EL RIESGO DE LA ULTRADERECHA

No cabe duda, asistimos a una escalada de la ultraderecha fascistoide que aspira gobernar y atacar desde allí la gestación de la nueva Constitución que elabora la Convención Constitucional.

Los grandes medios empresariales difunden sin cuestionamiento ni espíritu crítico encuestas y opiniones que acentúan la sensación que José Antonio Kast Rist, el candidato ultraderechista, logra avances en la aceptación de la población. Todo acompañado de contextos informativos que destacan la delincuencia y la inseguridad con el fin de generar expectativas respecto al orden público y las formas autoritarias que propone el mencionado candidato.

Sabido es que, el fascismo ha estado presente en la historia del país. Desde la década de los 30 del siglo pasado hasta el día de hoy. Y sus herramientas para captar apoyos son las mismas, y recurren desde el engaño a la violencia. Las propuestas del candidato de ultraderecha son decidoras respecto a medidas represivas, de control social y de restricciones a mujeres, diversidades sexuales y de genero y por supuesto a los trabajadores. A lo cual hay que agregarles el negacionismo y el apoyo a la dictadura.

La demagogia, el anticomunismo y la campaña del terror son parte de las armas que requiere el fascismo para imponer su voluntad sobre una población presa del miedo. Al mismo tiempo que despliega un chovinismo conservador buscando hacerse fuerte en diversos sectores sociales, incluidos aquellos que han sido los más golpeados por capitalismo neoliberal.

De allí la importancia de la Convención Constitucional que pese, a todas las en ocasiones, autoimpuestas limitaciones, se encuentra elaborando una nueva Constitución y que los sectores minoritarios del rechazo y la ultraderecha pretenden que fracase.

Y ante ese objetivo de la derecha es fundamental que las corrientes opositoras se constituyan en una real y efectiva barrera al fascismo, más aún cuando el próximo gobierno y el parlamento debieran ser transitorios en función de la nueva institucionalidad que deberá emanar de la nueva Constitución.

Por último, el rol de las organizaciones sociales y populares son fundamentales para generar criterios de unidad antifascista y tanto o más importante para continuar bregando por derechos sociales y una vida digna.