Por Carlos Romeo
El tema es conflictivo porque es político y al mismo tiempo humano. Se mezclan factores políticos con valores éticos y con la actitud oportunista de las personas a los efectos de mejorar sus condiciones de vida.
Para situar el problema en su contexto más amplio recordemos que de las cerca de 200 nacionalidades diferentes que existen en el mundo, hasta el 12 de enero pasado, únicamente los cubanos estaban facultados para ingresar de inmediato a los EE.UU. si pisaban su territorio y obtener un estatus que les permitía trabajar durante el año de espera para obtener la residencia permanente en ese país. Ningún otro nacional de otro país tenía ese derecho otorgado por la Presidencia de los EE.UU., ni siquiera los mexicanos, sus vecinos, que además podían alegar que querían ingresar a territorios que les fueron arrebatados por los norteamericanos. “Pobre México, tan alejado de Dios y tan cerca de los EE.UU.” dijo uno de sus Presidentes.
Este trato tan especial reservado a los cubanos se justificaba por las autoridades norteamericanas como una manera de ayudar a quienes huían del comunismo cubano en busca de una libertad política perdida. Y la modalidad más empleada fue la travesía por mar a través del Estrecho de la Florida que en su punto más angosto separa Cuba de los EE.UU. por apenas 90 millas náuticas, unos 167 kilómetros.
Desgraciadamente, muchos de los que contemplaban la posibilidad de hacer la travesía por mar en esquifes rudimentarios e improvisados, creían que el mar era tan apacible como se ve desde la costa cubana, sin sospechar que varias decenas de millas más afuera chocan la Corriente del Golfo que se mueve del Oeste hacia el Este, con los vientos dominantes en el Mar Caribe, que soplan desde el Este, con lo cual a mitad del camino hay que enfrentar una fuerte marejada para lo cual no están preparados las rudimentarias embarcaciones empleadas para el trayecto. Nadie sabe a cuantos seres humanos les toco perder la vida en esas travesías por su ingenuidad derivada de un desconocimiento de la realidad.
Ya desde el éxodo del Mariel en 1980 era un secreto a voces que las salidas desde Cuba hacia los EE.UU. no estaban motivadas por razones políticas o ideológicas, sino que simplemente por factores económicos. Era evidente que la diferencia en los niveles de vida material entre Cuba y los EE.UU. motivaban el éxodo de los cubanos hacia ese país, como también lo era el objetivo exclusivamente político perseguidos por las administraciones norteamericanas, creando para la difusión internacional el drama de los “balseros cubanos”. Hoy en día la tragedia magnificada de los emigrantes africanos hacia Europa ha terminado con esa falsa razón propagandística.
La administración norteamericana agrego a su política destinada a fomentar el éxodo de cubanos hacia ese país, la concesión automática de la residencia al personal de la salud de origen cubano que estuviera prestando sus servicios bajo contrato en terceros países del Tercer Mundo, con el evidente propósito de sabotear la ayuda médica que Cuba presta a esos países. En adición al hecho de contribuir a reducir la atención médica a seres que la necesitan desesperadamente, esa medida perseguía también el hacerse de personal médico calificado que se requiere en los EE.UU.
No vale la pena utilizar calificativos para este tipo de política salvo el catalogarla de anti humana y subrayar como provocaba que cubanos abandonaran sus obligaciones contractuales. ¡Allá ellos, los que decidieron pasar a la categoría de desertores!
Todo eso se acabó el pasado día 12 de enero del 2017, lo que ha levantado una gritería en Miami y en la prensa anticubana y llamados a que el nuevo Presidente Trump revierta esta política, aunque él llego a la presidencia precisamente con un discurso anti inmigración y anti latino.
La Habana, enero del 2017
Foto Portada del suplemento especial de Juventud Rebelde sobre la emigración Autor: Estudios Revolución
http://www.juventudrebelde.cu/multimedia/fotografia/generales/portada-del-suplemento-especial-de-jr-sobre-la-emigracion/