A VECES

Cristian Cottet

No recuerdo las razones de por qué repetí el Primero Básico, no fue por una compañera de curso, eso lo recordaría, tampoco fue por una profesora ya que en general me llevaba bien con todas ellas, podría ser porque viajé en duras condiciones a Chile Chico, luego a Linares, luego a Santiago, luego de vuelta a Linares… tal vez porque llovía mucho en Chiloé, o por volver a Chile Chico y después a San Felipe… ¡eso! en verdad fue en San Felipe donde conocí a una niña de nombre Alicia, pero también era el nombre de mi hija, de mi hermana y de mi madre…

A veces, muchas veces le extraño y le veo comprando el pan en el negocio de la esquina y vuelvo a casa pero le veo en una moto con casaca negra y me dirijo a su moto y le pregunto de donde salió esta moto y me dices hermano no es una moto y me dices que es una alcachofa, ahí caigo, me estás tomando el pelo, no hijo esto es una alcachofa y subiste a tu moto riendo dejando pétalos de alcachofa por la calle, ¿eras tú?

Hoy es el día donde comienza la tristeza, el lloro de los perros, la forma de vestirnos de otro traje, pareciera que no se abrirán los entusiasmos de la lluvia y el viento y dos recuerdos de mi madre lavando en pleno patio. Hoy no está, solo es un recuerdo de la sonrisa que me deja cada vez que aparece entre sabanas y lluvia. Esto es la distancia y ella mirando silenciosa. La última palabra que dijo no la recuerdo, a veces la tengo en el borde de un labio, pero no la recuerdo. De tanto buscarla no la tengo.

El respiro lento y lejano se me escapa de los ojos, del pelo, de la boca. Se llama boca la última palabra que recuerdo. Ahora soy una mujer que llora nuevamente y un grupo de soldados. En tiempos donde el tiempo es un hotdog se agradece la virtud del camino. Mi padre era francés y terminó con poncho en cada vuelta y la novela chilena aspira reemplazarle las categorías europeas para llegar al disimulo de una historia romántica y siempre existe otro muerto donde esconde nada. La categoría de llorar seria virtud de la novela europea.

La historia siempre esconde giros que se sostienen en verdades. Por ejemplo, pocas son las personas que recuerdan al que mató tres niños y un adulto. El asesino no escapó y lo bautizaron como chacal, “El Chacal de Nahueltoro” (fusilado en los 60) Ejemplo invisible que reaparece en la misma lógica. Un crimen rural, un personaje de campo, una mujer que busca donde cobijarse para criar sus hijos.