A primera hora de hoy 30 de abril, Juan Guaidó atribuyéndose el grado de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, las llamó a levantarse contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Junto a Leopoldo López, condenado a 14 años de prisión y que se encontraba con arresto domiciliario, llamaron a la “fase final de la operación libertad”, mientras sus mensajes eran enviados a nombre de un supuesto Centro de Comunicación Nacional y con dos tanquetas y una treintena de militares se apostaban en una rotonda vehicular cercana a una base militar.
De inmediato desde Estados Unidos, John Bolton y Mike Pompeo respaldaron la acción de la derecha venezolana, dado que son sus dirigentes verdaderos. Innecesario es mencionar las reacciones del llamado Grupo de Lima, de Duque, Piñera y del inefable Almagro.
El imperialismo y la derecha quería un golpe de estado para terminar con el proceso bolivariano y derrocar a Nicolás Maduro.
Todo indica que su intento se derrumbó. No logran quebrar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y el pueblo, los sectores populares, pese a todas las dificultades, respalda el proceso político iniciado por Hugo Chávez.
La derecha se la jugó por el todo y no ha obtenido nada. Y por lo tanto los días siguientes tienen que expresar la derrota del fallido intento. Las medidas que se adopten tienen que escuchar las voces populares que demandan frenar la insensatez de la derecha y el imperialismo.
Ante lo que está ocurriendo en Venezuela, es necesario redoblar la solidaridad internacional con el pueblo y sus autoridades soberanas, dar la batalla mediática para contrarrestar la desinformación imperial y condenar el bloqueo a la nación bolivariana alentada desde los Estados Unidos. Y no hay que olvidar que el imperialismo mantiene todas las opciones sobre la mesa.
Son horas decisivas en nuestra América Latina. Son horas para demostrar que en la Patria Grande son mayoría los populares que rechazan la actitud soberbia del imperio y la ofensiva derechista.