El Banco Central, en su reunión de política monetaria de diciembre, aumentó la tasa de interés de política monetaria (TPM) a 4% nominal anual, su nivel más elevado desde agosto de 2011, desde cuando se calcula en estos términos, y si se registra en valores reales constituye el mayor incremento desde 1998, cuando se vivían en el país las consecuencias de la crisis asiática. Por segunda vez consecutiva se subió en 1,25 puntos base y por cuarta vez desde que la tasa nominal era de 0,5% desde marzo de 2020, la cual consideró su mínimo técnico, aumentándola primero a 0,75% y luego a 1,5%.
Su nivel se ubicó por encima de la tasa de interés nominal que el instituto emisor considera neutral, de 3,5%, lo cual le obligó a modificar la evolución anunciada en su reunión de octubre cuando señaló en su comunicado que “el Consejo ha decidido adelantar el retiro del estímulo monetario, anticipando que la TPM se ubicará a su nivel neutral antes de lo previsto en el escenario central del IPoM”. En cambio, ahora debió constatar que “el Consejo prevé que la TPM seguirá aumentando en el corto plazo, ubicándose por sobre su nivel neutral nominal -aquel que es coherente con la meta de inflación de 3%- durante gran parte del horizonte de política monetaria”
“Estamos -comentó Mario Marcel, presidente del Banco Central- sacando el pie del acelerador”. “Se completó -afirmó el informe de política monetaria entregado después de comunicar el alza de las tasas- la fase de retiro del impulso monetario expansivo, que estuvo vigente durante más de dos años”. Lo cierto es que una vez más se demostró el efecto marginal que tienen las tasas de interés como elemento reactivador en las fases bajas de actividad económica. El fuerte incremento del PIB en 2021 en lo fundamental no se explica por este nivel de tasas, sino por estímulos fiscales y hechos al margen de decisiones de políticas económicas como el retiro de los fondos de pensiones, por lo demás activamente cuestionados por el instituto emisor. El alza de tasas, en cambio, si en un momento incidirá poderosamente en los niveles de actividad económica, frenando la demanda interna.
A su turno, los hechos constatan que la inflación se está disparando. Ello es particularmente adverso para un Banco Central que pregona la mantención de su autonomía dando como una razón principal que ha mantenido por un largo tiempo una tasa de inflación reducida, la cual por lo demás ha sido la tendencia a nivel mundial. Su tasa nominal ha quedado absolutamente desfasada, dado que, si se le descuenta el IPC, que alcanzó en noviembre en doce meses a 6,7%, significa que en términos reales sigue siendo fuertemente negativa, de -2,7%. La tasa de interés alcanzó, al fijarse en 4%, su nivel más alto desde que se establece en términos nominales.
“Diversos indicadores de expectativas de inflación -debió reconocer el Banco Central– han aumentado en los últimos meses y, si bien prevén una moderación de la misma hacia el 2023, a 24 meses plazo se ubica por sobre 3%”. Entre dichos indicadores se encuentran las tasas a diez años de sus instrumentos, las cuales continúan en niveles “muy por sobre” los de inicios de 2021 y acumulan un incremento “muy superior al de economías comparables”.
Sobre la evolución externa de la economía, el comunicado que dio cuenta del alza destacó que “las perspectivas para la economía mundial se han moderado, especialmente para las economías emergentes”. La inflación mundial añadió “ha seguido aumentando, encontrándose en niveles elevados y dando señales en mayor nivel en varios países”. Debido a ello, más bancos centrales se han sumado al retiro de los estímulos monetarios establecidos durante la crisis, modificándose la visión de transitoriedad de la actual inflación.
En cuanto a la evolución interna destacó que la demanda “creció más que lo anticipado, resaltando el elevado impulso del consumo privado. La inversión en maquinarias y equipos también mostró un alto desempeño, mientras que construcción y obras logró recuperar sus niveles prepandemia”. En cuanto al mercado laboral, destacó que “continúa registrando una recuperación paulatina, que se ha visto frenada por la reducida oferta de trabajadores, especialmente visibles en algunos sectores y segmentos de la población. Las expectativas de hogares y empresas -añadió- han tenido un retroceso en lo más reciente, marcado en parte por una mayor preocupación por la inflación”. Además, el comunicado constató que “con vaivenes, el peso se volvió a depreciar respecto a los niveles vigentes al momento de la reunión pasada (octubre)”. El instituto emisor tiene entregado totalmente al mercado la determinación de la paridad cambiaria, cuya devaluación, como viene ocurriendo es un activo factor de inflación. También deja a la iniciativa privada el movimiento de capitales hacia y desde Chile.
Al día siguiente de la reunión de política monetaria, el Banco Central entregó su último IPoM de 2021, estimando para el año un crecimiento entre 11,5% y 12%, superior a la efectuada en septiembre cifrada en 10,5% a 11.5%. En su comunicado expresó que “la economía chilena ha mantenido una senda de fuerte expansión, liderada por el consumo privado”, el cual crecería en un elevado 21%. Por su parte, la formación bruta de capital fijo lo hará en 17,6%. La demanda interna se incrementará en 21,6%. El mercado señaló el IPoM refleja “el mayor dinamismo del gasto, con ajustes importantes al alza en el consumo privado y la inversión en maquinarias y equipos”, dándose un incremento del PIB anual entre los mayores a nivel mundial, pero agregando, al mismo tiempo, que la economía está operando “muy por sobre su capacidad de corto plazo, exacerbando las presiones de costos y precios”.
