Max Oñate Brandstetter*
«Los mecanismos políticos son parte de la sociedad, igual que sus estructuras de bienes, los mercados, su relación con la fuerza física, sus divisiones sociales, étnicas y religiosas, sus valores y tradiciones. Lo que cualquier mecanismo político puede lograr está limitado por las condiciones sociales en las que opera»
Adam Przeworski
En Francia de 1788, se produjo la primera elección “parlamentaria” del modo en que conocemos la democracia moderna. Dicha elección, tuvo por objeto, la composición de un organismo político, llamado “Convención Constitucional”, cuya tarea era confeccionar una Nueva Constitución Francesa, que conservara a la monarquía y pusiera un fin a las constantes revueltas (1).
Chile fue el perfecto emulador histórico de dicho procedimiento, conservando el nombre y sus funciones de dicho organismo, garantizado desde el acuerdo “por la paz y una nueva constitución”, en el contexto de la crisis social y política del 2019, aunque hay que aclarar, que la “desaparición” de la revuelta, se dio por motivos de la crisis sanitaria, más que por el acuerdo mencionado.
En cuanto al diseño institucional, siempre lo más importante es preguntarse por la forma de votación, conversión de votos por escaños (si es que los hay) y la distribución geográfica de los mismos.
El domingo 25 de octubre del 2020, fue realizado el plebiscito de entrada, que contaba con dos procedimientos dentro de la misma votación: un procedimiento para corroborar si se aprueba o rechaza una Nueva Constitución, y otro procedimiento final que definía el órgano que debería redactarla.
Votó un total de 7.569.082 sufragantes (de un padrón electoral de 14.855.719 inscritos), registrando un 50,9% de participación. Estos votos se distribuyeron de la siguiente manera: 5.899.683 votos para la opción Apruebo y 1.634.506 votos para la opción Rechazo.
¿Debido a qué condiciones, la “centro-izquierda” (asociada a la superación de la institucionalidad heredada de la dictadura) aumentó su respaldo electoral? Hay que señalar que un cambio constitucional, es una decisión política de mayor trascendencia que el resto de las elecciones periódicas; pero respondiendo a la pregunta, el fenómeno de apoyo nominal, se debió principalmente a que la derecha presentó divisiones contradictorias hacia el inicio del proceso Constituyente, dividiendo a sus votantes tradicionales en las dos opciones de respaldo electoral.
Este indicador, debería bastarnos para entender que, en un proceso de “votantes fijos” (los de siempre), el respaldo de la opción Apruebo, descendería en la misma proporción en que la derecha va unificando posturas sobre el plebiscito de salida.
El mecanismo del cambio Constitucional contemplaba tres etapas: Plebiscito de entrada, elección de constituyentes –que debería provocar la pérdida representativa de 1/3 de los escaños en disputa para la derecha, a fin de que perdiera su poder de veto- y el plebiscito de salida. Para que la opción Apruebo pudiera consumar su tarea, debería ganar en esas tres etapas, mientras que la opción Rechazo debería ganar en cualquiera de las tres, para ponerle fin al proceso.
La incorporación forzosa de los electores, significó poner la definición del resultado electoral, bajo el marco de un “Quorum supramayoritario”. El resultado se sostenía por un 50%+1, pero el juego supramayoritario se dio contra la opción Apruebo, que debería reunir al menos la mitad del respaldo electoral de los “nuevos votantes”, sin importar que respaldo electoral tuviese al interior de los votantes fijos.
Las elecciones de convencionales constituyentes, realizada los días 15 y 16 de mayo del 2021, definían 155 escaños en disputa –emulando a la cámara de diputados- pero cercenando el tamaño (número de escaños) de 17 distritos (de un total de 28), para incorporar los 17 escaños reservados, que del mismo modo, se componían a través de la contienda electoral.
Esta definición redistributiva del mapa electoral, permitió que la derecha perdiera el poder de veto al interior de convención, sin poder conservar el diseño constitucional del 80’ a plenitud. Con este resultado, fuese cual fuese el resultado de la propuesta Constitucional, no le iba a gustar a la derecha, pues significó la “exclusión” de la fuerza política más sobrerrepresentada de la historia de Chile, que no pudo –en lo nominal- mantener el control sobre los cambios.
