Por Carlos Romeo
“El Muro o Muralla de Adriano es una antigua construcción defensiva de la isla de Britania, levantada entre los años 122-132 por orden del emperador romano Adriano para defender el territorio britano sometido, al sur de la muralla, de las belicosas tribus de los pictos que se extendían más al norte del muro, en lo que llegaría a ser más tarde Escocia tras la invasión de los escotos provenientes de Irlanda. La muralla tenía como función también mantener la estabilidad económica y crear condiciones de paz en la provincia romana de Britannia al sur del muro, así como marcar físicamente la frontera del Imperio romano.” Wikipedia.
Dentro de la más pura tradición imperial romana, Donald Trump ha decidido también levantar un muro, más extenso que el de Adriano que solo tenía 117 kilómetros de largo, toda vez que en este caso deberá extenderse por 3152 kilómetros. También, como en el caso del Muro de Adriano, Trump pretende con ello defender el territorio norteamericano, pero no de belicosas tribus aztecas y centroamericanas, sino que de hordas proviniendo de esos países buscando trabajo en los EE.UU., y con ello asegurar esos empleos en su país para sus propios nacionales, aunque para hacer trabajos que ya ningún norteamericano quiere realizar.
Lo particular del caso es que la muralla no cumplirá funciones simétricas en ambos lados, porque será “permeable” al paso desde los EE.UU. hacia México, toda vez que cuando se cruce la muralla en ese sentido “you will be welcome”, sobre todo con una tarjeta de crédito American Express, MasterCard o Visa. “You will NOT be welcome” al pasar de México hacia los EE.UU., lo que además ocurriría casi siempre por personas sin tarjetas de crédito.
El lema de Trump es” los Estados Unidos para los estadounidenses” pero en el entendido que también lo es el resto del mundo cuando lo exigen los intereses de los norteamericanos, porque son de personas que” viven (y votan) en los Estados Unidos”. Esa es la razón de fondo por qué el futuro muro será permeable en una sola dirección.
Tampoco este eventual muro dejara pasar impunemente mercancías en ambos sentidos. Si van desde los EE.UU. hacia México no habrá ninguna discriminación, no así si el flujo es al revés, (materias primas necesarias excluidas), aunque a los norteamericanos les convenga adquirir productos mexicanos, inclusive si estos hayan sido manufacturados por empresas norteamericanas. En dicho caso, serán multados por ello.
Así y todo, el nuevo Presidente yanqui pretende que el muro “anti inmigrante y anti importaciones” en cuestión, sea pagado por los considerados indeseables mexicanos. Vaya, eso no se le ocurrió ni siquiera a Netanyahu cuando construyo su muro en Israel que lo separa de los palestinos.
¡Pobres mexicanos! ¿De que les vale estar tan cerca de los Estados Unidos? Recibirlos y comprar sus productos, pero no viceversa, salvo tacos, tortillas y comida típica mexicana, lo que desde ahora probablemente ya no comprenda a la cerveza Corona que, supongo yo, pasara a llamarse ”American Crown” y deberá decir “Made in USA” . La nueva doctrina norteamericana puesta en boga por Trump es “El Tercer Mundo para el Primero, pero nos reservamos el derecho de admisión”.
La Habana, enero del 2017