Cristian Cottet
En aquella visita a La Paz de Evo Morales, nuestra embajada organizó una recepción a los escritores que asistíamos representando a Chile en la Feria Internacional de Libro de La Paz y de paso promover los vinos que se producen en nuestra tierra. Principalmente la ceremonia trató de esas formalidades donde los discursos y palmaditas en la espalda se mezclan con entusiastas descripciones de los vinos.
Por situaciones de larga explicación, me correspondió compartir la sobremesa, cargada de buena música, elegante servicio y mucha conversación, con un joven, inteligente y amable general del ejército venezolano, que por razones muy humanas reemplazaba a su embajador, que debió viajar a su patria por el nacimiento de su hijo.
Conversamos de Chile, de Venezuela, de Allende, de Chávez, de poesía… además de otras cosas que no puedo repetir.
El general, hombre correcto y apegado al protocolo, se esforzaba por convencerme que el proceso que vivía su país era irreversible y pacífico.
–Es una revolución que prioriza por el apoyo popular, no por las imposiciones, Cristian –sentenció, después escuchar una extensa pregunta que le hiciera.
–General –dije con cierta duda–, hasta donde he podido aprender, las revoluciones no pueden desplegarse si no es a canillazos y bofetadas y en algún momento se llegará a ese evento. ¿Se plantea esa posibilidad el proceso venezolano?
–No es necesario, Cristian –me dijo con amabilidad mientras servía un poco de vino para los dos (vale aclarar que éramos casi los últimos contertulios del evento)–. Un día te invitaré a mi país para que veas cómo es el asunto…
–Espero no se olvide –sentencié, tratando de amarrar esa invitación–, ahora es tiempo que vuelva a mi hotel… mañana tenemos un día complicado.
–¡Pero compañero, yo lo dejo en su hotel! –Dijo el general, haciendo un movimiento de mano que trajo hasta la mesa tres sonrientes mocetones.
–¡No, no, no! –Respondí con premura.
–¿Pero por qué, compañero? –Respondió el General,
– Mírelo así General. No sería bien visto que se le viera saliendo de este salón a esta hora en compañía de un terrorista y tampoco beneficia mi precario prestigio ser visto saliendo con un General.
No he vuelto a verle, Venezuela aún está en los planes.