Por Max Oñate*
“Es que la democracia a fuerza de ser “amada”
y “manoseada” por todos,
ha terminado por prostituirse” (Juan Domingo Perón)
En el año 2009 se realizó la última elección presidencial y parlamentaria, esta vez con el formato de voto obligatorio e inscripción voluntaria en el registro electoral; desde entonces, la participación ciudadana en el sufragio ha descendido sistemáticamente.
Podemos pensar que en un régimen democrático, donde se fijan las reglas de la participación electoral, mediante la inscripción voluntaria y con la participación obligatoria, cada ciudadano-elector participa por su propio interés, convicción y una suerte de “imperativo categórico” del quehacer político como se entiende en la refundada democracia. Entonces cabe preguntar, ¿por qué motivo ha bajado radicalmente la participación electoral?
Podríamos afirmar que la baja participación electoral es reflejo de la ignorancia y la falta de cultura política, sin embargo esta es una explicación simplista, pues es insuficiente al momento de preguntarnos, ¿por qué los ciudadanos que se inscribían voluntariamente para obtener un derecho (y obligación, simultáneamente) de un momento a otro dejó de votar?
Posiblemente el elector convencido del pasado que no participa en el presente, no es por “ignorancia” ni “falta de cultura política”, sino por causas más complejas, que podemos identificar como:
1) El distanciamiento producido entre los partidos políticos y la ciudadanía, a partir de la recomposición democrática, donde lo que importaba era salvaguardar la función del partido (el que sea) en un nuevo contexto de protección hacia la ciudadanía, la que se ha quedado sin su protección ante los nuevos problemas emergidos del mundo contemporáneo (en lo que han estado adheridos 25 años).
2) Porque “Los partidos políticos están por el suelo, pocos les creen, no porque sean incapaces de gobernar, sino porque son incapaces de enfrentar el estado de la situación, que dé respuestas a las demandas ciudadanas” (1).
3) El caso “SOQUIMICH, que compromete transversalmente, por vía de financiación éticamente cuestionable, a varios personeros de la Nueva Mayoría, entre otros” (2).
Estas 3 causas (pudiendo haber más, pero estas aparecer como las más relevantes, que de alguna forma explican el actual contexto sociopolítico en el que estamos insertos) nos señalan que (en el caso de las dos primeras) es por eso que la ciudadanía ha pasado a crear (esporádicamente) sus propias formas de organización, defendiendo proyectos reivindicativos, pero también territoriales, que ha dejado al descubierto un temporal choque entre la soberanía ciudadana y la soberanía estatal, como actores antagónicos en el momento del conflicto político.
La tercera causa afecta el prestigio del ejercicio representativo, por cuanto no solo aparentemente ejercen la voluntad inconsulta hacia la ciudadanía, ni defiende los intereses de aquellos, sino que además “se comprueba que políticos de todos colores pasan el sombrero al empresariado antes, durante y después de las elecciones. Entonces ¿cómo podemos pedir coherencia y consecuencia? ¿A quién se la podemos pedir? Si todos, o casi todos, son “mojados” por el dinero del empresariado, ese combustible mágico que hace andar nuestra política” (3).
En este contexto, la oferta desde la institucionalidad son las reformas anunciadas como “el mejor antídoto contra el distanciamiento ciudadano de la política” (4), pero como intentos de oxigenación (nueva constitución incluida). ¿Se garantizará la participación ciudadana para legitimar a la democracia? ¿Esa participación será relevante o será solo una cifra en un conteo de posiciones electorales delegativas que no permiten decidir más que caras? ¿Qué sentido tiene una nueva constitución en este contexto y para quien es rentable?
De momento podremos corroborar la tendencia de deserción electoral en las próximas elecciones municipales, donde todo parece indicar que se mantendrá la misma cantidad de votos (si es que no menos), pero debemos tener claro que no es lo mismo el desencanto electoral con el desencanto político.
MARZO DEL 2016
*El autor es Cientista Político, Universidad Academia Humanismo Cristiano.
(1) Zuñiga, Pablo; LA IRONÍA DE LA DEMOCRACIA, publicado en: Punto de vista (24 de junio de 2015): http://www.academia.cl/comunicaciones/columnas/la-ironia-de-la-democracia
(2) Orellana, José, LA NUEVA MAYORÍA Y LOS CERCOS AL PROGRAMA DE GOBIERNO; Publicado en: Punto de Vista, 11 de junio del 2015, artículo publicado también en el Quinto Poder.
(3) Zuñiga, Pablo; “De lentejuelas y Oropel”, http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2015/07/30/de-lentejuelas-y-oropel/
(4) Biblioteca del Congreso nacional: Mensaje de S.E. la Presidenta de la República con el que inicia un proyecto de ley que sustituye el sistema electoral binominal por un sistema electoral proporcional inclusivo y fortalece la representatividad del Congreso Nacional; Mensaje N°076-362, Santiago, 22 de Abril de 2014. Pág.5.