Por Carlos Romeo
Anoche, y no por casualidad, se exhibió por la televisión cubana la película “El joven Marx”. La fecha coincidía con la celebración del aniversario 200 de su nacimiento. No a todo el mundo se les recuerda a los 200 años. Marx no fue ni un famoso rey o conquistador, ni un general victorioso, ni el autor de alguna célebre obra artística. Fue un pensador que nos dejó sus ideas en sus escritos y su comportamiento como político contestatario del orden social bajo el cual le toco vivir. Este simple y claro hecho indica que lo que hizo fue trascendente y que a pesar del tiempo transcurrido, lo sigue siendo. Si el pensamiento de un hombre y su quehacer durante su vida se han mantenido vigentes es que indudablemente ha tenido trascendencia y que lo sigue teniendo. Ante algunas opiniones de que sus concepciones han “envejecido” y que, a lo más, de haber tenido validez en su tiempo, ya no la tienen toda vez que el mundo ha cambiado mucho durante estos últimos dos siglos, es bueno recordar que las leyes de la mecánica clásica newtoniana fueron concebidas durante el siglo XVII y siguen vigentes. Esto último seria inmediatamente rebatido por quienes argumentarían que la mecánica newtoniana ha sido confirmada por la práctica desde entonces. Si aceptamos que el criterio de la verdad es su demostración práctica, habría que conceder entonces que lo que ha acontecido en el mundo según las ideas de Marx, abarca hoy en día a únicamente 1482 millones de habitantes, solamente el 20% de la población mundial, lo cual no es un porcentaje despreciable logrado desde 1848, fecha de publicación del “Manifiesto Comunista”, obra que ya resumía su pensamiento y el de su coautor, Federico Engels. Tal pareciera que su confirmación práctica es una cuestión de tiempo. Pero al margen de este criterio para constatar la veracidad de una concepción teórica de la historia y del régimen capitalista de producción, también es válido el poder demostrar teóricamente que es incorrecta, lo cual hasta el presente no se ha hecho, al menos que yo sepan y en cambio sí es cierto que cada vez que el sistema capitalista cae en crisis se vuelve a buscar en el pensamiento teórico de Marx una posible explicación de ese fenómeno o al menos algunos hitos para lograrlo.
En América Latina “el fantasma del comunismo” se materializo y se hizo real hace ya unos sesenta años cuando en la entonces disoluta isla caribeña de Cuba, conocida hasta entonces en el mundo por sus puros, sus rumberas portentosas a través de la filmografía mexicana y sus canciones románticas en las interpretaciones del chileno Lucho Gatica, triunfo una revolución social que abrazo las concepciones teóricas de Marx. Lo que podía parecer en sus inicios una excepcionalidad política excéntrica para el continente Americano, se revelo parte de algo de muchísima mayor trascendencia cuando por causa de su existencia el mundo estuvo al borde de la catástrofe de una guerra con armas termonucleares.
Y sucedió lo temido, que otros gobiernos de la región empezaran a hablar de socialismo como un objetivo político estratégico a lograr.
Todo eso empezó hace ya dos siglos y todavía sigue sucediendo.
En 1999 en una encuesta realizada por la BBC de Londres, Marx fue votado como “el mayor pensador del mileno” por personas de todo el mundo.
La Habana, 5 de mayo del 2018