ponle que nosotros fuimos una vez a una reunión de los comunistas y que ahí vimos que ella era la jefa. Pero si ella no era comunista… era socialista… creo. ¡Qué mierda te importa, güeón, si socialistas o comunistas son todos iguales! ¡Ya! Está lista. ¿La leo? Ya, eso, espérate, protuberante es con v corta. Ya, lo cambio. Ahí si, ahora pásala en limpio ¿Le pongo la fecha? ¡Claro po’ güeón! Ya, 19 de septiembre de 1973. Listo, ahora va saber lo que es güeno esa puta comunista…

¡Si no es comunista, güeón!

Grabados de Alejandro Albornoz