El Consejo del Banco Central acordó aumentar la tasa de interés de política monetaria (TPM) de 0,5%, que la define como su mínimo técnico, a 0,75%. Es el primer incremento de la tasa en treinta meses, desde enero de 2019, cuando también la incrementó en 0,25 puntos para llevarla de 2,75% a 3%. El 0,5% la mantuvo durante 16 meses desde el 21 de marzo de 2020 cuando la redujo en cincuenta puntos base. Afirmando que lo hizo para sostener una política de estímulo monetario de carácter “expansivo”. La realidad fue que durante el año pasado el país vivió, con una “tasa expansiva”, una de las recesiones más profundas y prolongadas de su historia. Ello no es algo excepcional, dado que como demostró Keynes las políticas monetarias son asimétricas y en periodos recesivos o de bajo crecimiento sus efectos son marginales.
Más aún el Consejo del instituto emisor debió constatar en su comunicado donde informó del alza en la tasa, que el cierre de la brecha de actividad, con la cual fundamentó el cambio, se dio principalmente por otros factores distintos a su política monetaria. “(…)la brecha de actividad -señaló- continuará cerrándose rápidamente, de la mano de un alto impulso fiscal y un fuerte crecimiento del consumo. Esto genera las condiciones -agregó- para una reducción del impulso monetario que se expresa en un incremento de la TPM de 25 pb en esta reunión”. El gran impulso de las transferencias fiscales se produjo con el aumento del Ingreso Familiar de Emergencia que pasó a nuevos niveles con el proceso vivido de los mínimos comunes. En cuanto al crecimiento del consumo empezó a manifestarse desde que comenzaron los retiros del 10% desde el fondo de pensiones y con el incremento que se fue dando en las ayudas familiares.
En cuanto al alza en los precios, la cual señaló avanzó “en forma notable y probablemente seguirá siendo elevada en los próximos meses antes de moderarse”, su principal factor ha sido “el aumento de los combustibles (que se ha originado en un factor externo a la economía chilena), mientras que por otro lado el precio de los alimentos ha reducido su contribución. A futuro – añadió -, los movimientos de tasas serán acordados de acuerdo a la evolución de la economía, donde hay señales obtenidas que hacen poco probable los escenarios que mueven los límites del corredor de tasas del IPoM de junio” que entregó un mes antes.
El alza de tasas de produjo cuando el empleo permanecía en niveles extraordinariamente bajos. “La ocupación total -debió constatar- se encuentra aún lejos a los niveles previos a la pandemia”. Agregando que “la tasa de desocupación se mantiene en torno al 10%”. Esta tasa, cuando se ha producido un gran descenso de la fuerza de trabajo, con relación a la cual se calcula, está lejos de constituir en la coyuntura actual una señal adecuada para medir lo que acontece en el mercado laboral, ya que, si se le añade la “fuerza de trabajo potencial” y quienes se encuentran en el plan de empleo, los cuales no están trabajando, supera el 20%.
El comunicado del Banco Central trata de que no se vaya al suelo uno de los principales argumentos repetidos para sostener que se mantenga inmodificable la “autonomía” del Banco Central establecida en la Constitución y en su Ley Orgánica Constitucional (LOC)promulgadas en los años de dictadura, su aporte según se da por hecho en materia de inflación, aunque en general no se señalan las políticas implementadas para lograrlo, salvo en situaciones muy evidentes, por ejemplo, cuando ha intervenido en el mercado de las divisas para detener procesos devaluatorios, aunque habitualmente deja que la paridad quede determinada sin intervenir en el mercado.
La economía chilena es marcadamente abierta. Por tanto, considerar que ha ocurrido en el exterior en los años desde que existe la LOC, desde los años noventa, en materia de inflación, es necesario. Ha sido un periodo de bajas tasas. The Wall Street Journal, poniendo como ejemplo EE. UU., constata que “durante las últimas décadas la Reserva Federal ha logrado mantener baja la inflación”. Agregando que “tuvo una ayuda, los cambios en la economía global”, incidiendo en ello “la globalización, la demografía y el aumento del ecommerce”. Entre 1990 y 2019, que corresponde al lapso en Chile de existencia del Banco Central postdictadura, en EE. UU., si se eliminan los precios más volátiles de los alimentos y la energía, la inflación del período fue de 18%. Las reducidas inflaciones han sido un proceso global, que los hechos muestran que se está revirtiendo.
La decisión del del Banco Central se produjo el mismo día en que la Reserva Federal de EE. UU. cerraba su reunión de política monetaria donde se decidió mantenerla sin modificaciones, a pesar de que pocos días antes se había constatado que en el país la tasa de inflación anualizada había aumentado a 5,4%, cada vez más lejos del 2% que tiene como objetivo su banco central. Jerome Powell, su presidente, lo fundamentó en que el mercado laboral “aún está muy lejos” de volver a su nivel prepandémico. También, constató un incremento notable de los precios, los cuales igualmente afirmó probablemente seguirán siendo elevados antes de moderarse, reiterando la afirmación de que el proceso de su alza sería transitorio. “La fuerte demanda en sectores donde los cuellos de botella de producción u otras restricciones de oferta -sostuvo- han limitado la producción, ha llevado a aumentos de precios especialmente rápidos para algunos bienes y servicios, que deberían revertirse parcialmente a medida que se relajen los efectos de los cuellos de botella”.
Aunque debió añadir que la Fed se encuentra preparada “para ajustar la postura de la política monetaria según corresponda si viéramos señales de que la trayectoria de la inflación o las expectativas de inflación en el largo plazo se están moviendo material y persistentemente más allá de niveles consistentes con nuestra meta”. Un empleo sólido es el objetivo central planteado por la Fed, que acepta tasas de inflación superiores al del 2%. El mandato de Powell como presidente de la Fed completa en febrero sus cuatro años, debiendo decidir Biden si se lo prorroga o no por otro periodo.
Mientras tanto, el PIB de China en el segundo trimestre creció un 7,9% con relación al mismo trimestre del año anterior y en un 1,3% si se le compara con el lapso enero-marzo, cuando a su vez había aumentado en 0,4%. La Oficina Nacional de Estadísticas al entregar las cifras observó que la economía mantiene una “recuperación estable”, pero “persisten muchas incertidumbres externas y la recuperación interna es desigual”. Es preciso concluyó hacer esfuerzos para “acentuar las bases de una recuperación y un desarrollo estables” (15/07/21). En la búsqueda de alcanzar este nivel el Banco Popular de China (su banco central) procedió a recortar en 0,5% la cantidad de dinero que los bancos comerciales deben mantener como reserva. Esta decisión busca permitir que la banca comercial aumente sus préstamos inyectando más recursos a la economía, permitiéndole así acrecentar los créditos a pequeñas y medianas empresas.
En junio, la producción industrial china aumentó un 6,3% anualizada, inferior al 8,8% de mayo, las ventas al por menor en 12,1% menor al 12,4% del mes precedente, el índice de desempleo urbano anotó un 5%, después que, en febrero de 2020, en el peor momento del período recesivo, alcanzó a 6,2%. El indicador más débil de junio se registró en la adquisición de equipos, que se contrajo en 0,8% interanual, posiblemente como consecuencia de la crisis global de semiconductores. Las inversiones en activos fijos en el primer semestre, llegó a 12,6%. En el segundo trimestre las exportaciones aumentaron en doce meses un 31% y las importaciones lo hicieron en 43%, pese a los brotes de Covid en zonas importantes.
Hugo Fazio
Julio del 2021