Ya han transcurrido dos meses de un estallido social que devino en rebelión social y popular. Una de sus virtudes es sostenerse por tanto tiempo y a pesar y en contra de las maniobras de palacio y parlamento y la estrategia de desgaste que las elites dominantes desarrollan recurriendo a los grandes medios y a la represión.
Tras sesenta días de movilizaciones, las mayorías sociales perciben que no hay respuestas sustantivas a sus demandas y tampoco cambios estructurales en el sistema político y económico causante de las enormes desigualdades sociales. En lo central constatan las graves violaciones a los derechos humanos que diversas instancias internacionales han verificado en terreno.
Tras dos meses de lucha para la mayoría de los chilenos están muy lejos las respuestas efectivas a los cambios profundos que reclaman y solo aprecian medidas insuficientes y políticas represivas del gobierno.
Efectivamente las medidas adoptadas en lo social están a años luz de las demandas exigidas por el movimiento social. Por ejemplo, el gobierno anuncia un aumento lento y paulatino de salarios que no supera los trescientos cincuenta mil pesos, mientras para el movimiento sindical el mínimo posible para sacar a la mayoría de las familias de la pobreza y el endeudamiento supera los 500 mil pesos. Para que hablar de pensiones cuando las AFPs continúan intactas siendo la demanda NO más AFP.
En lo político lo que se exige en las calles es una Asamblea Constituyente independiente y soberana. Una Asamblea Constituyente de verdad. Mientras que, desde el gobierno, que aceptó a regañadientes avanzar en esa dirección y las dirigencias políticas en el parlamento se busca acomodar ese proceso a los intereses de las elites dominantes, no permitiendo la expresión libre y soberana de los pueblos. La convención constituyente que se ofrece nace atada a condiciones y procesos electorales que diluyen el verdadero carácter constituyente.
Pero no solo se busca burlar en lo central las demandas políticas y sociales. También se producen en el parlamento -institución tremendamente cuestionada- los acuerdos que demuestran que las más sentidas aspiraciones populares están lejos de preocuparle. Acuerdos para promover nuevas leyes represivas y criminalizadoras de la protesta social; acuerdos para acusar al ex ministro del Interior a cambio de no dar curso a la acusación presidencial o aquel acuerdo gestado en la madrugada del 15 de noviembre llamado Por la Paz Social y la Nueva Constitución.
En este trabado escenario, las elites dominantes los que buscan es ganar tiempo en busca de que el movimiento social pierda fuerza por agotamiento y cansancio tras tantos días de movilizaciones. Pero lo que se percibe en el ambiente es la contundencia de un rechazo enorme al accionar del gobierno que no logra remontar en las encuestas, sino que además continúa con un estrecho margen de maniobra y revivido por los aires que sectores de la oposición le insuflan.
Las luchas sociales se dan por oleadas, de cada oleada se aprende para la próxima. Ojalá se aprendiera lo suficiente para superar las propias debilidades, pero lo que está claro es que esas oleadas de lucha popular vendrán necesariamente por las condiciones de injusticias que las alimentan y porque Chile Despertó y los pueblos que habitan estas tierras aspiran a que la Dignidad se haga costumbre.