Por Cristian Cottet
Hoy nos ha dejado la poeta Carilda Oliver Labra (1922-2018), nacida en Matanzas, fue una de las más importantes poetas cubanas contemporáneas, reconocida internacionalmente. Premio Nacional de Literatura en 1997. Doctora en Derecho Civil. Además de ejercer su profesión como abogada, trabajó también en la biblioteca pública Gener y del Monte, de Matanzas, y profesora de inglés, de dibujo, pintura y escultura.
Protagonista junto a otras mujeres como Gabriela Mistral, Alfonsina Storni o Juana de Ibarborou de toda una revolución femenina en las décadas de 40 y 50, la cubana Carilda Oliver Labra entró en la historia de las letras de su país y de su lengua con un título que, todavía hoy, a muchos resultaría osado. Y desde ese sur y con la autenticidad de mujer sensible y desprejuiciada, la poetisa se ha convertido en una de las voces más peculiares y solicitadas de la poesía cubana de hoy. Una mirada a la obra intensa de Carilda a lo largo de más de cuarenta años de ejercicio poético en el que sobresale un poderoso afán de comunicación, una desinhibición formal y conceptual poco frecuentes y un estilo de honda raíz popular que son indudablemente las claves más exitosas de una escritura llena de oficio y vida.
Por razones de larga data, me tocó organizar el encuentro de Carilda con nuestra Stella Díaz Varin, en la ciudad de La Habana, encuentro que guardo en lo más interno de mi vida. Estar con esas dos mujeres ha sido un privilegio y una responsabilidad. No pude reunirlas en Chile, pero si en Cuba
Me desordeno, amor, me desordeno
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.