¿Por qué la derecha es la coalición más “sobrerrepresentada” en la historia de Chile? Porque en la relación de votos por escaños, es la coalición que proporcionalmente tienen más obtención de escaños que cantidad de votos. Esto se puede ver en cualquier elección parlamentaria de la historia de Chile, pero donde es más notorio, es en la elección del 2009, donde la derecha siendo minoría (o “segunda mayoría electoral) obtiene la mayor cantidad de escaños en disputa, por sobre el 50% de los mismos (2).
¿Cómo han sido los sistemas electorales globales y que tipo de votantes han producido?
La democracia de los 90, tenía como característica el voto obligatorio, en el marco de la inscripción voluntaria. Esto elaboró bloques electorales más o menos estables o fijos (votante fijo), quien definía los resultados electorales, dado el poco aumento del padrón electoral (total de inscritos), cuyo presidente electo con mayor respaldo electoral de la historia de Chile, fue Eduardo Frei Ruiz-Tagle, con un total de 4.040.497 votos. Esto es la suma de respaldos electorales más grande que la centro-izquierda logró reunir, bajo el formato de voto obligatorio.
Tras la conversión hacia el voto voluntario e inscripción automática, hay cerca de 1.500.000 personas que automáticamente dejó de votar, más o menos la misma proporción de la sumatoria de votos nulos y blancos, en las elecciones parlamentarias de 1997 (3).
En esta etapa –voto voluntario e inscripción automática- se desarrollaron dos tipos de votantes: los votantes fijos (los electores del voto obligatorio, menos la porción retirada del ejercicio electoral) y los votantes ocasionales. Con esto, ha sido modificado el comportamiento electoral, que en segundas vueltas presidenciales, la participación tendía a la baja –salvo en el caso de la elección de Lagos vs Lavín, que inaugura los procedimientos de segunda vuelta- con la aparición de los votantes ocasionales, aumenta la participación electoral, pero en directa proporción de aquella campaña que realice mayor gasto electoral. Esos respaldos se han inclinado a incrementar el apoyo electoral de la derecha, por lo que podemos afirmar, que el respaldo electoral de la “centro-izquierda” proviene del mundo de los votantes fijos (del anterior voto obligatorio), en tanto que la derecha aumenta su caudal electoral en segundas vueltas, gracias a la existencia de los votantes ocasionales.
¿Por qué en el mismo proceso constituyente, se cuenta con diferentes mecanismos plebiscitarios y que tipos de votantes se producen?
El 25 de Octubre del 2020 fue realizado el plebiscito de entrada, la ley sobre los escaños reservados se comenzó a discutir el 18 de diciembre del 2019 (a dos meses del comienzo de la revuelta), pero publicada el 23 de diciembre del 2020, por razones obvias, antes de las elecciones de los convencionales constituyentes.
Quizás en ese contexto fue donde se tranzó los escaños reservados por voto obligatorio de salida, pero no se puede precisar por falta de información.
¿Por qué definir el proceso de entrada y el proceso de elección de constituyentes en manos de los votantes fijos y no hacerlo obligatorio en las tres etapas?
Con el formato de inscripción automática y voto obligatorio, se generan tres tipos de votantes:
El votante fijo, que viene participando desde el voto obligatorio y permaneció tras el cambio a formato voluntario.
El votante ocasional, que como ya vimos, se suma con mayor frecuencia en las segundas vueltas presidenciales, modificando el comportamiento electoral.
El votante forzado. La mayor parte del padrón electoral (totalidad de inscritos y de forma automática), que nunca ha manifestado voluntad electoral, que no le interesa la actividad institucional y que se ve obligado –bajo amenaza de castigo- a participar.
Teniendo en cuenta, que el único estímulo que tiene para participar en las elecciones, es un acto forzado por el castigo, para participar en algo que normalmente no le interesa, resulta más atractivo votar por la opción Rechazo que nulo o Apruebo.
