LA PALABRA

Por Aníbal Ricci

En estos días de cuarentena la invitación es a revisar algunos clásicos del cine. Un recuento desde 1930 y en que podrá visionar directores como Jean Renoir, John Ford, Otto Preminger, Roberto Rossellini, William Wyler, John Huston, Billy Wilder, Luis Buñuel,Yasujirô Ozu, Karl Theodor Dreyer, Satyajit Ray, Orson Welles, Alfred Hitchcock, François Truffaut, Ingmar Bergman.

LA PALABRA, (1955), Dirigida por Carl Theodor Dreyer

Rigurosidad, austeridad, son palabras que definen el cine de este cineasta danés. Nació en Suecia como hijo ilegítimo y fue abandonado por su madre en Dinamarca. Su padre adoptivo era un rígido luterano, lo que podría explicar su férrea disciplina y su personalidad obsesiva a la hora de filmar. Esta película constituye su penúltimo trabajo, basado en una exitosa obra teatral escrita por el dramaturgo y pastor luterano Kaj Munk. Probablemente la cercanía con el mundo religioso, tanto del escritor como del director, hace que esta cinta aborde la religión con gran respeto, pero a su vez con una mirada sincera que interesará al espectador más ateo. Hay influencia de Shakespeare en los diálogos e incluso la temática recuerda al conflicto entre dos familias abordado en «Romeo y Julieta». La diferencia radica en que estas dos familias viven en un pequeño pueblo de Dinamarca y no son precisamente acaudaladas. La razón de su enemistad es de índole religioso: Morten Borgen (granjero) es luterano y Peter Petersen (sastre) predica las antiguas escrituras. Sus hijos están enamorados, pero el sastre rechaza al hijo de Borgen (Anders) debido a que su religión no es merecedora del Paraíso. Se prescindió del montaje para construir las escenas (los personajes ingresan y abandonan el encuadre), pero de todas formas Dreyer se mantuvo fiel a su impronta narrativa. Otro personaje shakesperiano es Johannes (el hijo loco de Borgen), ex estudiante de teología, que en sus delirios representa la reencarnación de Cristo. Emplea un lenguaje más teatral, predicando la palabra de Dios en la tierra, manifestando que ni siquiera los creyentes tienen verdadera fe. Los diálogos manifiestan la intolerancia existente entre las distintas religiones, su relación con la ciencia, pero sobre todo la relación entre la religión con la vida y la muerte. Se puede ser ateo (como Mikkel, el hijo mayor de Borgen), pero la tesis planteada es que el hombre debe perseguir la bondad y el amor. Dreyer también aborda temas como la culpa y el dolor, pero enaltece al amor como vertiente fundamental de la vida. Intuye que para sentir la fe hay que tener la inocencia de los niños. Sólo mediante la fe ocurrirá el milagro de hacer desaparecer las diferencias religiosas. El cine de Dreyer rehúye lo mundano, establece conexión con los conflictos internos del ser humano, siendo la intolerancia un tópico recurrente. La fotografía en blanco y negro será su sello de fábrica, acorde a la severidad estética y temática de su obra.

(idioma original con subtítulos en español)

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(escena en idioma original)