El vicepresidente del Banco Central, Joaquín Vial, a mediados de febrero en un seminario organizado por el Banco de España, sobre la “Situación actual y perspectivas de la economía chilena”, manifestó que “la economía se desacelerará drásticamente en 2020”, estimando el incremento del producto sería de 1%, una cifra ligeramente inferior a la registrada en 2019, cuando llegó a 1,2%. Añadiendo que la “variable crítica por el momento y la velocidad de la comparación será la reducción de las incertidumbres. Eso cae –explicitó- en el ámbito de la política”, de lo cual debería entenderse que el instituto emisor estima que poco le corresponde hacer en esta esfera, cuando la incertidumbre tiene muchas vertientes, entre ellas la económica.
En su intervención sostuvo, además, que “durante el segundo y tercer trimestre de 2020 la inflación estaría cerca de 4%, mientras que la inflación subyacente aumentaría a poco más del 3,5% a mediados de año (…)”. En febrero, ya el IPC en doce meses marcó 3,9%. Siendo su nivel más elevado desde julio de 2016, tradicionalmente en verano la inflación tiende a disminuir debido a la temporalidad de la producción agrícola. En esa dirección también incide la debilidad de la demanda interna. La causa principal del incremento provino de la devaluación del peso, incidiendo además la sequía.
Por su parte, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, al conocer la información del Imacec de enero con un incremento en doce meses de 1,5% que fue también el porcentaje del sector no minero, que explica aproximadamente un 90% del total, lo consideró como una cifra que está en línea con la proyección efectuada por su ministerio, estimando una variación en el año del producto de 1,3%. Llamó a “sobre todo no bajar la guardia frente a los riesgos externos e internos”. Agregando que la epidemia del coronavirus “es algo que hemos estado siguiendo. (…) es una preocupación que tenemos como Gobierno, no solo desde la mirada de la salud pública, sino desde el punto de vista económico, toda vez que Chile es una economía extraordinariamente abierta al resto del mundo y todo lo que suceda nos impacta”.
El tema no es algo que se requiera únicamente “seguir”, sino fundamentalmente ver cómo actuar, dado que sus efectos en la actividad económica del país y el mundo resultan cada vez más evidentes. Hay cifras impactantes, como la evolución experimentada por las exportaciones, las cuales en el primer bimestre disminuyeron en 10,5% con relación a los mismos meses de 2019, de acuerdo con las cifras del Servicio Nacional de Aduanas. Las mayores contracciones se dieron en el sector forestal (-29,1%) y en el frutícola (-20,4%). Las efectuadas a China, afectadas por el coronavirus, se redujeron en 7,5%.
Los comentarios del ministro de Hacienda se efectuaron cuando se conocía un informe de la Organización Mundial para la Cooperación y el Desarrollo Económico advirtiendo sobre la necesidad de adoptar medidas. Fue el primer organismo internacional que cuantificó preliminarmente los efectos del coronavirus en la economía global, reduciendo bruscamente las proyecciones efectuadas en noviembre, en un informe titulado: “Coronavirus: la economía mundial amenazada”. El documento de la OCDE presenta dos estimaciones, una sobre un escenario en el cual la epidemia se supera en un lapso más breve, y un segundo donde la economía se debilita aún más de lo previsto.
En el escenario menos malo que proyecta con más detención, la economía mundial se reduciría en cinco décimas de puntos porcentuales con relación a la que realizó en noviembre, disminuyéndola de 2,9% a 2,4%, cuando ya su cifra anterior la consideraba “débil”. Para el primer trimestre no descartó que incluso fuese negativa. Si el brote es “más intenso y duradero” el descenso en 2020 llegaría al 1,5%, lo cual “podría empujar a numerosas economías a la recesión, incluidas las de Japón y la zona euro” (03/03/20). Pocos días después el FMI también redujo en cinco décimas de puntos porcentuales su proyección incremento para 2020, bajándolo de 3,3% a 2,8%.
Para no llegar al escenario más drástico, Laurence Boone, economista jefe de la OCDE, hizo ver que es fundamental una “acción coordinada” de los países a medida que la propagación de la epidemia se intensifica. “Una respuesta coordinada del G20 en materia de política sanitaria, fiscal y monetaria –agregó- enviaría un mensaje de confianza muy fuerte. Esto ayudaría en dos años a la recuperación de casi todas las pérdidas incluso en el peor de los escenarios”.
Desde luego, el impacto mayor considerando el primer escenario se registraría en China. Su producto se incrementaría durante 2020 en 4,9%, ocho décimas porcentuales menos de la proyección anterior. Considerando, eso sí, que su recuperación sería rápida volviendo en 2021 a tasas de incremento superiores al 6%, “a medida que la producción regrese gradualmente a los niveles proyectados antes del brote”. En febrero, indicadores del país asiático de actividad manufacturera y servicios se contrajeron fuertemente. Ahora bien, en marzo fábricas paralizadas volvieron a funcionar, aunque todavía con dificultades de personal y transporte.
