Por Cristian Cottet
Es el once de septiembre de 2016, comienza la marcha, o ceremonia, desde la Estación Los Héroes del Tren Metropolitano, marcho solo, salgo de la casa, me lleva el tren hasta el lugar de reunión, subo por la Estación Cal y Canto a la calle, un anciano de ropas raídas vende a orillas del río Mapocho cigarrillos sueltos.
–Buenos días, ¿pasó la marcha, amigo?
–No, esos comunistas no se han presentado, esos se levantan tarde, ¿sabe qué? yo recuerdo el golpe militar, fíjese que el 10 de septiembre yo tenía hambre, no teníamos pan, ni leche, ni radio, ni nada amigo y el 12 de septiembre ya tenía de todo, pan, aceite, un televisor blanco y negro, todo gracias al golpe de los militares, ese es un buen gobierno, no las cagadas que tenemos ahora, ¿dónde se ha visto una mujer de presidente? A Dios gracias los militares pusieron orden, porque si no se hace eso estaríamos todos muertos por los comunistas…
–Gracias por la información, pero no me dijo si había pasado la marcha…
–¿Qué marcha?
–La que va hacia el Cementerio General…
–Aaaaah, yo no he visto a nadie y si pregunta por la marcha de los comunistas… no tengo idea, yo soy un agradecido del Presidente Pinochet y… ¿va a querer un cigarrito? Porque si no compra córrase para que no tape la mercadería.
–Ya, disculpe, gracias, hasta luego compañero.
–¡Oiga, oiga! Ya le dije que yo no soy ningún comunista…