Por Max Oñate*
El año 2014 comenzó a instalarse la discusión para modificar el sistema electoral binominal, culminando en su total eliminación, al ser reemplazado por un sistema electoral proporcional, el año 2015.
El sistema electoral binominal generaba 120 diputados por 60 distritos duales, y aparentemente hoy contaríamos con 28 distritos proporcionales que nos entregarán 155 diputados en las próximas elecciones parlamentarias. En el caso de los senadores, aumentarán de 38 a 50 representantes.
El sistema electoral binominal, garantizaba artificialmente el 50% de representación a la coalición de derecha, solo con obtener un poco más de un tercio de los votos, lo que excluye opciones electorales y partidos, y todavía más a las mujeres que se presentan en la competencia de la arena política tradicional. Estos argumentos, ciertos en su fundamento, parecen ser los resortes que promueven ciertas profundizaciones democráticas, que en teoría, van dirigidas a formar “un Chile más igualitario e inclusivo” que incluye a “los excluidos” y a las mujeres, al “permitir la representación e inclusión de todas las corrientes políticas significativas”(1).
Sin embargo, la discusión de la reforma electoral no fue abierta a la ciudadanía, ni mucho menos los criterios del redistritación electoral, que cuenta con menos de la mitad de los distritos existentes hasta la última elección parlamentaria.
Aunque la decisión arquitectónica del ajuste político fue tomada en cuatro paredes y alejada de la ciudadanía, el foco argumentativo de esta reforma va encaminada a que los ciudadanos-sufragantes “recuperen totalmente la decisión respecto de quienes son sus representantes” (2) por lo que en este sentido, se sobreentiende que “qué importa que la ciudadanía no participe de la decisión y articulación política, siempre y cuando aquella sea por su bien, su propia participación es irrelevante”(3).
Por ello es que esta reforma fue anunciada como “el mejor antídoto contra el distanciamiento ciudadano de la política” (4), aunque el distanciamiento ciudadano (falta de respaldo numérico a través de votos válidamente emitidos en una elección nacional en el contexto parlamentario y presidencial) no es monocausal, por lo que pretender corregir la falta de participación electoral, insertando reformas sin ningún tipo de participación ni reflexión (ni siquiera la reflexión pasiva instalada desde los medios de comunicación), es no comprender el fenómeno de crisis democrática e insistir por la misma vía que supone a la ciudadanía como un espectador pasivo de la construcción política, es decir; mejorar la apatía electoral, con los mismos métodos usados en los últimos 20 años de democracia.
En este contexto, el cambio constitucional (proceso constituyente, nueva constitución, asamblea constituyente, etc.) se llevará a cabo con representantes políticos en ejercicio, que fueron elegidos por un sistema electoral proporcional, producto de la negociación política sin participación ciudadana, dejando atrás toda la historia del sistema binominal, pactado entre el plebiscito y la llegada de la democracia.
Es en este contexto que además de quebrar enclaves del pasado autocrático, donde se incorpora la idea de que para estimular la participación electoral, la ley obliga a incorporar actores a los partidos “En la declaración de candidaturas de cada partido, haya o no pactado, ningún género podrá superar el 60% del total de las candidaturas presentadas. La infracción a lo señalado precedente, en atención a lo dispuesto en el artículo 2° de la presente ley, acarreará el rechazo de todas las candidaturas del partido que no haya cumplido con este requisito”(5).
Pero además de que la ley obligue la incorporación forzosa de candidatas mujeres en las listas de partido (o pacto electoral), también pretende estimular aquella incorporación, tomando en cuenta que “Sin perjuicio de lo dispuesto a la ley, y solo para los efectos de las elecciones parlamentarias de 2017, 2021, 2025 y 2029, en el caso de las candidatas a diputadas y a senadoras que hubieren sido proclamadas electas por el Tribunal Calificador de Elecciones, los partidos políticos a que ellas pertenecen, tendrán derecho, por cada una de ellas, a un monto adicional para efectos de reembolso de hasta 500 UF” (6).
La fase oculta de todo esto es, en primer lugar, no se crea cultura política entregando información y negando la participación; en segundo lugar, es necesario tratar de evitar que las reformas en la democracia, so pretexto de la inclusión política, sirva para constituir transacciones económicas y dejar de lado las demandas ciudadanas y el progreso nacional.
*El autor es Cientista Político, licenciado de la Universidad Academia Humanismo Cristiano
1 Biblioteca del Congreso Nacional: Mensaje de S.E. la Presidenta de la República con el que inicia un proyecto de ley que sustituye el sistema electoral binominal por un sistema electoral proporcional inclusivo y fortalece la representatividad del Congreso Nacional; Mensaje N°076-362, Santiago, 22 de Abril de 2014. Pág.4.
2 Ídem.
3 Esta es una propia reflexión del autor del texto que señala, según observaciones académicas, el camino que recorre la clase política y una posible causa explicativa al distanciamiento del respaldo ciudadano a la democracia moderna
4 Biblioteca del Congreso Nacional: Mensaje de S.E. la Presidenta de la República con el que inicia un proyecto de ley que sustituye el sistema electoral binominal por un sistema electoral proporcional inclusivo y fortalece la representatividad del Congreso Nacional; Mensaje N°076-362, Santiago, 22 de Abril de 2014. Pág.5.
5 Ibíd. Pág.11.
6 Ibíd. Pág.18