Por Carlos Romeo
Hay aspectos de la política exterior norteamericana, o mejor dicho, una forma de razonar de quienes la conciben y la ejecutan, que en todos estos años no he podido desentrañar. Por qué expresa una elección imperativa de uno de los dos aspectos fundamentales de la cultura norteamericana. En efecto los dos grandes “filósofos” norteamericanos que han establecido las dos columnas sobre las cuales descansa son, por una parte, el Sr. Colt quien dijo que gracias a su invento del revolver había logrado que todos los hombres fueran iguales y, por otra parte, el que creó esa frase tan llena de contenido que dice “Money talk”, es decir “El dinero habla por sí mismo”. Aunque una se refiere a la fuerza de las armas y la otra a la del dinero, ambas expresan la fuerza de una economía agresiva y colosal cuya expansión se debió al uso de las dos.
A México le arrebataron la mitad de su extensión mediante la fuerza, pero como Rusia y Francia eran rivales al parecer de más consideración, en ambos casos usaron el dinero y les compraron Alaska a los rusos y la Louisiana a los franceses. Y nuevamente usaron la fuerza para hacerse de las Filipinas, de Puerto Rico y hasta de Cuba, pero en este caso y al cabo de cuatro años de ocupación, cambiaron de estrategia por el dinero, conservando simbólicamente una base naval en Guantánamo. Y efectivamente entre 1902 y 1958 Cuba fue uno de esos engendros nuevos creado por el capital en su fase imperialista, una neo colonia.
Desde 1959, obnubilados por una revolución en Cuba, un pequeño país a solo 90 millas de sus costas, con una población de “latinos” en donde por lo demás abundaban los negros y mulatos, “nigers” en general para ellos, y hasta entonces casi totalmente dependiente de su economía, para acabar de una vez con esa prepotencia independentista inconcebible e insoportable (para ellos) en la América Latina, concibieron una estrategia dual basada en ambos principios rectores, la fuerza y el dinero, pero en este caso en sentido negativo, de no dinero, de no créditos, de no ventas ni compras, de no vinculación económica alguna, ni con ellos y de ser posible ni con el restos del mundo.
Pero el mundo había cambiado y ya ni los norteamericanos ni los europeos controlaban una muy buena parte de él, que por entonces se denominaba campo socialista y como muy bien dijo Fidel Castro una vez, la Revolución Cubana surgió en el momento justo en que podía sobrevivir y triunfar.
Algunos norteamericanos al cabo de más de medio siglo de mantener la misma política infructuosa en contra de la Revolución Cubana, en un momento de reflexión recordaron que además de la fuerza recomendada por el Sr. Colt y sus fieles seguidores, también disponían de la fuerza del dinero que tan bien opero en tantas partes del mundo, como lo hizo también en Cuba entre 1902 y 1958.
Enfundaron el Colt 45 a pesar de la gritería de unos cuantos, casualmente de origen cubano y muy posiblemente con secretas ambiciones políticas a realizar en Cuba en connivencia con otros de origen no cubano (porque al parecer la aventura produciría dinero suficiente para todos), mostraron un ramo de olivo y se prepararon para un deshielo económico.
Pero en eso vino el cambio del equipo gobernante en los EE.UU. por el cual se fue el menos malos y llego uno que nadie sabe cómo realmente piensa políticamente, salvo el que durante su vida logro, según dicen, unas posesiones personales que suman 7 billones de dólares, o sea $ 7.000.000.000 y que ha conformado un gabinete con ministros de su misma envergadura y cultura económica individual.
¿Qué será? Desenfundara el Colt 45 o utilizara “el arma absoluta” del imperio, el dólar, contra la cual la única defensa posible es no aceptarlo ya que, como me decía un cubano de afuera, “a Cuba no hay que bombardearla con explosivos si no que con jamones”.
Algo me dice, pura intuición, que lo que vendrá se inclina hacia la aplicación del principio filosófico de que “El dinero habla por sí solo”, pero sin llegar a eso de bombardear Cuba con jamones.
La Habana, 20 de mayo del 2017
Nota: Escrito a raíz del saludo de Trump al pueblo cubano con ocasión del aniversario de su independencia política formal, el 20 de mayo de 1902, que no dice absolutamente nada y que ni siquiera fue escrito por él.