¿Qué hubiera pasado si se hubiera hecho obligatorio el voto en el plebiscito de entrada? A un poco más de un año de la revuelta, probablemente hubiera ganado la opción Rechazo, aunque para garantizar el éxito, la derecha no tendría que ir dividida en las opciones electorales. Esto no hubiera servido para el meta relato sobre “la paz y una Nueva Constitución”, alimentando el relato de la revuelta en la opinión pública, pero hubiera generado dos resultados distintos. Por un lado hubiera ganado el Rechazo, pero poniendo por encima la idea de Convención Constitucional, respecto la propuesta de Convención Mixta, dado que para esa opción, el bloque de la abstención hubiera votado nulo.
¿Cómo entender el comportamiento electoral de dos papeletas tan contradictorias en el mismo proceso? En esta dimensión de ficción política, nos podemos introducir al principio de los mecanismos y los resultados que éstos generan.
Las elecciones de los convencionales constituyentes podrían correr la misma suerte que las elecciones de 1997, -por eso se optó por dejarlas en manos de los votantes fijos- porque los partidos carecen de atractivo que movilice un respaldo electoral ajeno a los votantes fijos, en un contexto de total descrédito y altas movilizaciones.
Aprovechando que para modificar la constitución requería que esa opción ganara en tres escenarios, parece totalmente razonable ganar en el último, con la inyección de los electores forzados, incorporando la lógica del quórum supramayoritario.
El día 4 de Septiembre del 2022, se realizó el plebiscito de salida, con una participación de 13.028.739 personas, distribuidos en 4.859.103 votos para la opción Apruebo y 7.891.415 votos para la opción Rechazo, quedando como ganadora ésta opción.
Hasta ahora no se ha realizado un análisis serio sobre el resultado del plebiscito, que no contempla el mecanismo –o el cambio en el mismo- como una variable a considerar en los resultados, y aunque añadiremos algunos condimentos sobre el clima de barra brava que hay detrás de cada resultado electoral, comenzaremos por analizar el dato duro de la estructura: la cantidad de votos.
Se ha dicho que Gabriel Boric ha producido la caída del Apruebo en el plebiscito de salida, pues la ciudadanía confundió la aprobación al gobierno con las opciones del plebiscito.
Teniendo en cuenta que el plebiscito de entrada obtuvo un total de 5.899.683 votos ¿Cuánto respaldo electoral debería disminuir en el plebiscito de salida, para decir que se trató de un resultado por el Rechazo a Boric? ¿Cómo “el voto de castigo” puede afectar, sumando mayor respaldo electoral a la opción Apruebo que al respaldo electoral obtenido por el presidente?
Gabriel Boric Font se convirtió en el presidente de la República electo con el mayor respaldo electoral en la historia de Chile, con 4.620.890 votos, destronando a Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien mantuvo ese título por décadas, con un total de 4.040.497 votos. Frei en un contexto de voto obligatorio con inscripción voluntaria, Boric en un contexto de voto voluntario con inscripción automática. Boric supera por 580.393 votos al anterior Presidente electo con mayor respaldo electoral
¿Si la derrota de la opción Apruebo se debió al gobierno de Gabriel Boric, cuanto respaldo electoral debería tener esa opción, para que la afirmación tenga sentido?
El Apruebo de salida obtuvo un total de 4.859.103 votos, 238.213 votos más que Gabriel Boric, una cifra igual de suficiente para elegir un nuevo presidente con mayor respaldo electoral en la historia de Chile. Hay menos distancia en los resultados entre el plebiscito de salida y Gabriel Boric, que cualquiera de esos eventos, comparado con el apoyo electoral de Frei. El Apruebo de salida tiene mayor respaldo electoral que la candidatura de Boric, como para convertirlo en un rechazo del mismo.
Ahora bien, sobre los “contenidos de campaña”
“No me di cuenta de lo sofisticados que serían los opositores a la hora de transmitir mensajes efectivos en términos políticos, aunque falsos en sustancia” (4).
