Tal como en Buenos Aires durante la cita del G20 en diciembre de 2018 (1), el momento culminante en la nueva cita efectuada en Osaka fue la reunión entre los presidentes de EE. UU. y China, Donald Trump y Xi Jinping. Confirmando así la importancia particularmente elevada en los acontecimientos globales que, en la actual correlación y coyuntura existente, tiene el G2. El encuentro en Japón no se efectuaba en un cuadro similar al existente a fines de 2018. En mayo cuando las negociaciones acordadas en Buenos Aires no llegaron a acuerdo, Donald Trump estableció incrementos en los aranceles a productos procedentes de China, a lo cual Beijing contestó con una decisión similar por US$60.000 millones. Además, EE. UU. adoptó medidas en la esfera tecnológica, particularmente en contra de la empresa Huawei, líder mundial en tecnología 5G.
En este mayor escenario de confrontación, al igual como ocurrió en Buenos Aires, se estableció una tregua, acordándose reanudar las conversaciones económicas al más alto nivel, en esta oportunidad sin indicar un límite para ellas en el tiempo. “Estamos –declaró Trump finalizando la reunión entre ambos presidentes, que se extendió durante ochenta minutos- de nuevo en un buen camino. Ha sido –añadió- una muy, muy buena reunión mejor de lo esperado. Vamos a desistir –detalló- de nuevos aranceles y ellos van a comprar productos agrícolas”. Igualmente se procedió a reanudar la venta de componentes y software estadounidenses a Huawei. “Una de las cosas que permitiré –puntualizó- (…) que vendamos y enviemos a Huawei una enorme cantidad de productos que van en muchas de las cosas que ellos fabrican. Y he dicho que vale, que seguiremos vendiéndoles esos productos”. Decisión adoptada para no perjudicar, explicitó, a las tecnológicas estadounidenses que venden a empresas chinas aproximadamente US$11.000 millones anuales en productos.
En realidad, el cambio producido con relación a Huawei fue buscar una salida ante la formulación efectuada por Beijing de no incrementar las adquisiciones a los productores agrícolas de Dakota del Sur de no incluirse en la reunión levantar el veto a Huawei. La administración estadounidense al momento de la cita en Osaka llevaba gastado ya US$28.000 millones en compensaciones al cesar bruscamente China de comprarles productos agrícolas. “Hoy –comentó Alicia Gonzáles en El País-, la amenaza ha dejado de ser tal, Huawei vuelve a ser fiable por obra y gracia de los daños colaterales de la guerra comercial, aunque sobre el papel (mojado) el veto se mantenga. El peligro de utilizar los aranceles y sanciones como principal instrumento de la política exterior –concluyó- acaba de mostrar sus límites y posturas. Las sanciones impuestas por Estados Unidos (…) han acabado perjudicando a importantes sectores de la economía estadounidense”.
Por su parte, el Ministerio del Exterior chino en un comunicado hizo referencias igualmente a la reanudación de las negociaciones y que no se impondrían aranceles a otros productos exportados desde EE.UU La declaración no efectuó una referencia específica a Huawei, pero indico que se había planteado la necesidad de un trato imparcial a las empresas chinas en EE.UU. “China –expresó Xi Jinping- es sincero sobre su disposición a continuar las negociaciones con Estados Unidos, pero las negociaciones deben ser de igual a igual y mostrar respeto mutuo”. Por tanto, reivindicó el respeto a su soberanía, que fue un punto central para la no aceptación del texto propuesto por Washington en mayo que condujo a la suspensión de las negociaciones. Xi Jinping, ya había declarado antes de efectuarse el encuentro entre ambos presidentes: “China y Estados Unidos se benefician ambos de la cooperación y los dos pierden en una confrontación. La cooperación es mejor que la fricción, el diálogo es mejor que la confrontación”.
Lo decidido sobre Huawei significa una modificación apreciable, pero presenta a su vez importantes limitaciones que personalmente el propio Trump dejó claro. “(…) estamos hablando –precisó- de equipamiento que no suponga un gran problema para la seguridad nacional”. Estableciendo que el paso a dar no significa eliminar a la tecnología china de la lista negra, constituye más concretamente una moratoria en su aplicación, cuyos detalles serán precisados con los responsables del Departamento de Comercio. La determinación sobre el estatus de Huawei, dijo, “hemos acordado dejarla para el final. No vamos a abordarla con el presidente Xi aún”. La táctica habitual de Trump es negociar manteniendo amenazas con la idea de que ello ayudaría a lograr sus objetivos.
Los conflictos comerciales, luego de la tregua con China, la Casa Blanca los incrementó con la Unión Europea, decidiendo aplicarle aranceles adicionales en respuesta a subsidios proporcionados al consorcio Airbus. “La Organización Mundial de Comercio (OMC) -proclamó Trump por Twitter- descubrió que los subsidios de la UE a Airbus impactan de manera adversa a EE. UU., por lo que ahora se aplicarán aranceles a US$11.000 millones de productos de la UE. La UE –añadió- se ha estado aprovechando de EEUU en temas comerciales por muchos años. ¡Esto terminará pronto!”. En EE. UU. según la OMC, existen también subsidios a Boeing, declarados ilegales en 2012. La UE sostuvo que esta disputa debería ser resuelta por la OMC organismo en la práctica desautorizado por Trump como instancia donde se deben resolver los conflictos. Previendo al mismo tiempo de no ser así un incremento de aranceles a productos procedentes de EE. UU.
En la cumbre del G20 un punto de gran trascendencia en el cual EE. UU. volvió a quedar aislado, fue en el respaldo al Acuerdo de París sobre cambio climático. Nuevamente se produjo el respaldo del conjunto de los demás integrantes del G20. Incluso lo hizo Brasil, que se había pensado podría restarse. Se produjo una “declaración 19 más 1”, detalló la canciller alemana Angela Merkel. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, lamentó que EE. UU. no adhiriese al acuerdo, destacando “que no se han dado pasos atrás”, porque los restantes países tienen un consenso muy nítido. Washington no fue capaz de atraer a ningún de los otros integrantes del G20 a su posición.
El comunicado final de la cita de Osaka resultó sin mayor relevancia. Constató los conocidos “riesgos” para la economía mundial. “Nos reforzaremos –se señaló- por lograr un ambiente de inversión y comercio libre, justo, no discriminatorio, transparente, predecible y estable y mantener nuestros mercados”. Sin utilizar, para no crear dificultades para la suscripción del comunicado final por Trump, la palabra proteccionismo. Mucho menos mencionó la descarada política intervencionista a través de medidas económicas de Donald Trump. “Los bloqueos económicos de Estados Unidos –escribió Jeffrey Sachs, profesor de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia- son similares en función y resultado a un bloqueo militar, con riesgo de provocar guerras. Es hora –recalcó- de que el Consejo de Seguridad se ocupe de los regímenes de sanciones estadounidenses y los evalúe según los resultados del derecho internacional y del mantenimiento de la paz” (2).
Notas
(1) Véase “Tregua de noventa días” en TRUMP: guerras económicas e intervencionismo desatado”. Ediciones Cenda 2019, págs. 47-54.
(2) Project Syndicate.
Hugo Fazio
Julio 2019