Las Perspectivas de la Economía Mundial, presentada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su asamblea semestral efectuada en Bali (Indonesia), constataron que la actividad global entró en un proceso de desaceleración. Solo seis meses antes había afirmado que se encontraba en una etapa de “crecimiento sincrónico”. Al actualizar en julio sus proyecciones ya habló de estancamiento, para en el nuevo documento constatar un proceso claro de desaceleración mundial, reduciendo su proyección de crecimiento de 3,9% a 3,7%.
“Se espera –proyectó en su informe- que las condiciones financieras globales se ajusten a medida que las políticas monetarias se normalicen, las medidas comerciales implementadas desde abril pesarán sobre la actividad en 2019 y más allá, la política fiscal de Estados Unidos perderá impulso a partir de 2020, y China se desacelerará reflejando un crecimiento crediticio más débil y barreras comerciales crecientes”. Ello le llevó en el caso de EEUU a mantener su crecimiento en 2018 de 2,9%, y reducirlo en 2019 a 2,5%, mientras que la estimación de incremento del producto de China en el presente año lo confirmó en un 6,6% para disminuirlo el próximo a 6,2%. El producto de EEUU, de acuerdo a cifras del Departamento de Comercio, creció en el tercer trimestre en cifras interanuales un 3,5%.
Los factores de riesgo, que inciden sobre las estimaciones entregadas en el informe, fueron proyectados también en alza. “(…) las condiciones financieras globales, aunque aún son favorables, podrían ajustarse fuertemente, –puntualizó- desencadenadas por un endurecimiento de las políticas monetarias más rápido de lo previsto en las economías avanzadas o la aparición de otros riesgos que harían que el sentimiento del mercado se deteriorara rápidamente”. Deteniéndose a continuación en las consecuencias de la guerra comercial en curso1. Existen, detalló además el documento, otras tensiones, entre las cuales mencionó el Brexit, el proceso de aumento en las tasas de interés llevado adelante por la Reserva Federal estadounidense (Fed), y la vulnerabilidad que tienen muchos países por un endeudamiento público y privado muy superior al existente una década atrás cuando se inició la Gran Recesión. A ello debe añadirse la revaluación del dólar. Desde febrero al momento de la asamblea del FMI el WSJ Dollar Index aumentó un 9%.
“(…) la balanza de riesgos -dijo el informe- (…) se ha incrementado hacia la baja en un contexto de elevada incertidumbre política”. Estas “advertencias del FMI –comentó Martin Wolf en Financial Times- son oportunas, pero predeciblemente subestimadas. La idea de que la economía mantendrá su impulso de todos modos mientras esto sucede es una fantasía”.
Al cerrar el año fiscal 2018, a fines de septiembre, el déficit fiscal de EEUU alcanzó a US$779.000 millones, el más elevado desde 2012. Fundamentalmente su incremento se debió a la reforma tributaria puesta en aplicación al finalizar el 2017, que redujo fuertemente los gravámenes corporativos, luego por el aumento del pago de intereses debido al mayor endeudamiento del Tesoro, en parte buscando compensar la reducción de los ingresos fiscales, y en tercer término debido a la expansión del 6% en el gasto militar, llevándolo a US$601.000 millones, y de 35% en el destinado a la “seguridad nacional”.
Es una política fiscal expansiva, que en el corto plazo empuja los niveles de actividad económica, calificada por Paul Krugman como la “mayor estafa fiscal de la historia”, adelantando como aconteció que el déficit se dispararía y cuando ello ocurriese expresarían preocupación los republicanos por su crecimiento, planteando la necesidad de reducir beneficios sociales. “Al fin y al cabo –escribió el premio Nobel- (…) rebajarles los impuestos a los ricos y después usar el consiguiente déficit como excusa para despedazar el colchón de seguridad ha sido desde hace décadas una estrategia del Partido Republicano y cualquiera –añadió- que pregunte por qué los republicanos creían las afirmaciones de que las rebajas de impuestos se pagarían por sí sola, es un ingenuo”.