Para la eurozona se disminuye el crecimiento de 1,1% a 0,8%. Experimentando Italia una disminución de 0,4 puntos porcentuales que la lleva a cero. Alemania alcanzaría un 0,3% inferior al 0,4% anterior, y Francia disminuiría desde 1,2% a 0,9%. Las perspectivas para EE.UU. disminuyen en 0,1 puntos porcentuales a 1,9%. Referente a América Latina la OCDE entrega estimaciones de Brasil, México y Argentina, sus tres mayores economías. Para México, muy dependiente de EE.UU., disminuye la proyección anterior en cinco décimas de 1,2% a 0,7%, país que en 2019 tuvo una disminución de su producto de 0,1%. En Brasil mantiene su estimación previa, 1,7%, y aumentó el nivel de caída argentino en tres décimas de -1,7% a -2%. De estos tres países, el más expuesto por sus exportaciones al coronavirus es Brasil, importante exportador de hierro, especialmente a China. No entrega proyecciones de otros países extraordinariamente afectados como Chile y Perú por sus exportaciones de cobre.
“El virus –destacó Boone- esta propinándole un golpe más a una economía global que ya estaba debilitada por las tensiones comerciales y políticas. Los Gobiernos tienen que actuar de inmediato para contener la epidemia, proteger el sistema de salud, proteger a la gente, (…) y proporcionar una solución financiera a los hogares y negocios más afectados”. Es un llamado a actuar y no solo a seguir el curso de los acontecimientos.
El coronavirus aumenta los factores de incertidumbre, al cual le asignó gran importancia el vicepresidente del Banco Central. Una dimensión de esta variable la proporciona el Indicador Mensual de Confianza Empresarial, que mensualmente entrega Icare y la Universidad Adolfo Ibáñez. Su indicador al marcar 43,91 puntos en febrero por quinto mes consecutivo se ubicó en zona de pesimismo, por debajo de los cincuenta puntos. Momentos más bajos se dieron en noviembre de 2019, con 36,6 puntos, diciembre 32,5 puntos y enero de 2020 40,7 puntos. El indicador no midió la situación de octubre, después de iniciado el estallido social. El Índice de Percepción de la Economía, elaborado por GfK Adimark, empleado por el Banco Central como referencia, a su turno, enteró 19 meses en nivel también de pesimismo desde mediados del 2018. En febrero cerró con 32,7 puntos. De los cinco subíndices utilizados el más deprimido es el relativo a “situación país”, que anotó solo 30,5 puntos.
Y desde luego, también proviene de la variación de la paridad cambiaria. Desde la segunda quincena de febrero volvió la relación peso/dólar a superar la barrera de los $800, acercándose nuevamente al nivel en que el Banco Central durante diciembre de 2019 se vio obligado a entrar al mercado para detener el proceso devaluatorio de la moneda nacional. Incluso el 6 de marzo se ubicó en algunos instantes a $833, para posteriormente finalizar la jornada en $829, su mayor cierre histórico. La paridad alcanzó a estar bajo los $800 durante tres semanas.
En EEUU, la Reserva Federal procedió en una sesión de emergencia, efectuada dos semanas antes de lo que se encontraba programada, a rebajar en medio punto porcentual su tasa de interés, dejándola en un rango entre 1% y 1,25%. Se trata de la disminución más fuerte efectuada desde diciembre de 2008, durante la crisis financiera. “El coronavirus –declaró la Fed en un comunicado- plantea riesgos crecientes para la actividad económica” recalcando que procederán “de manera apropiada para apoyar la economía”.
Horas antes de la adopción de esta resolución el G7 había acordado el compromiso de “utilizar todas las herramientas apropiadas con el fin de lograr un crecimiento fuerte y sustentable y proteger a la economía de los riesgos a la baja” (04/03/20). Antes de la Fed, el Banco de Reserva de Australia había disminuido su tasa de interés a solo 0,5%. También la redujo el instituto emisor de Malasia. Y luego el de Canadá a 1,25%, fundamentándolo en que la epidemia en curso “es un shock negativo” a nivel externo e interno (06/03/20). A su vez el Fondo Monetario Internacional estableció un fondo de US$50.000 millones en préstamos para enfrentar la emergencia exenta de intereses y sin el requisito de un programa preexistente. Su directora gerente Kristalina Georgeva, expresó “creemos que ahora es el momento de adoptar medidas de precaución (…)”, agregando que se pretende que los recursos sean utilizados principalmente para fortalecer los sistemas de atención médica (05/03/20). El Banco Mundial, por su parte, estimó con el mismo propósito US$12 millones.
Se ha planteado el interrogante de la efectividad de las medidas adoptadas, dado que el coronavirus ha planteado, se dijo, problemas de oferta y no de demanda, sobre la cual actúan habitualmente las rebajas de tasas de interés. En verdad, es un impacto que simultáneamente afecta a la demanda y a la oferta. “Las empresas –comentó The Wall Street Journal- han soportado crisis financiera, guerras civiles y desastres naturales. Ahora –agregó- están enfrentadas a un tipo diferente de amenaza: un virus de rápida propagación que en forma abrupta ha hecho mella en la oferta y la demanda a través de las industrias y los continentes”.
Hugo Fazio
Marzo del 2020