Por Carlos Romeo
Hace ya tiempo leí un texto sobre la evolución del pensamiento económico en el cual el autor sostenía que los economistas viven de las ideas que de tarde en tarde se les han ocurrido a pensadores verdaderamente notables en ese campo. Decía que durante buena parte del siglo XIX los economistas vivieron y escribieron sobre la base de las ideas de los dos gigantes de la economía política clásica, Adam Smith y David Ricardo, hasta que surgió Marx en la segunda mitad del siglo XIX y unos setenta años después el inglés John Maynard Keynes en los años treinta del siglo XX.
Es con esa perspectiva que pongo a debate la idea de que en el siglo XXI ha aparecido un nuevo gigante del pensamiento económico, en este caso en el campo de la geoeconómica y de la transformación de los países desde el estado de “shit hole” en países aceptables y adecuados para la convivencia humana. Me refiero a Donald Trump, nuevo pensador que ha abierto una perspectiva diferente para considerar la problemática del desarrollo económico que bien pudiera justificar su candidatura al Premio Nobel de Economía.
De sus conocidos planteamientos se pueden distinguir cuatro etapas en su concepción teórica sobre el proceso de avanzar en materia económica. Primero tenemos el concepto del estado inicial que él denominó “Estado de Shit Hole”, o sea de “Hueco lleno de mierda” y del cual el imperativo humano normal es salir de ello, tarea difícil toda vez que se trata de encaramarse por encima de los bordes del hueco. Logrado vencer esa primera etapa, viene la segunda que consiste en lavarse para deshacerse de lo pegado, denominado “Estado del lavado de la mierda” y llegar con el tiempo, y mucha agua y jabón de por medio, al tercer estado llamado “Estado de desnudo, pero limpio”, a partir de la cual se puede iniciar la cuarta etapa que se caracteriza por estar en condiciones de establecer relaciones normales con otros conjuntos de sujetos, entiéndase países, estando ya limpios y vestidos, para de conjunto seguir cada vez más limpios e inclusive poder ser invitados a visitarlos.
Obviamente, hace falta detallar la modalidad de las acciones para lograr llevar a cabo esos procesos pero propongo que para ello se utilice el arsenal teórico concebido por el economista austriaco Friedrich Hayek y desarrollado en la Universidad de Chicago, toda vez que me parecen perfectamente compatibles, claro está que dándole una nueva tónica y hasta un nuevo olor a todo el conjunto, en virtud del aporte intelectual de Donald Trump.
La Habana, 23 de febrero del 2018