El escenario central entregado por el Banco Central precisó su presidente, “supone que la política fiscal se ejecutará de acuerdo con el presupuesto aprobado para 2022 y que en los años siguientes seguirá la trayectoria de convergencia así delineada”. Enfatizando que el principal riesgo interno para que no se produzca este escenario reside en que “la evolución de las finanzas públicas no sea clara sobre su estabilización en el largo plazo”. Y en cuanto a la contracción del consumo privado previsto en 2022 y 2023 se produce, argumentó, debido a “la elevada base de comparación, la extinción de las transferencias fiscales directas, la utilización de la liquidez acumulada, el retiro del impulso monetario y la mayor estrechez de las condiciones financieras”.
En cuanto al principal riesgo externo reside, expresó Marcel, en la posibilidad de un retiro apresurado de los estímulos monetarios de Estados Unidos, produciéndose una acción más agresiva de la Reserva Federal agravando los efectos sobre la demanda externa y el precio de las materias primas, llevando a una caída en la actividad. La reunión de política monetaria de la Fed, efectuada paralelamente a la efectuada por el Banco Central chileno, concluyó en que se procederá a intensificar el proceso de disminuir la compra de activos financieros en el mercado, para ponerle fin en marzo de 2022, procediendo después a subir gradualmente sus tasas de interés que mantiene desde marzo prácticamente en cero. Previendo hacerlo tres veces en el curso de 2022. “Dado que la inflación – manifestó en su comunicado – ha excedido el 2% durante algún tiempo, el comité supone que es apropiado mantener este rango objetivo (de la tasa de interés) hasta que la evidencia del mercado laboral haya alcanzado ciertos niveles consistentes con las evaluaciones de pleno empleo”.
El IPoM cifró que la cuenta corriente de la balanza de pagos tendrá en 2021 un déficit de US$14.100 millones, en ella la balanza comercial experimentará un superávit de US$12.400 millones, con exportaciones de US$95.000 millones, teniendo a China como su principal mercado, mientras las importaciones llegarán a US$82.600 millones, impulsadas por la fuerte demanda interna. En 2022, el déficit en cuenta corriente disminuiría a US$9.800 millones, favorecido por un más elevado superávit comercial. La cotización del cobre, calculada en centavos de dólar la libra, que en 2021 experimentó un fuerte aumento promediando 425, descendería a 405 en 2022 y a 360 en 2023.
La proyección de crecimiento para 2022, cuando habrá ya un nuevo gobierno, disminuiría a entre 1,5% y .2,5%, con una disminución en el consumo privado de 0,2% y en la formación bruta de capital fijo de 3,5%, considerando que algunos trimestres tendrían decrecimientos. Ante una perspectiva de este tipo, el expresidente del Banco Central, Roberto Zahler, habló de la necesidad de tener presente, por el futuro gobierno, “dos fundamentos muy grandes”. El primero es retomar al crecimiento económico, pero uno distinto al de años anteriores que debería ocuparse de la tecnología, la inversión y el medio ambiente, todos relacionados con el cambio de la matriz productiva. Y el segundo, la redistribución, considerando los avances en materia de salud y pensión básica universal, a los que denominó “mínimos civilizatorios”.
El IPoM prevé que 2023 será un año de crecimiento particularmente bajo. Cada informe trimestral durante 2021 lo fue disminuyendo, siendo finalmente de solo 0% a 1%. En marzo lo estimó entre 2% y 3%, en junio de 1,75 a 2,25 y en septiembre de 1% y 2%. La demanda interna descendería en el año un 0,7%, debido a una reducción en el consumo total en el mismo porcentaje y un escaso aumento en la formación bruta de capital fijo de apenas 0,1%
Para la inflación considera que en 2022 el IPC permanecerá por sobre el 7% durante algunos meses. Su promedio durante el año sería de 5,9%, superior al de 2021 cuando llegaría a 4,5% El curso alcista iniciado en 2021 lo analiza como consecuencia ante todo de la depreciación del peso y el aumento en los precios de la energía. Estima que el proceso inflacionario es provocado en un porcentaje mayor debido a factores internos que externos, originados principalmente por las medidas de estímulo al consumo privado. Mario Marcel afirmó que tres cuartas partes provienen de la demanda y la depreciación del peso por causales internas y el 25% restante a factores externos. El consumo de bienes durables señaló fue en 2021 un 60% superior a los niveles anteriores a la pandemia.
“La mayor inflación se ha prolongado lo suficiente como para arriesgar efectos de segunda vuelta -constató el informe- a través de la indexación de contratos e incrementos salariales. Los costos de la inflación sobre la economía ya son visibles, y se han transformado. El tipo de cambio real (TCR), manifestó que continuará por encima de sus promedios de los últimos quince o veinte años. Con una cotización al cierre del IPoM nominal de $840 por dólar, el TCR se ubicaba en torno a 110 en un índice en que su promedio base de 1986 es 100.
Hugo Fazio
Diciembre 2021