Comentario Aníbal Ricci
Rigurosidad, austeridad, son palabras que definen el cine de este cineasta danés. Nació en Suecia como hijo ilegítimo y fue abandonado por su madre en Dinamarca. Su padre adoptivo era un rígido luterano, lo que podría explicar su férrea disciplina y su personalidad obsesiva a la hora de filmar. Esta película constituye su penúltimo trabajo, basado en una exitosa obra teatral escrita por el dramaturgo y pastor luterano Kaj Munk. Probablemente la cercanía con el mundo religioso, tanto del escritor como del director, hace que esta cinta aborde la religión con gran respeto, pero a su vez con una mirada sincera que interesará al espectador más ateo. Hay influencia de Shakespeare en los diálogos e incluso la temática recuerda al conflicto entre dos familias abordado en «Romeo y Julieta». La diferencia radica en que estas dos familias viven en un pequeño pueblo de Dinamarca y no son precisamente acaudaladas. La razón de su enemistad es de índole religioso: Morten Borgen (granjero) es luterano y Peter Petersen (sastre) predica las antiguas escrituras. Sus hijos están enamorados, pero el sastre rechaza al hijo de Borgen (Anders) debido a que su religión no es merecedora del Paraíso. Se prescindió del montaje para construir las escenas (los personajes ingresan y abandonan el encuadre), pero de todas formas Dreyer se mantuvo fiel a su impronta narrativa. Otro personaje shakesperiano es Johannes (el hijo loco de Borgen), ex estudiante de teología, que en sus delirios representa la reencarnación de Cristo. Emplea un lenguaje más teatral, predicando la palabra de Dios en la tierra, manifestando que ni siquiera los creyentes tienen verdadera fe. Los diálogos manifiestan la intolerancia existente entre las distintas religiones, su relación con la ciencia, pero sobre todo la relación entre la religión con la vida y la muerte. Se puede ser ateo (como Mikkel, el hijo mayor de Borgen), pero la tesis planteada es que el hombre debe perseguir la bondad y el amor. Dreyer también aborda temas como la culpa y el dolor, pero enaltece al amor como vertiente fundamental de la vida. Intuye que para sentir la fe hay que tener la inocencia de los niños. Sólo mediante la fe ocurrirá el milagro de hacer desaparecer las diferencias religiosas. El cine de Dreyer rehúye lo mundano, establece conexión con los conflictos internos del ser humano, siendo la intolerancia un tópico recurrente. La fotografía en blanco y negro sería su sello de fábrica, acorde a la severidad estética y temática de su obra.
Ficha Técnica
Título original Ordet
Año 1955
Duración 125 min.
País Dinamarca
Director Carl Theodor Dreyer
Guión Carl Theodor Dreyer (Obra: Kaj Munk)
Música Paul Schierbeck
Fotografía Henning Bendsten (B&W)
Reparto Henrik Malberg, Emil Hass Christensen, Preben Lerdorff Rye, Cay Kristiansen, Brigitte Federspiel,
Ann Elizabeth, Ejner Federspiel, Sylvia Eckhausen