Los recientes resultados electorales demuestran que existen condiciones que favorecen la construcción de una alternativa democrática y popular como expresión de una izquierda que junto al movimiento social se confronte con el sistema en su versión neoliberal.
La derecha, en su triunfalismo, no descartaba ganar en primera vuelta. Hoy deberá bregar para superar el sentimiento de frustración si aspira a triunfar.
La coalición gobernante, también fue castigada por el electorado obteniendo un millón y medio de votos. Muchos menos que los obtenidos por la actual Presidenta en la primera vuelta del año 2013. Los magros resultados de la DC y la derrota de connotados candidatos acostumbrados a mirar hacia la derecha antes que al movimiento social son claras señales que evidencian la necesidad promover y realizar transformaciones estructurales que reviertan la mala distribución de la riqueza y que se materialice una democracia que tenga como punto de partida una Asamblea Constituyente que elabore una nueva Constitución.
El Frente Amplio, establece en su programa algunos de los principales objetivos democratizadores y de justicia social que en las actuales condiciones se transforman en demandas sentidas de la población.
Más allá de las tensiones e inexperiencias, el FA tiene una responsabilidad que no termina en la coyuntura electoral. Si aspira a constituirse y ser parte de una alternativa democrática y popular debe ser capaz de promover la unidad del conjunto de las fuerzas sociales y políticas que cuestionan el modelo neoliberal al mismo tiempo que despliega esfuerzos territoriales para cristalizar allí dichas alianzas para orientar y apoyar las próximas luchas sociales y políticas.
Que existan condiciones para construir alternativa democrática y popular solo nos habla de una posibilidad. Posibilidad que no se debe desperdiciar. De todos depende