Imagínese a un chileno que pretende ser figura política nacional, de posición política opuesta al Gobierno de turno que exige ser recibido por un mandatario extranjero durante su visita a Chile a los efectos de poder obtener su apoyo, y exponerle sus críticas al actual Gobierno, que es precisamente el que ha invitado al mandatario visitante. O sea, que le pida al mandatario visitante su apoyo oficial para consolidar su relevancia política en el interior de Chile. Creo que un comportamiento semejante seria inimaginable, tanto para un político como para cualquier ciudadano chileno, no solo porque huele a injerencia política externa por parte de un mandatario extranjero, sino que, además, el político solicitante del favor, sería considerado en Chile como un agente o un peón interno de intereses extranjeros.
Pues ese es precisamente el caso de los denominados disidentes políticos cubanos, tanto de los que habitan en Miami como de los que residen en el interior de Cuba, que no solamente están pidiéndole a Obama que los reciba en Cuba, sino que, además, plantee durante su visita a ese país entre el 20 y el 22 de este mes, los temas que les interesan a esos disidentes.
Cuando leo noticias al respecto en la prensa norteamericana me asombro de la mentalidad de esos disidentes virtuales, como los denominó una vez Fidel Castro, toda vez que existen como tales únicamente en las redes informáticas y publicitarias. Pedir al Presidente de un país que ha estado agrediendo durante 56 años a Cuba y por tanto a su pueblo, con todos los medios disponibles por la mayor potencia económica y militar del mundo, que les procure legitimidad y significación política ante los cubanos, es verdaderamente un síntoma de real irrelevancia y de expresión de su absoluto fracaso como representantes de ideas propias del pueblo cubano, para no decir de simple nulidad hasta para servir de mercenarios. Es como si un chileno le dijera a los demás que es una personalidad política nacional por habérsele sido concedida por un Presidente de otro país que, hasta hace un poco más de un año, era francamente enemigo.
Me atrevo a pronosticar que el Gobierno Cubano no ejercerá la menor acción destinada a impedir que Obama se reúna en Cuba con quien quiera, así como que Obama es demasiado inteligente y además suficientemente bien informado, para hacer el ridículo predicándole a una pseudo-oposición cuando ha tomado la controvertida posición en su país de corregir un error político cometido por sus diez antecesores en la Presidencia de los EE.UU. Cuando más, dirá que los problemas internos de Cuba deben ser resueltos por los propios cubanos, sin ocultar que existen y existirán entre Cuba y los EE.UU. grandes diferencias en materia de cómo se debe organizar social, económica y políticamente un país.
Carlos Romeo
La Habana, 12 de marzo del 2016