En sus Memorias, De Gaulle explica según entendí, la diferencia que para él hay entre la Francia y los franceses. Francia es un fenómeno histórico de trascendencia universal que se remonta en sus inicios a los días en que Astérix y Obélix luchaban para que los romanos respetaran la identidad gala. Quienes hayan participado de una manera destacada en haber creado “la Francia” pasan a ser franceses inmortales, al menos en la conciencia de los franceses. Así, está registrado en el Arco de Triunfo en Paris el nombre del venezolano Francisco de Miranda que lucho defendiendo la Revolución Francesa como también está ya en la historia oficial el nombre de Zinedine Zidane, estrella de origen argelino del equipo francés que ganó el campeonato mundial de futbol en 1998. Por la misma razón el actual equipo campeón -en el cual predominan por su número franceses de origen étnico africano y hasta de nacimiento en ese continente- fue recibido como triunfador por centenares de miles de franceses en Paris que por un extraño principio psicosociológico olvidaron en ese momento la discriminación existente en contra de los inmigrantes y sus descendientes provenientes tanto del Magreb como del África Subsahariana. Es que la victoria de ese equipo multirracial o multiétnico, como se lo quiera denominar, había sido y se registraría como el triunfo de Francia, que es algo de mucha mayor trascendencia que los franceses que habitan ese país y que lo estaban celebrando y hasta de los mismos jugadores, todos ellos seres mortales, a diferencia de la Francia que es inmortal.
¿Quién recuerda en Francia a la polaca María Sklodovwska? Pero todos recuerdan a la francesa Marie Curie (por matrimonio), dos veces ganadora del Premio Nobel, una vez de física y la otra de química. Pero yo si recuerdo como los franceses en su pabellón en la Exposición Mundial de Sevilla en 1992 incluyeron entre “sus” artistas al chileno Roberto Matta que, claro está, había triunfado como pintor en Paris y había inevitablemente pasado a ser parte de esa Francia.
Lo que si hay que reconocer en los franceses es su capacidad de “nacionalizar” el talento venido de fuera de Francia, pero que colabora a que exista esa Francia de la que hablaba De Gaulle.
Carlos Romeo
La Habana, 19 de julio del 2018