Escuchando las noticias sobre lo que está aconteciendo en Venezuela y en Argentina no me cabe duda de que en ambos países y por las mismas razones inmediatas, procesos electorales, se ha detenido en el primer caso y retrocedido en el segundo, los respectivos procesos políticos que conducían sus gobiernos. En el caso de Venezuela, con un objetivo estratégico revolucionario para lograr lo que Chávez concebía como el socialismo del siglo XXI y en Argentina, una política nacionalista con énfasis en los intereses de las mayorías, denominada” kirchnerismo”.
El haber vivido la soledad diplomática en el contexto latinoamericano por décadas ha motivado en los cubanos una gran receptividad por lo que acontece en países devenidos aliados en la causa de la independencia política de la región y de la cooperación entre ellos y con Cuba en particular. En Venezuela más de 45.000 especialistas cubanos, principalmente de la salud, han sido enviados a ese país por el Gobierno Cubano y llevan ya más de 13 años supliendo las deficiencias que en esos campos aún existen en ese país. No es un secreto que en buena medida constituyen la compensación de las ventas de hidrocarburos venezolanos a Cuba mediante el acuerdo de Petrocaribe por el cual el 40% del pago es financiado a largo plazo y a una tasa de interés del 1% anual. Tampoco es un secreto la importancia que esos acuerdos de cooperación tienen tanto para Cuba como para la continuidad de la política de servicios que brinda ese Gobierno a la población venezolana. Con Argentina, en adición a las relaciones de intercambio comercial, ha primado la cooperación en el campo diplomático y en la organización de acuerdos de colaboración regional como la CELAC y en haber evitado el ALCA, un acuerdo de libre comercio propuesto por los Estados Unidos, que fue sustituida por el ALBA, sin la participación de ese país.
En la lucha por acelerar la independencia y la cooperación latinoamericana y caribeña se ha retrocedido en dos de los frentes en los que se desenvuelve, Venezuela y Argentina. El Presidente Macri de Argentina, en menos de dos meses ya ha despedido a más de 40.000 trabajadores públicos, ha retomado el dialogo con el FMI y se apresta a abrir nuevamente la feria de las privatizaciones y de paso, no asistió a la última plenaria de jefes de estado y de gobierno de la CELAC. Es la puesta en práctica de la doctrina fundamentalista del neoliberalismo. Al pueblo argentino le toca corregir el error cometido.
En Venezuela, el poder legislativo, la Asamblea Nacional, controlada en sus dos tercios por una oposición unida (hasta el presente), se prepara para bloquear las medidas tomadas por el Gobierno en favor de las capas más modestas de la población, privatizar lo que pueda, y preparar un referéndum revocatorio del Presidente Maduro, todo ello aprovechando con oportunismo las consecuencias económicas de la pérdida del 70 % de los ingresos en divisas del país a consecuencia de la caída del precio del petróleo en el mercado mundial. A Venezuela le ha llegado lo que Hemingway llamaba la hora de la verdad.
Todo ello evidentemente puede repercutir en Cuba, y no solamente en su economía, toda vez que es bien sabido que su política internacional se destaca por cooperar para la unidad política y económica de la América Latina y de Caribe, logros muy sentidos por un país que conoció décadas de aislamiento diplomático en la región, que durante los 56 años de proceso revolucionario ha experimentado una invasión militar, ataques terroristas que le costaron más de 3000 muertos y otros tantos discapacitados por vida, estar al borde del aniquilamiento cuando el mundo estuvo en peligro de una conflagración atómica precisamente a causa de la existencia de su proceso revolucionario, y 54 años de bloqueo económico, comercial y financiero por parte de los Estados Unidos, hasta que su actual Presidente le propuso reestablecer relaciones diplomáticas y normalizar las relaciones.
No obstante, si hay un pueblo que al mal tiempo puede ponerle buena cara, ese es el pueblo cubano. No es que se considere perdida la “guerra”. Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador siguen avanzando a la cabeza de sus respectivos procesos, en Uruguay continua el Frente Amplio en el Gobierno, los sandinistas con Daniel Ortega siguen a cargo del Gobierno de Nicaragua, el Frente Farabundo Martí continua en el poder en El Salvador y en Brasil Dilma Russeff y Lula da Silva continúan resistiendo la agresión de las fuerzas derechistas. Y después de haber pasado por lo que debió atravesar la Cuba de Fidel Castro, estos son tiempos en que se recuerda eso de que hay que aguantar hasta poder transformar las derrotas en victorias.
Carlos Romeo
La Habana, 12 de febrero del 2016