El incremento de las tasas de interés por la Fed es abiertamente criticado por Donald Trump. El 10 de octubre, luego de una fuerte caída de los valores bursátiles en Wall Street, afirmó: “Creo que la Fed está cometiendo un error, creo que la Fed se ha vuelto loca. Estoy realmente en desacuerdo”, con este aumento. Las tasas han sido elevadas gradualmente, ubicándose en una banda entre 2% y 2,25%. Es claro la caída bursátil tiene además otras causas, entre ellos la elevada incertidumbre existente, ante todo por el conflicto comercial creado con China, reflejada además en el rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años, que llegó a colocarse sobre 3,2%, su nivel más elevado desde 2011. El descenso bursátil de persistir incidirá negativamente en los niveles de actividad económica. Wall Street había experimentado en este plano en el curso del año varios récords. La tendencia se modificó nítidamente.
El secretario del Tesoro estadounidense, Steve Mnuchin, en entrevista concedida a Financial Times, manifestó que están observando “muy cuidadosamente” los temas cambiarios, destacando en particular que la divisa china, el yuan, ha caído “significativamente”. En marzo había alcanzado su punto más elevado en 2018 y desde entonces a la fecha de la asamblea del Fondo se devaluó en 10,9%. Constatando que en ello inciden factores variados. Esta evolución la “esperamos discutir” con las autoridades de Beijing. “Vamos a querer asegurarnos absolutamente de que, como parte de cualquier acuerdo comercial, (…) la moneda debe ser parte de eso”.
La economía china en el tercer trimestre creció un 6,5% interanual, experimentando un ligero descenso en relación con los trimestres anteriores. Su nivel de actividad llevaba tres años creciendo entre promedios de 6,7% y 6,9%. En septiembre, las exportaciones en doce meses aumentaron un 14,5% y el superávit comercial con Estados Unidos alcanzó un máximo histórico de US$34.130 millones, que se explica por adelantos en las adquisiciones antes que se aplicasen aranceles superiores. Las autoridades de Beijing han establecido medidas de estímulo económico: rebajas de impuestos, aumento en el gasto público y cuatro reducciones durante el ejercicio de los encajes bancarios, incrementando la capacidad de proporcionar créditos. El gobernador del Banco Popular (banco central), Yi Gang, expresó que la institución aún dispone de “mucha munición” para efectuar otras medidas de estímulo.
Las estadísticas de las grandes fortunas chinas entregan otros antecedentes de la desaceleración económica experimentada. La lista de multimillonarios de la publicación Huron, con datos al 15 de agosto, por primera vez en cinco años muestra una reducción en su número, constituido ahora por 1.893 personas, 237 menos que el año anterior. “La caída del 20% de la bolsa de valores, como consecuencia de la desaceleración de la economía y la guerra comercial entre Estados Unidos y China –comentó Rupert Hoogewert, presidente de Huron- provocó 456 bajas este 2018, el nivel más alto desde que comenzaron los registros hace veinte años”. Ello se compensó en parte por el ingreso de 219 nuevos multimillonarios. La mayor disminución se registró en el sector manufacturero, como consecuencia del incremento de aranceles a los productos chinos establecidos por Donald Trump. En cambio, aumentaron su presencia empresarios de los sectores inmobiliario, financiero y farmacéutico.
En los días previos a la asamblea del Fondo, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, hizo referencia, como un problema en expansión al aumento del endeudamiento mundial, público y privado, alcanzando ya a US$182 billones. Aumentando desde la asamblea del Fondo hace un año atrás en US$18 billones. Destacando que ello se produce cuando al mismo tiempo la época de los estímulos monetarios de los bancos centrales parece haber llegado a su fin. En este proceso de normalización ya se encuentra abiertamente la Reserva Federal estadounidense. De allí su conclusión que “gobiernos y empresas, son ahora más vulnerables a un endurecimiento de las condiciones financieras. Las economías emergentes y en desarrollo – añadió- ya están sintiendo el pinchazo (…)”.
En Bali, el informe presentado por el Fondo de Estabilidad Financiera Global expresó preocupación por la situación de instituciones bancarias debido al crecimiento de la deuda, “La creciente deuda de familias y empresas –señaló- ha dejado a los bancos de algunos países expuestos a clientes con una elevada carga”. Una situación aún más peligrosa, destacó a continuación, es la situación de países muy endeudados con elevadas carteras de bonos emitidos en poder de instituciones bancarias. Por lo demás, constató el texto, en su poder se encuentran activos ilíquidos.
