Comentario Aníbal Ricci
El poder del perro, 2021, dirigida por Jane Campion
¿Hemos visionado un western crepuscular donde la civilización se abre paso sobre el mundo vaquero? ¿O se trata de un thriller moderno que nos da pistas de cómo burlar la ley? ¿O simplemente un melodrama de emociones ocultas y personajes siniestros? Quizás sea de todo un poco y la mezcla de géneros cinematográficos es hábilmente urdida por la directora.
El comienzo responde cabalmente a un western de los de John Ford, pareciera que el personaje de Phil fuera una especie de John Wayne, bajo el dintel de una puerta, esperando ingresar a ese inmenso escenario al aire libre. La naturaleza es un personaje importantísimo. La directora la ha caracterizado con su propia música, a veces tranquilizadora, pero muy a menudo representada por unos violines amenazantes. Los paisajes omnipresentes, en cierta medida observan la moralidad de los personajes.
La acción se sitúa en la segunda década del siglo pasado, en un rancho a cargo de los hermanos Burbank. Phil es el hermano salvaje y controlador, mientras George busca ser conciliador y sería el hermano burgués. Ambos asistirán a una taberna pueblerina propiedad de Rose. Es el primer encuentro de Phil con el hijo de la mujer.
Phil ha controlado a su hermano por 25 años y siempre está hablando de su mentor ya fallecido, Bronco Henry. La película no ofrece algo muy difícil de digerir: juegos de poder tácito entre Bronco Henry y Phil, entre Phil y George, y ahora que el hermano se ha casado con Rose, entre Phil y Rose. Phil aprendió de Bronco Henry a marcar su territorio, sobre todo con Rose a quien no la dejará respirar, debido a que la considera responsable de destruir su paraíso.
El personaje de Peter es central en la trama: es afeminado y no lo oculta, en cierto modo tiene mayor libertad que los otros que juegan papeles más rígidos. Sobre el eje de este personaje, Jane Campion juega sus cartas y alterna su supuesta debilidad con unos contrapicados de un ser que planta trampas, disecciona animales y esconde rencores profundos.
Al comienzo de la cinta, la voz en off de Peter nos avisa que haría cualquier cosa por salvar a su madre. Hay mucho de Hitchcock en ese inicio y el thriller se completa con la escena final de Peter enguantado, escondiendo la soga envenenada bajo la cama.
Peter es un personaje oscuro y en algunos pasajes las escenas parecen provenir de una cinta de terror. La cuerda, ese cordón umbilical que esconde la traición es un símbolo siniestro. Peter encubre sus acciones bajo su disfraz de homosexual.
No se trata de una historia muy enrevesada, pero si hay algo que criticar de la cinta es que la subtrama que une los pedazos, la homosexualidad escondida del mundo vaquero, se tarda una hora y diez minutos en aflorar. Jane Campion abusa de cierta monotonía para esconder una historia simple, la de un ser vengativo que ha sido avergonzado por un depredador que esconde misoginia, machismo y homosexualidad. Una gran interpretación de Benedict Cumberbatch, que maneja a la perfección esos matices y representa a un lobo que al final será una oveja que va directo al matadero.
Quizás resulta forzada esa especie de justificación del asesinato: todo lo hizo para que su madre encontrara paz. Peter es un psicópata de tomo y lomo y ese guiño a Psicosis (1960) no cuaja del todo. Rose es un personaje demasiado débil (alcohólica, acaso se insinúa sexualmente al hijo) como para generar el respeto de Peter. Molesta la idea de que la debilidad de la madre engendró a este ser afeminado, pero resulta mejor la explicación de que Peter es un ser calculador y rencoroso y que buscó por todos los medios vengarse de los desprecios de Phil y su jauría de vaqueros.
Todo el telón de homosexualidad que sugiere la cinta está expresado sin mediar el acto sexual. El tono demasiado delicado, Phil oliendo un pañuelo, fotografías de desnudos artísticos, los baños en solitario y las caricias a la silla de montar responden a la sensibilidad femenina, desde luego la directora es mujer. Puede ser interesante la debilidad oculta bajo la apariencia de macho, pero la transición de Phil desde un ser brusco y abusador hacia uno dispuesto a entender la sensibilidad de Peter resulta poco convincente.
Habría que suponer que Bronco Henry fue el amante de Phil y que debido a que vivía en Montana, Phil enterró bajo llave algunos de esos abusos y en el fondo sufrió el síndrome del abusado y en realidad siempre ha sido una persona fácil de engañar.
Demasiados supuestos para una trama bien simple, ejecutada con una estética tan depurada que permite ocultar todos los hilvanes.
En este comentario y en el cascarón de la película hay una explicación bíblica para las acciones del personaje, eso tampoco convence demasiado, es como una derivada artística, cuando en realidad, la explicación más burda de una vendetta contra la jauría resulta mucho más sostenible.
No es una película muy disfrutable, está bien filmada y su estética es depurada, pero su ritmo es flojo y los giros de guion implica al espectador tragarse muchos ripios. Luego de más de una hora de metraje, resulta un melodrama bastante convencional con pulsiones homosexuales de fondo.