Por Fernando A. Torres desde EEUU
Me encuentro muy sorprendido que los oprobiosos ataques de la administración republicana de Trump no estén siendo respondidos en forma unida por las miles de organizaciones y por los cientos de medios de comunicación hispano / latinos de este país.
Me encuentro muy sorprendido de que no haya conferencias, encuentros, mesas redondas, iniciativas estratégicas y programáticas nacionales para enfrentar unidos estos ataques.
Me dio vergüenza. El otro día un amigo no latino me preguntó que se debía de hacer para apoyar la causa y oponerse vociferante y decididamente a los ataques de Washington contra nuestra comunidad. Me dio vergüenza, no supe responderle.
No hay un llamado nacional para nada. Seguimos con la cabeza gacha como si todo fuera culpa nuestra. Como que nosotros nos ganamos este martirio por tener este acento. Un acento que también nos separa entre nosotros: los que tienen y los que no tienen acento.
También me da vergüenza que las docenas de buenas organizaciones nacionales sin fines de lucros hispano / latinas gasten sus dineros públicos para su sobrevivencia, para conseguir más dineros públicos. Pero no hay dinero para movilizar al pueblo, no hay dineros para forjar la unidad nacional, para luchar contra la ignominiosa separación familiar, contra el ‘plan huérfanos’ de Washington de dejar sin padres a los niños inmigrantes, de utilizarlos como un detente en la frontera.
Llevo cuarenta años en este país y nunca había escuchado – en vivo y en directo por la televisión nacional – a alguien tratarnos de criminales, violadores y animales.
Me da vergüenza ver a mi pueblo humillado, arrastrado por el suelo, apuntado con los dedos del racismo. Me da vergüenza ver a la prensa hispana timorata, incapaz de levantar una narrativa que simplemente vaya en contra de lo equivocado, de la xenofobia, en contra de la patriotería blanca, la intransigencia blanca, el chauvinismo blanco y lo que es peor la indiferencia blanca. En la escuela de periodismo enseñan a ser imparcial, no enseñan a ser boludo.
Me encuentro muy sorprendido. No veo ganas; como si no las hubiera. Estamos todos temerosos, somos tímidos, nos dejamos que nos avienten la madre. ¿Qué dirán nuestros niños?
Hay mucho miedo. Pero lo más triste es que este pánico que bordea la cobardía, viene de arriba, de la superestructura política hispana y los millonarios medios de comunicación latinos.
El miedo comienza a invadir nuestros cuerpos y a nublar la razón. Agachamos la cabeza como si no fuéramos nosotros, como si fueran ellos. Estamos dejando que el racismo entre a nuestros cuerpos; a un territorio en donde comenzamos a interiorizar el discurso racista y discriminatorio, a un territorio donde existen buenos hispanos y malos hispanos.
Y concluimos con un malvado y oscuro orgullo: ‘ah, pero nosotros tenemos documentos migratorios, nosotros no somos ‘ellos’. Con esta atrofia le estamos diciendo a las nuevas generaciones que simplemente ¡no se puede!
Hoy siento vergüenza.
May 31, 2018