La derecha escondió a los partidos y sus dirigentes, y en vez de dirigir su campaña hacia los votantes fijos, la dirigió hacia el público desinteresado en la actividad electoral.
“Te van a quitar tu casa, van a construir varias naciones, los mapuche serán privilegiados y tendrán más derechos que tú como Chileno” y un montón de etc. se pueden agregar, la composición de la campaña no estuvo centrada en información y alternativas, sino que en una agitación “despolitizada” para un público despolitizado. Esa identidad del “rechazo popular” marcó una identidad cuasi anti política, saliendo del ropaje institucional, donde una parte del sistema de partidos no quiere cambios.
¿Qué se hizo desde la Opción Apruebo en la campaña? ¿No se cometieron errores comunicacionales desde los partidos tradicionales?
El clima de la revuelta, instaló una visión de cambio contraria a los partidos, entonces la composición del Apruebo de entrada era de características antipartidistas, pues, representaban los 30 años. En ese contexto, hay que entender que los defensores de dicha opción –desde la institucionalidad y fuera de ella- tenían como única opción, la defensa de la propuesta Constitucional y nada más.
Lo que significó una publicidad “refundacional”, terminó por convertirse en la identidad de los partidos de centro-izquierda defendiendo el texto, pero elaborando comentarios como “Apruebo para reformar, es mala, pero puede mejorar”, dando por derrotada a la opción mucho antes de confrontar las elecciones, y al mismo tiempo, coincidiendo con la campaña del Rechazo de “la wea es mala y punto” (5), alimentando la circulación de las ideas, para un público despolitizado, desinteresado y convocado a la fuerza –bajo amenaza- para asistir a aprobar algo que no le interesa, siendo un tope supramayoritario respecto del Apruebo.
Este proceso, desdibujó todas las fronteras políticas posibles, armando etiquetas como “centro-izquierda por el Rechazo”, compuesta por varios derechistas en ella, calificando de extremos a los partidos de centro-izquierda, instalando el meta relato de “una constitución extremo-izquierdista que excluyó a todas las demás fuerzas políticas: a la derecha, al centro, a la centro izquierda y a una parte de la izquierda”, mientras que el borrador aprobaba cada artículo por la ley de los 2/3 y por sobre el 80% del consenso de los convencionales.
Los partidos y el desplazamiento de la voluntad de sus electores.
En la última campaña presidencial de segunda vuelta, la opción de Gabriel Boric aseguraba ser “moderado y convocante”, mientras que al mismo tiempo, se pretendía llamar al bloque de la abstención a participar. Ese es un espíritu contradictorio, pues lo “moderado y convocante” resulta ser “lo mismo de siempre” que no levanta atractivo para los “potenciales nuevos votantes”.
Franco Parisi, quien recibió un poco menos de 900.000 votos en primera vuelta –que eran los votos gravitantes para definir dicha elección- no pudo controlar la voluntad electoral de sus adherentes para apoyar a José Antonio Kast, tampoco para que se sumaran a la opción Rechazo, quedando de manifiesto que los votos no son propiedad de los candidatos y por lo tanto, tienen nulo control sobre el comportamiento electoral de su respaldo.
La concertación y el resto de la “centro-izquierda por el Rechazo”, no fueron capaces de trasladar su respaldo electoral obtenido, hacia la opción Rechazo, pero si cumplieron una tarea de muro de contención, permitiendo que la opción Apruebo no consiguiera respaldo por fuera de los votantes fijos.
Esto señala que el mundo político arrastra una triple crisis: cuenta con el respaldo de votantes fijos, más, no son capaces de generar que sus adherentes se conviertan en cifras nominales de respaldo en decisiones posteriores, teniendo que enfrentar a la validación mayoritaria del bloque de la abstención, votantes forzados y desinteresados en la participación electoral.
¿Cuál es la estrategia que utilizarán durante todo el proceso constitucional?
El meta relato de “moderado y convocante” se extendió a todo el abanico electoral tradicional, pensando en intentar alinear a todos (o en su mayoría) los votantes de Kast-Boric –que suman más de 8 millones- para la opción “A favor”, derrotando a la opción “En contra”, que no contaría con el respaldo de la derecha.