Para las economías emergentes, el FMI igualmente redujo su proyección de crecimiento en los años 2018 y 2019. “Varios de los riesgos a la baja destacados (…) en abril (durante la anterior Perspectiva Económica Mundial), como el aumento de las barreras comerciales y la reversión de los flujos de capitales hacía economías de países emergentes con posiciones externas más débiles como Argentina y Turquía –constató- se han vuelto más pronunciadas o se han reducido parcialmente”. En el caso de Argentina claramente se agravó y el informe lo analiza especialmente. En 2018 estimó que la contracción del producto será de 2,6%, y agregó, “se espera que la economía se contraiga en un 1,6% adicional en 2019”. Dando como una de las razones, además de condiciones financieras externas más estrictas, “la incertidumbre persistente sobre el éxito del plan de estabilización (de la demanda) subyacente al programa con el FMI”. El informe estimó que la inflación durante 2018 será de 40,5%.
Bancos centrales de países emergentes adoptaron medidas en defensa de sus monedas y buscando enfrentar las repercusiones de fenómenos originados externamente. Desde mayo a comienzos de octubre, el banco central de Indonesia incrementó sus tasas de interés de corto plazo en cinco oportunidades y elevó los aranceles a algunos bienes importados. India igualmente los aumentaba en algunas importaciones y su banco central intensificó el costo de sus créditos en dos oportunidades. Por su parte, el banco central de Filipinas subió su tasa de interés de referencia de 4% a 4,5%, habiéndole hecho ya en cuatro veces en el curso de 2018.
En cambio, a mediados de octubre bancos centrales de economías desarrolladas mantenían tasas de interés en términos reales negativos. Incluso el de Japón era negativa en términos nominales (-0,10) y la del Banco Central Europeo de cero. El Reino Unido, Canadá, Australia, Corea del Sur y Nueva Zelandia tenían tasas reales negativas. Es decir, son todos niveles de estímulo económico.
En Chile, el Banco Central procedió a aumentar la Tasa de Política Monetaria (TPM), que la mantuvo inmodificada desde diciembre de 2015, cerca de tres años, dando como explicación que “el próximo año, la economía crecería en torno a 3,4%, por lo que amerita iniciar el proceso de alza para evitar presiones inflacionarias que podrían manifestarse en los próximos meses o trimestres”. Como es habitual sus resoluciones tienen como objetivo central las evoluciones de los precios. La estimación de crecimiento de 2019 es como promedio anual de un nivel similar al registrado en el tercer trimestre ello cuando la economía mundial se está desacelerando y en una economía tan abierta como la chilena la repercusión tiende necesariamente a darse.
El instituto emisor parte de la base que las holguras generadas debido a que en un largo período el producto efectivo creció por debajo del incremento en los factores productivos, uno de los cuales es el trabajo, se cerraría en un lapso relativamente breve. Uno de los considerandos proporcionados para fundamentarlo descansa en que “la revisión de fuentes complementarias de información sobre el mercado laboral, incluyendo registros administrativos, índica un mayor dinamismo del empleo y remuneraciones que el sugerido por las encuestas”.
El proceso de salida de la larga fase de estancamiento secular vivido por la economía nacional, iniciado en el segundo semestre de 2017, tenía al momento de subirse la TPM una duración de más o menos un año, en el cual las cifras de crecimiento altas registradas se dieron en el primer semestre de 2018 por comparaciones estadísticas interanuales con momentos de incremento en el producto nulo, para entrar en el tercer trimestre a meses de expansión en la actividad solo ligeramente superiores al de los factores productivos, a lo que se suman señales externas cargadas de incertidumbres.
“Supongo –declaró Jorge Marshall, exvicepresidente del Banco Central- que esta alza de tasas implica algún grado de incomodidad para el gobierno, porque ha planteado una repercusión de la actividad sin mucho fundamento, sin reformas estructurales que la justifiquen, sino que básicamente por las expectativas. Entonces, como no puede hacer las reformas porque requiere un balance político que no tiene, el gobierno busca extender lo más posible la repercusión que estamos viviendo y cualquier cosa que detenga esa recuperación va a ser algo adverso”.
Hugo Fazio R.