PROCESO CUBANO: UN NUEVO MOMENTO

Por Carlos Romeo, desde La Habana

Aunque los cubanos al definir su organización social reiteran que siguen siendo socialistas, concepto que conjuntamente con los chinos, los coreanos del norte y los vietnamitas cada uno entiende a su manera, ya no declaran que persiguen el comunismo más allá de ese objetivo. Pareciera que es simplemente una limitación en la definición de sus objetivos futuros como sociedad, pero en verdad es mucho más significativo que eso. De existir todavía esa visión del remoto futuro humano pronosticado por Marx y Engels en 1848 y considerado en su tiempo como indiscutible por los partidos políticos que conformaban el Komintern, los cubanos ya no pretenden vislumbrar un futuro tan remoto. Hicieron suya la conclusión de un camarada soviético que según un chiste de esa época, al escuchar en un discurso de un dirigente que “ ya se puede vislumbrar el comunismo en el horizonte”, acudió al diccionario para precisar lo que significaba horizonte y leyó “línea imaginaria que se aleja en la medida en que uno se acerca a ella”. Así y todo, los cambios que se introducen en el proyecto de Nueva Constitución que han definido los cubanos en su Parlamento indica sin duda alguna que acaba de terminar una etapa de esa Revolución y se inicia una nueva que coincide con el retiro de sus líderes históricos, y los más importante, por el insatisfactorio funcionamiento de su economía tal como la han definido y organizado hasta ahora, todo ello por el implacable paso del tiempo. La Revolución Cubana va a cumplir 60 años de existencia.

Los cambios fundamentales que redefinen lo que los cubanos entienden ahora por socialismo son, ante todo, el reconocimiento de la necesidad de un sector económico privado, seguido de que si bien la propiedad individual debe ser controlada, no lo será la riqueza que pueda alcanzar un ciudadano. A ello se agrega que la inversión extranjera es una necesidad para la expansión de una economía socialista y que todo ello exige reconocer y dejar operar el sistema de mercado, aunque conjuntamente con la planificación nacional, soluciones contradictorias para la asignación de los recursos en una sociedad pero que habrá que utilizar simultáneamente y para lo cual deberán reformular su concepción e implementación de la planificación utilizada hasta ahora.

En otro terreno de cosas, la campaña impulsada por la diputada Mariela Castro, hija de Raúl y sobrina de Fidel, para el reconocimiento de todos los derechos de la población LGBT, ha logrado que en la nueva Constitución se reconozca el matrimonio de dos seres humanos sin especificar el sexo de ambos, cambio sustancial en una sociedad en donde tradicionalmente ha dominado el machismo.

En cuanto a la cúspide dirigente de la sociedad, se mantiene el partido único que garantiza la unidad política, condición sine qua non para resistir las agresiones externas, pero el poder político que hasta ahora se concentraba en una sola persona, se reparte entre un Presidente de la República, un Consejo de Estado presidido por quienes presiden la Asamblea Nacional del Poder Popular y un Primer Ministro jefe del Gobierno, lo cual es consecuente con el final de la existencia de los héroes mitológicos creadores y organizadores de la Revolución Cubana.

El determinismo casi metafísico por su inamovilidad que practicaban quienes decían tener una concepción materialista de la historia pero dialéctica, ha sido de hecho abandonado y sustituido por una idea expresada por el General Raúl Castro en el 2011, que dice que el socialismo es“un trayecto hacia lo ignoto- hacia lo desconocido”, vale decir esencialmente transformador con resultados a veces sorpresivos con relación a los objetivos propuestos, reiterando una idea de Fidel Castro expuesta antes, en el 2006, cuando dijo que “Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Ha tomado tiempo convencer de ello a más de 11 millones de cubanos que en su vida cumplen lo dicho por Marx, que los hombres solo saben reproducir las condiciones de vida que conocen. Pero esta especie de inercia social tiene su aspecto positivo que en este caso se expresa por la voluntad de todos ellos de conservar todo lo bueno que les ha traído esta Revolución, todos los servicios sociales gratuitos de los que disponen y el hecho de que todos ellos se sienten no solamente iguales ante la ley si no que también iguales en su derecho de existir y de realizarse plenamente durante su vida, lo que es en esencia el humanismo cubano que han creado y al que no están dispuestos a renunciar.

Habrá una minoría de cubanos empresarios que llegaran a ser ricos pero coexistirán con la gran mayoría de los trabajadores asalariados que continuarán conservando el poder político sobre la base de la unidad cívica-militar que han conformado y que se expresa en el organismo con el máximo poder político, la Asamblea Nacional del Poder Popular, que decide quienes conforman al Gobierno.

Todo parece indicar que habrá todavía Revolución Cubana para rato.

Cuba, 23 de julio del 2018