¿Qué es lo que va a ocurrir en las próximas elecciones de consejeros constituyentes?
En este contexto veo dos resultados posibles y en ambos casos, habrá cambios en el sistema político con posterioridad al desarrollo electoral.
Escenario A (menos probable): El bloque de la abstención, contra todo pronóstico, decide apoyar candidaturas que se distribuyen en el mapa electoral de circunscripciones (Senado), modificando a posteriori, la definición territorial de los mismos, aumentando el tamaño de las circunscripciones y/o juntándolas, para mantener el grado deseado de sobrerrepresentación.
Escenario B (más probable): El bloque de la abstención vota en masa en blanco y nulo, permitiendo que se cambien las reglas del juego para el plebiscito de salida, dejando la decisión en manos de los votantes fijos, en el formato del voto voluntario, para que de esa forma se pueda aprobar el “proyecto constitucional de consenso”.
Conclusiones: Todo el proceso de “recambio” Constitucional fue el telón de fondo del teatro político, donde se inaugura el mito del “contraestallido”, tal como ocurre en los procesos de decadencia y cambio, donde hay episodios de “revolución y contrarrevolución”, a partir de ese hecho, es que la clase política necesita meta relatos favorables a la conservación de su poder, por lo que el bloque tradicional estuvo –y estarán- a favor de la manipulación de las reglas, hasta que se consolide un proyecto de la elite que se vista con ropajes democráticos.
El Rechazo ganó gracias al voto obligatorio, donde concurrió en masa aquel público desinteresado, que recepcionando o no la campaña del terror promovida por la derecha, ya tenían su decisión tomada, dejando en evidencia que aquella contienda no fue por contenidos ni contrapropaganda lo que generó el resultado, sino más bien las motivaciones para la participación. Lo que se pensó como “buena idea” para la derecha, será una completa derrota a largo plazo, desencadenando en el corto plazo, una crisis de representación mucho mayor que la de 1997. Ganó el rechazo, pero por razones muy diferentes a las que se piensan.
Con realizar la pregunta de manera distinta, se generan distintos resultados. Supongamos que la pregunta para el plebiscito de salida, hubiese sido “¿Usted desea mantener vigente la Constitución del 80’?” con las opciones “SI y NO”, sospecho que hubiese ganado la opción NO.
Los mecanismos de la democracia generan determinado tipo de resultado. Si se realizara un plebiscito para aprobar el voto obligatorio, con participación obligatoria, gana el voto voluntario. Si se realiza un plebiscito para aprobar el voto obligatorio, con participación voluntaria, gana el voto obligatorio.
El resultado del plebiscito de salida, se distribuye por los distritos, del mismo modo en que se mantiene el comportamiento electoral tradicional.
La totalidad de los respaldos electorales de la centro-izquierda en las elecciones de diputados, es igual o inferior a los resultados locales del Apruebo, mientras que el Rechazo mantuvo la misma proporción del respaldo electoral tradicional de derecha, más el bloque de la abstención.
Quien determina las reglas del juego, controla los resultados.
*El autor es Cientista Político, licenciado de la Universidad Academia Humanismo Cristiano.
Notas
1.- Para profundizar esta afirmación, aconsejo leer “La Revolución Francesa”, del autor George Rudé.
2.- https://zdocs.tips/doc/naviasantibanez-2013-o7p4qnj3q26j
3.- Ver “El modelo Chileno: democracia y desarrollo en los noventa (Paul Drake), específicamente el artículo de Alfredo Riquelme Segovia, titulado “¿Quiénes y por qué “no están ni ahí”? Marginación y automarginación en la democracia transicional, Chile. 1988-1997. Pág. 261, sobre el mismo contexto electoral.
4.- Hillary Clinton, 1994, The New York Times, citado en Przeworski, Adam: “¿Por qué tomarse la molestia de hacer elecciones? pequeño manual para entender el funcionamiento de la democracia. Pág. 107.
5.- https://www.revistaliberacion.com.ar/nota/chile-la-wea-es-mala-y-punto/