Miguel Ángel Calisto y Jaime Bellolio, dos honorables Diputados chilenos, acaban de protagonizar un nuevo capítulo de un típico “culebrón político” a los cuales son propensos los políticos chilenos, si no en su totalidad, en su mayoría. Buscando relevancia internacional se prestaron a un montaje propagandístico consistente en formar parte de un sainete de contenido supuestamente democrático, por el cual estarían presentes a la hora en que se entregara en La Habana un premio. Según el periódico El Nuevo Herald de Miami, “El premio Oswaldo Payá Libertad y Vida, es otorgado por la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, que encabeza la hija del fallecido opositor cubano. La activista también está al frente de la campaña Cubadecide para realizar un plebiscito en la isla. En esta ocasión, el premio Oswaldo Payá fue otorgado a la Iniciativa Democrática de España y Las Américas (IDEA), que agrupa a 37 ex mandatarios. La mención de honor fue otorgada al ex alcalde metropolitano de Caracas Antonio Ledezma.”
Oswaldo Payá fue un opositor político cubano que residía en su país y que falleció años atrás en un accidente automovilístico en el interior de Cuba cuando conducía el vehículo un joven político español del Partido Popular acompañado además de otro joven político sueco. Su hija, quien sostiene que su padre fue ejecutado por el Gobierno Cubano, ha hecho de esta acusación su apostolado que ha sido generosamente financiado por la oposición política de cubanos residentes en los EE.UU. y por entidades políticas derechistas de Europa. La eliminación física de Payá habría sido provocada, según sostienen, por la amenaza que representaba el haber reunido una lista de 10.000 ciudadanos pidiendo un plebiscito para una nueva constitución nacional en un país con cerca de 10 millones de electores.
Aquí en Cuba la política no es un sainete político destinado a llenar la prensa con inteligentes declaraciones. En este país hace ya casi sesenta años que se vive una permanente confrontación política y económica con el gigante norteamericano que no ha dejado de proponerse acabar con el proceso político que se ha llevado a cabo en este país y que si bien experimentó una “detente” al finalizar el último periodo del Presidente Obama, nuevamente se ha caldeado con la llegada de Trump a la Casa Blanca. Aquí la política es cuestión de vida o muerte de un proyecto político que llevan a cabo 11 millones y medio de cubanos y cuya fuerza principal es la unidad ante las agresiones externas, sean del tipo que sean. Por consiguiente, todo acto que se pretenda hacer en Cuba por parte de políticos extranjeros será evaluado en términos de si ayuda a consolidar la unidad política o no porque este país no se puede dar el lujo de la disensión ante la cuestión de su propia existencia independiente.
Pero recordemos también lo que sucedió en Chile en el pasado. Cuando se decía que había que defender a Chile como a todos los países americanos de ideas extra continentales, en aquellos años de la llamada guerra fría, ¿no fueron los propios democratacristianos, partido al que pertenece el diputado Calisto, los que estando en el Gobierno no le concedieron visa de entrada al país a los representantes del Partido Comunista de Cuba invitados por los Socialistas a su congreso en noviembre de 1967? Entonces, señores políticos chilenos que se adhieren a los valores democráticos, ¿se trata de haz lo que digo, pero no lo que hago?
Le perdono a Gabriel Boric, del FA, que sin beberla ni comerla, ha caído en eso de hacer comentarios “comme il faut” por considerarlo “un must” en política chilena, sin conocer bien la propia historia política de su país. Venga a Cuba en son de ver esta realidad y entonces después podrá criticarla.
Carlos Romeo
La Habana, 9 de marzo del 2018