Por Carlos Romeo
Una participación del 47,3 % del electorado registrado en unas elecciones municipales no es algo desconocido en un país considerado como de innegable tradición y práctica democrática como Chile. En ese país es únicamente síntoma de apatía por parte de los ciudadanos a la hora de elegir los gobiernos municipales, actitud explicada por los “expertos” como manifestación del descredito de la clase política chilena a todos los niveles, desde la Presidencia pasando por el Congreso y hasta a nivel de municipio, como adecuados y sinceros representantes de la voluntad popular en un sistema político basado en una manera de concebir la representatividad de los intereses y voluntades del pueblo.
Pero un porcentaje de participación electoral inferior al 50% a la hora de efectuar elecciones municipales en una país en el cual se está llevando a cabo por parte de quienes detentan su gobierno un proceso revolucionario muy sui generis, pero decididamente revolucionario, mediante un tipo de política denominada como populista por los expertos en doctrinas políticas aceptables y no aceptables, debe ser considerado más allá de su significación como simple apatía y decisión de no participar de algunos partidos políticos, como fue el caso de maras. En ese contexto no puede ser otra cosa que expresión de una elección insuficientemente representativas de la voluntad popular y además, fraudulenta.
Observadores de la coalición opositora, la MUD, tanto en Venezuela como en municipios que albergan a destacados representante de esa agrupación política como son Miami, en los EE.UU. y Madrid, en España, no han dudado en denunciar el fraude electoral a los efectos de contrarrestar el desconcierto provocado por el, a su juicio, pretendido éxito electoral de los chavistas en el Gobierno al haber ganado más de 300 alcaldías de las 335 en disputa, vale decir casi el 90% de ellas. Hay cosas que el “sentido común” debidamente definido hasta el cansancio por los medios de prensa nacionales e internacionales, no puede aceptar y solo es explicable por el fraude electoral.
Venezuela no es Chile en donde ese fenómeno político negativo es desconocido, al menos desde los años en que se utilizó un tradicional método más expedito para elegir a los representantes del pueblo, el golpe de estado por militares “patrióticos” para salvar la patria del caos revolucionario, aunque sea en cierne, no utilizado exitosamente en Venezuela por un inexplicable comportamiento de las fuerzas armadas de ese país que apoyan el llamado proceso revolucionario iniciado por Hugo Chávez, también inexplicable fenómeno para los chilenos toda vez que Chávez era un destacado militar de carrera que empezó su vida política precisamente divulgando su pensamiento entre sus colegas de profesión.
La solución de este problema evade la lógica hegeliana según la cual “todo lo real es racional”, desde luego que valida en la medida en que lo real sea necesario. Ahí está quizás la explicación, escondida en el hecho de que para la MUD, la coalición opositora al gobierno chavista, lo real no es a su juicio necesario, en contra de la opinión de los chavistas que si lo consideran necesario.
La Habana, 11 de diciembre del 2017