Por Carlos Romeo
Hoy La Tercera publica una extensa exposición sobre una encuesta de la CEP referente a la opinión de los chilenos sobre su sistema político y sobre sus protagonistas, vale decir los políticos, esos seres que presuntamente representan las opiniones, deseos, proyectos y creencias de una población que dicen interpretar y gobernar. El resultado de la encuesta es francamente desalentador, para usar un calificativo suave dada la visión que arroja sobre la profunda y extensa valoración negativa del sistema político chileno y de sus protagonistas.
A mi entender, el famoso monologo de Hamlet en el cual dice “¿Ser o no ser? Esa es la cuestión.” representa el dilema que todos los seres humanos confrontamos en nuestra vida, lograr de alguna manera y en alguno de sus momentos, participar en hacer la historia o simplemente vivir pasivamente y ser arrastrado como una hoja caída en el agua que corre. No me refiere al éxito material individual si no que a lograr participar en algo que trasciende a nuestra propia vida individual. Esto lo aprendí de un simple y desconocido chileno hace ya muchos años durante una marcha popular de apoyo a Allende, que llevaba una pancarta que decía “Libertad es participar”. Llegamos a ser homo sapiens porque siempre nuestros antecesores existieron y lograron prosperar como integrantes de un colectivo de sus semejantes, conjugando su existencia individual con la colectiva.
A los predicadores del neoliberalismo, como lo fueron antes que ellos los del liberalismo en los siglos XIX y XX, habría que recordarles esos de que “no solo de pan vive el hombre”, o sea que el cerebro que hemos desarrollado no tiene exclusivamente como fin lograr nuestro sustento individual, el materialismo rampante que exhibe la cultura dominante hoy por hoy en Chile como en otras partes. ¿Cómo explicar la euforia del éxito que, a miles y miles de chilenos, para no decir millones, les produce algo tan sencillo y al mismo tiempo tan significativo para todos ellos, como el triunfo de “La Roja” en un partido de futbol? Es un momento de éxito colectivo por el resultado logrado por once de sus representantes.
No estoy comparando la política con el futbol si no que la satisfacción que le proporciona a una sociedad el comportamiento exitoso de quienes los representan.
Como ya es sabido, he tenido la oportunidad de participar por más de medio siglo de la vida colectiva de otro pueblo latinoamericano al que vi transitar de una resignación a una existencia bajo un regimen político corrompido y entreguista a intereses foráneos que afectaba a su mayoría, a un estado de profunda realización compartida de la cual no habían estado conscientes de que si podían lograrla. Lo resumió un mulato cubano que encontré en una calle de La Habana en abril de 1959 y que me dijo con total sinceridad “habrá revolución en este país si el americano lo quiere”. Un año después, ese mismo mulato, o su equivalente, se preparaba militarmente nada menos que para resistir a una confrontación con ese gigante vecino de cuya fuerza omnipresente se creía que no era posible escapar. No solamente lograron mantenerlo a raya hasta que el gigante ofreció la paz, que fue aceptada, si no que años más tarde también lograron cambiar la historia de África Austral, a decir de Nelson Mandela.
Existe una sola especie de homo sapiens, con sus variantes aparenciales, pero una sola. Lo que unos han logrado también lo pueden lograr los demás.
No creo en un fatalismo nacional. Bolivia, país tradicionalmente mirado a menos desde Chile, seamos honrados al reconocerlo, finalmente ha logrado reivindicar con orgullo, y razones históricas tiene para ello, sus etnias dominantes, sus culturas y sus tradiciones, marchando hoy en día a la cabeza de la América Latina en logros sociales y económicos.
Las crisis son las parteras de los cambios. Esperemos que la crisis política que experimenta Chile hoy en día sea precursora de los cambios a realizar, tanto en su sistema político como en sus dirigentes para que estén a la altura que se merece su pueblo.
La Habana, 28 de agosto del 2016